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Hubieron muchas señales, pero intentó ignorarlas.

Trató de recoger los millones de pedazos en los que Stan estaba hecho, pero se cortó. La primera vez no le importó, pero conforme fue pasando el tiempo la herida fue empeorando mucho más y cuando quiso alejarse, fue demasiado tarde. Estaba rodeada de los trozos de cristal, corriendo peligro de que la lastimase.

Y la verdad es que el dolor le gustaba.

Esa relación aparentemente tan perfecta resultó ser filosa como cuchillos.

—¿Qué?

Stan se levantó, fue hacia ella con paso tembloroso. De repente se mostraba asustado.

—Como oíste.

—¿Por qué? ____, solo estaba pasando un mal momento, pero no creo...

—No me importa lo que creas. Es lo mejor. Hiciste todo por ti, porque no te importa lo que destruyes, eres un puto egoísta. — recordó que era lo mismo que Kyle le había dicho hace años. Tensó la mandíbula. — ¿Por qué tuviste que hablarme así justo ahora? ¿Por qué no pudiste hacer las cosas de otra maldita manera? Como, no sé, hablar conmigo. Más adelante hubiéramos ido viendo la manera de solucionar todo. Me destrozaste. Hace un segundo me hiciste creer que no te importaba. Y ahora me dices que la razón es que fue demasiado para ti.

—Perdóname.

—¿Es todo lo que tienes que decir?

Estaba enojada, indignada. Se le veía en la mirada. Le rompía el corazón verla así.

—Lamentablemente sí. No hay excusa para lo que hice con mi actitud. Así que si quieres seguir tratándome de esa forma, no te culparé. Lo siento.

No sabía qué más decir. Sería más fácil seguir adelante si ella ya no lo quisiera. Pero no era así. El sentimiento era mutuo y todavía se amaban. Era el tipo de visión que lo iba seguir hasta que se muriera.

Lo peor de todo es que ella seguiría como siempre, teniendo una vida plena y con muchos amigos, con una belleza envidiable y múltiples triunfos de los que podía estar orgullosa.

¿Y él? ¿Qué tenía además de ganas de morirse? Nada.

No era lindo, ni tenía la capacidad de hacer amigos tan rápido. No porque no quisiera, sino por la gente que por alguna extraña razón se alejaba como si tuviera la peste. Como si tuviera un cartel de advertencia con luces intermitentes pegado en la frente.

—No te pediré que me esperes si no me pides que me quede.

—¿Me amas?

—Claro que sí.

—Entonces... quédate conmigo.

—No puedo. Esto seguirá pasando, y ambos lo sabemos muy bien.

Eso era verdad. Aquello había pasado con Wendy y volvió a pasar con ____. El ciclo se repitió cuando pensó que no pasaría bajo ningún concepto. La ruptura que lo destruyó... volvió a pasar de nuevo.

—Entonces el futuro que planeamos no existirá, llegarás a olvidarte de mí en algún momento.

Bajó la mirada, sintiendo las lágrimas salir de sus ojos, nublando su visión. La tristeza y melancolía de la situación la estaban destruyendo, no quería separarse de él aunque fuera a costa de su salud mental. Lo amaba completamente, quería ser egoísta por una vez en su vida.

—Yo nunca podría olvidarte, Stan.

—No llores, por favor.

—Nunca te olvidaré, no pienses eso nunca.

Stan hizo una mueca.

—Yo sí que no voy a poder olvidarte.

—Lo siento por no haber sido suficiente. — dijo por último, sonriendo ligeramente.

Pero no estaba feliz, las ganas de llorar y la rabia le incitaban a hacerlo para no dar pena.

—No. — negó, a lo cual ella lo miró confundida. No le había preguntado nada. — Fuiste demasiado para mí, perdóname por hacerte daño.

✓ WE ARE NEVER GETTING BACK TOGETHER, stan marsh.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora