❝Nunca vamos a volver, entiéndelo.❞
Después de romper (una vez más) con Wendy, Stan Marsh se ha cansado y proclama que nunca volverán a estar juntos, nunca volverá a caer por ella. Después de una semana, se da cuenta de que estar sin la pelinegra es...
Gimió rasguñando la madera del mueble contra el que estaba recargada, embriagada de placer.
—Maldita sea, sí, así... — gimió endureciendo su agarre para no caer. La mano del peli-negro se cerró agarrando una buena parte de su cabello, jalándolo con insistencia. El dolor la humedeció aún más.
Seguramente no era lo más apropiado coger como animales en la casa de Stan, pero ya no se podía en la suya por su "descuido".
Su pequeño descuido.
Era consciente de que era mejor hacerle caso a sus padres de distanciarse, pero la verdad es que no quería. Stan se lo hacía tan bien que la idea de dejarlo parecía imposible. También porque era su amigo.
El mencionado comenzó a chupar su cuello, sin detenerse. De repente murmurando abalanzas en su oído sobre lo bien que lo estaba tomando y lo bonita que era, pellizcando sus pezones dolorosamente endurecidos.
Cuando estaban a punto de llegar a su liberación juntos, la puerta se abrió abruptamente. La miraron espantados, encontrándose con los padres del chico horrorizados por lo que estaban presenciando: ella contra el escritorio y su hijo penetrándola, ambos desnudos y sudados.
No reaccionaron hasta segundos después cuando Randy jadeó pasmado. La castaña, muerta de vergüenza, corrió a cubrirse bajo las sábanas de su cama, Stan trató de hacer lo mismo pero su mamá agarró a su hijo del brazo, empujándolo fuera de la habitación hecha una furia.
—¡¿Qué carajos, Stanley?! ¡¿Nos vamos unas horas y metes a una chica a la casa?!
En su defensa, no tenía idea de que sus padres volverían tan pronto.
Ahora entendía la posición de ____ cuando le pasó a ella, ahora se arrepentía de haberle echado la culpa de todo.
—Mamá, cálmate... — trató de poner una mano en su hombro, pero ella le dio un manotazo para alejarla.
—¡Imagina nuestra sorpresa al entrar a tu habitación pensando que no había nadie y encontrarte con una... chica! ¡La hermana de tu amigo de la infancia!
—Mamá, veo en tus ojos las ganas de llamarla zorra, pero no lo es.
Podían castigarlo si querían, ¿pero por qué dejar que se hundiera junto a él?
Aparte, si su hermana de 20 años tuvo un novio de 29, ¿por qué él no podía tener una novia puta?
Favoritismo.
—Stanly, nos has vuelto a decepcionar una vez más. — finalizó Randy, quien se había mantenido callado todo ese rato, abandonando la habitación. Sharon imitó su acción, hablando incoherencias productos de la molestia.
Cuando volvió a su habitación, la ropa esparcida por el suelo de la chica habían desaparecido, al igual que ella.
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