Lágrimas silenciosas

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Capítulo VI

Lágrimas silenciosas.

Tal como Daniel le había dicho, esa misma mañana empezó a enseñarle el idioma del lugar, sus lecciones fueron bastante duras pero muy completa, cuando se terminó el tiempo se dio un baño para luego irse a trabajar, llevaba puesto el casco que le había prestado el día anterior alegando que podrían reconocer el suyo.

Lo vio irse desde la ventana de la sala, sin tener otra opción volvió a la cocina y encontró los platos limpios, le había dicho que no regresaría hasta la tarde así que si deseaba comer algo tendría que prepararlo ella misma, no debía de llamarlo al trabajo a menos que sea un caso de emergencia, solo tenía un celular y no se lo podía dejar lo que podría complicar un poco las cosas pero; con el teléfono fijo debería de bastar ¿no? Revisó la casa y no había mucho para organizar, los libros estaban en su lugar, ella había arreglado la cama al despertar así que eso también estaba listo, solo tendría que poner la ropa en la lavadora, colgarla afuera mientras no lloviera , sacar al perro al patio y limpiar el polvo que había, no le llevó más de 2 horas el terminar con todo.

Revisó el gimnasio personal de Daniel y notó las cosas acomodadas, había cuatro estantes en los que estaban colocadas las mancuernas y otras cosas pequeñas, sin nada más por hacer decidió tomar un pequeño baño, al llegar procedió a desvestirse y entró a la ducha. Esperaba que el agua caliente recorriendo su cuerpo le ayudara a olvidar su situación; al menos por un momento, salió de la ducha y tomó dos toallas, envolvió una en su cuerpo y la otra la usó para su cabello, se dirigió a la habitación de Daniel y se sentó en la cama para secarse correctamente.

No le fue posible el evitar recordar como su vida se había transformado de un día a otro y al estar sola se permitió soltar algunas lágrimas.

- ¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué? –

Gritó internamente mientras sollozaba, lagrimas amargas cayendo de sus bellos ojos, se envolvió a sí misma en busca de consuelo.

- ¿Por qué diablos me pasa esto? Nunca he hecho nada malo...siempre he sido una buena chica...quiero volver a casa...no quiero estar aquí...Mamá, Papá...¿Dónde están?...Viktor, Iván...no me dejen sola.–

Fortaleció el agarré sobre sí misma y se acurrucó en la cama, sus silenciosos sollozos llenaron la habitación no siendo audibles para nadie más que ella. Se quedó de esa forma por unos 20 minutos sumida en sus pensamientos, deseando que todo solo fuese una mentira.

- Esto no está pasando...solo es una pesadilla...cuando despierte se lo contaré a mamá y a Irina......papá me abrazará y me dirá que todo está bien...Iván se burlará de mi por ser infantil...Viktor lo regañará por burlarse de mí y ambos me abrazaran...solo tengo que despertar...cuando lo haga todo estará bien...iré a clases como siempre...me graduaré con mis amigos, discutiré con Irina sobre qué haremos a continuación...mamá y papá me regañaran por ser tan indecisa pero apoyaran mi decisión...si, eso es lo que...eso es...eso...eso...–

Su voz se fue quebrando más y más con cada palabra que salía de sus labios, al final solo reinó un espantoso silencio, un silencio que la obligaba a reconocer su situación como una real, acercó sus rodillas a su pecho mientras temblaba de miedo y dudas.

-...jajaja...¿Por qué las pesadillas tienen que durar tanto? –

Comentó de manera fría. Volvió a la realidad al escuchar los ladridos de Leo quien la miraba como si intentara preguntarle lo que le sucedía.

Soltó un bufido y estiró la mano con la intención de acariciarlo, para su alegría Leo aceptó las caricias, se paró en dos patas apoyándose en la cama y empezó a lamer sus lágrimas, parecía entender cómo se sentía e intentó consolarla.

El precio por ser las más hermosa. (+18) (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora