018

267 35 15
                                    

Había peleado con sus padres gracias a Stan.

No les había comentado de su noviazgo, pero se enteraron gracias a los padres de Stan, quienes pensaban que ellos sabían. Amenazaron con quitarle todo, con castigarla por el resto de su vida pero no le importó. Aunque el chico había estado bastante antipático con ella, no le importó. Huyó de su casa con la vista nublada por las lágrimas y se dirigió a la de Stan.

Escaló la estructura, y al estar frente a su ventana, pudo ver que estaba recostado en su cama, abrazando una botella de alcohol.

Tocó tres veces antes de volver a sostenerse. Stan fue a abrirle, pero no le ayudó a subir como en otras ocasiones que había ido. No le dio mucha importancia aunque le extrañó bastante, sino que simplemente se metió en silencio, siendo recibida por el calor de su habitación.

—Stan, mis padres se molestaron.

—Qué sorpresa. — regresó a la cama, haciéndose un ovillo, dándole la espalda.

—Me amenazaron con quitarme... todo. Fue horrible, me gritaron mucho. Pero aún así vine por ti, porque sé que nos queremos. No te preocupes, ya veré qué hacer.

—Sí.

Frunció el ceño. ¿Seguía con esa actitud a pesar de estarla viendo sollozando como una bebé y haber venido por su consuelo? ¿No podría encontrarlo aún cuando ella lo cuidaba estando triste?

—Stan, sabes que no me gusta que sigas teniendo estas adicciones. — enfatizó haciendo referencia a la botella a la que se aferraba en ese momento. Se sintió un poco mal ante el pensamiento de que debería estar en el lugar de ese objeto, pero no era así. — Sé que te esfuerzas, pero...

—Cállate, por favor. Mi cabeza está a punto de explotar...

Aunque quiso responder algo, no lo hizo. Lo vio sosteniendo su cabeza, gruñendo por el dolor de su propias acciones. Él le había dicho que ya no bebería ni fumaría, y a pesar de que había roto su promesa y seguido haciéndolo, trataba de ser comprensiva, ya que dejar una adicción era de todo menos fácil.

Hace poco le había sugerido que tomara terapia o algo así para mejorar, y se había molestado un poco. Y su intento por ayudarlo, en vez de hacerlo, desde esa vez había estado más malhumorado.

Estaba temblando mientras lloraba y él ni siquiera era para tratar de levantarse.

Un dorado, deslumbrante polvo cósmico en sus manos cuando lo tocó por primera vez. Los falsos empáticos que fingían querer lo mejor para ella se retorcieron en sus tumbas en el momento en que se besaron por primera vez. La alquimia podía ser muy engañosa.

Granate, un rojo tan oscuro que la subyugó. Se sostuvieron con tanta fuerza que él la explotó y se quedó sin color, como un lienzo maltratado por los mundos a los que ha viajado.

Un sepia tan falto de color que incluso los innombrables se preguntaron por ella. El óxido que creció entre los muros que erigieron en señal de supuesta paz se estaban destruyendo.

Deseaba calcar su indolencia tal y como él la lucía, tan infructuosa como sus intentos por salir adelante y dejarlo junto a su mierda. Se lo merecía por hablarle así. Paradigmas de su mente llena de pensamientos aleatorios, jactarse de su petulancia disfrazada de inseguridad.

Necesitaba corroborarlo.

—Stan, ¿no te importa todo lo que te acabo de decir?

—No tanto.

—¿No te importa que haya dejado que mis padres me arrebataran todo por ti?

—No tanto. — repitió, irritado.

—Bien. — pronunció. — Es bueno saberlo para no descuidar más mi propia estabilidad por ti.

—Ajá.

Ni siquiera parecía estarle poniendo atención, parecía estar cayendo dormido ya que su voz cada vez se volvía más un susurro arrastrado con esfuerzo.

—Terminamos.

✓ WE ARE NEVER GETTING BACK TOGETHER, stan marsh.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora