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¿Cuál era la mejor manera de terminar tu cumpleaños?

Poniéndote una pistola en la boca.

Malditos 19.

Stan no sabía cómo había sucedido. Estaba en medio de otra de sus crisis después de una pequeña celebración en familia por su cumpleaños, donde la tensión era palpable y más que disfrutarlo sobrevivió a ello. Empezó a jalarse el cabello y llorar lo suficientemente alto como para desgarrarse la garganta, pero al darse cuenta, ya había ido por la pistola de su padre y se la había metido en la boca.

Las lágrimas caían de sus ojos a raudales, pequeños sollozos lograban filtrarse de su boca. Se sentía tan miserable. No sabía por qué no había acabado con su sufrimiento aún.

Pero al mismo tiempo, estaba esperando cualquier interrupción, aunque fuera mínima para no acabar con su jodida vida, pero no la había.

Quitó el seguro, y cuando estaba a punto de jalar el gatillo, tocaron el timbre de la casa. Justo a tiempo. Inmediatamente, soltó la pistola como si le quemara, cayendo en su regazo. Se quedó congelado, apenas procesando lo sucedido, cuando volvieron a tocar el timbre. Le puso el seguro de nuevo, y escondiéndola entre las prendas en sus cajones, bajó las escaleras.

Al abrir la puerta, ____ Stotch entró en su campo de visión. Sonreía suavemente, con una de sus típicas blusas y faldas ridículamente cortas, un collar de estrella adornaba su escote descubierto. Casi se sintió incitado a besarlo hasta olvidar su realidad. Le pareció tan jodidamente brillante que lo descolocó por un momento.

Aunque su sonrisa se desvaneció al percatarse de su estado, haciendo que se inclinara y lo tomase de los cachetes, pasando sus pulgares repetidamente por sus mejillas mojadas.

—¿Qué mierda te pasó?

Solo él podía estar así de destruido sin dejar de parecer atractivo.

—Pasa.

Y así lo hizo. Su familia se encontraba en casa, así que la subió a su cuarto para poder conversar mejor. La preocupación nunca dejó de formar parte de su rostro femenino, como si de verdad le importara.

Parecía su ángel de la guardia, siempre aparecía en el momento justo.

—¿Qué te pasó? — insistió, ansiosa.

—Ven conmigo.

La tomó de la mano, guiándola a la cama, aunque sin insinuaciones de por medio. Acababa de pasar por una crisis emocional, no tenía cabeza para eso. Cuando Stan se recostó, dejando ir un largo suspiro, ella imitó su acción por iniciativa propia. Ambos se refugiaron bajo las cobijas, mirándose.

Ninguno dijo nada. ____ temió estarlo presionando a decir algo que no quería. Se veía bastante mal, sintió el rastro de lágrimas secas en sus mejillas al llegar. Recordó la plática con Heidi sobre la inestabilidad emocional del chico, apenas logró notar a lo que se refería en verdad. ¿Estaba genuinamente preocupada por él? Sí.

Stan poco a poco fue cerrando los ojos, el sueño venía rápido y sentía que no vería ningún fantasma indeseado en sus sueños. Se sintió levitar en la delgada línea entre la conciencia y la inconsciencia, su corazón poco a poco iba latiendo cada vez más lento. La presencia de la muchacha lo calmaba de alguna forma, estaba más tranquilo de lo que alguna vez pudo imaginar.

Con Wendy siempre había alboroto, era muy popular y siempre estaba rodeada de gente. O no le bastaba estar solo con él y regularmente también invitaba a sus amigas.

Pero ____ era... tranquila. Solo eran ellos dos cuando estaban juntos.

Le extrañó pensar en esa comparación, pero no le dio muchas vueltas. Estaba cansado.

O al menos lo estaba hasta que ella hizo a un lado un mechón de pelo que molestaba su rostro.

—Tu cabello... — lo acarició, sonriendo ligeramente.

Los pómulos de Stan se pintaron de un rojizo claro. Al sentir la cara caliente desvió la mirada, sin embargo, no apartó a la castaña. Permitió que siguiera acariciando su pelo mientras se observaban mutuamente.

El calor que emanaba el pequeño cuerpo pegado al suyo, los brazos entrelazados entre sí, sus dulces susurros que lo arrullaban... era perfecto. La calefacción era obsoleta en comparación al pecho de ella en esta época tan gélida del año.

 La calefacción era obsoleta en comparación al pecho de ella en esta época tan gélida del año

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Aquella noche durmió acunada por la esencia del chico. Nunca habían dormido juntos hasta esa noche, o más bien, no habían tenido la oportunidad de despertar junto al otro.

Era fin de semana así que nadie fue a despertarlo. Afortunadamente, ya que los padres del chico todavía no estaban completamente de acuerdo con su amistad con la hija mayor de los Stotch.

Al despertar, se encontraron aferrados cómodamente al otro, sus respiraciones siendo una sola y pecho con pecho. Ninguno supo cómo reaccionar, por lo que atinaron a separarse.

—Buenos días. — murmuró, nerviosa. El chico respondió diciendo lo mismo, igual de nervioso, pero demostrándolo en su lenguaje corporal al darle la espalda. — Lo siento por haberme quedado aquí, me quedé profundamente dormida. Creo que debería irme...

—Sí, hasta luego... ____. — la llamó, haciendo que la castaña lo mirase. — Gracias.

Esbozó una pequeña sonrisa.

—De nada.

✓ WE ARE NEVER GETTING BACK TOGETHER, stan marsh.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora