¿Alguna sugerencia?

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Capítulo XXXV

¿Alguna sugerencia?


Dentro de la casa de Daniel, Nadenka sonriendo de forma hermosa daba pequeños aplausos mientras Alejandro intentaba ponerse de pie y caminar.

- Eso es, eso es. –

 Fue un poco molesto para ella tener que usar la peluca y los lentes en todo momento dentro de la casa, pero, era mejor que la posibilidad de que sin querer, Carlos o Fernanda lo mencionaran.

Fernanda a un lado de ella tenía una cálida sonrisa, Carlos ya había firmado el contrato con Daniel así que este último se lo llevó a trabajar. Era poco más de medio día así que Daniel envió a Nadenka de regreso a casa, cuando llegó se encontró con la sorpresa al de que Fernanda ya había limpiado la casa e incluso había empezado a preparar el almuerzo. Le llamó la atención el tipo de platillo que la mujer cocinaba así que se quedó sentada a un lado mirando con curiosidad.

Al notar la dificultad de cocinar y cuidar del bebé al mismo tiempo, Nadenka decidió cuidar del niño hasta que la comida estuviera lista lo que llevó a la situación en la que se encontraban. Los tres se sentaron para poder almorzar, como de costumbre Leo estaba sentado a un lado de ellas esperando por una porción.

Fernanda se sintió un poco rara al tener que comer con un perro en la cocina, al ver que el cachorro estaba lo bastante entrenado como para no meterse en los platos ni en los pies, le restó importancia; a fin de cuentas ella solo era una invitada en esta casa, no podía juzgar los gustos del propietario.

Se recostó un poco en la silla de Daniel frente al escritorio del estudio para estirarse un poco. Con el fin de ganar algo de tiempo este le había encargado hacer un inventario y llevar la cuenta de los gastos de la casa. No le fue muy difícil el hacerlo y una vez terminó con su trabajo continuó revisando sus apuntes. No tardó más de 3 horas en terminar todo lo que tenía que hacer, Fernanda de encargó de una buena parte de las labores domésticas mientras el bebé dormía, Daniel se llevó a Carlos con él para enseñarle como funciona el trabajo dejándola todo el día en casa.

Con tanto tiempo libre la pelirroja se sintió incomoda, no había estado tan desocupada desde que Daniel la llevó a trabajar en el almacén; siempre tenía algo que hacer. Regresó a la habitación para poder entrenar un poco, sería una buena forma de pasar el tiempo, un leve sonrojo decoró sus mejillas cuando el recuerdo de la noche anterior golpeó su mente.

No lo admitiría pero se sintió muy cómoda al dormir con Daniel, podría ser porque pudo dormir en una cama de verdad, el saco era bastante cómodo pero no era lo mismo, también cabía la posibilidad de que fuera porque Daniel no se había acostado hasta la madrugada, tuvo la cama para ella sola por casi toda la noche.

Pensó que talvez se movería mucho impidiéndole dormir con él solo a unos centímetros de distancia pero fue todo lo contrario. El calor adicional del cuerpo de Daniel fue muy reconfortante, la hizo sentir segura y a pesar de sus todos sus intentos no pudo mantenerse despierta. Se había despertado bastante relajada en comparación con los días anteriores y eso se notaba, sus ojos parecían más brillantes, su sonrisa más alegre, incluso su cabello parecía más suave y hermoso. Sacudió la cabeza para desechar esos pensamientos se volvió a enfocar en su entrenamiento. No se presionó demasiado a sí misma, no quería estar cansada cuando Daniel llegara, solo lo hacía para poder pasar algo de tiempo. Dudaba un poco en hablar mucho con Fernanda, pensaba que si hablaban demasiado esta reconocería su acento e inconscientemente podría revelarlo cuando estuviera en la calle, eso podía llegar a ser peligroso y la idea de arriesgarse no le agradaba para nada.

- Señorita Ana ¿le gustaría un poco de jugo? –

Preguntó Fernanda desde el otro lado de la puerta.

El precio por ser las más hermosa. (+18) (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora