Capítulo 11: La conversación

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Inma

Cuando llegué a casa estaba Jim sentado en el sofá, dejé el bolso en la encimera de la isla y me tiré al sofá.

- ¿Qué tal tu primer día?-preguntó Jim.

- Agobiante-dije con tono cansado.

- ¿Qué ha pasado?-preguntó Jim preocupado.

- Pues el día había ido bien, hasta que el jefe quiso verme y me encontré con Daniel en su despacho, al parecer Daniel le ha contado al jefe que él y yo nos conocíamos y se le ha ocurrido la brillante idea de juntarnos para hacer cincuenta proyectos en tres meses-dije agotada.

- Voy a matarlo-dijo Jim enfadado.

- Espera que la historia no acaba aquí-dije calmándolo.

- Sorpréndeme-dijo Jim.

- En el descanso fui a ver a Laura, me ve muy estresada, y me ha recomendado muchas cosas para hacer para calmar mi ira y mi estrés porque no me está yendo bien. Fui de compras y cuando volví estaba Daniel sentado en la silla de mi despacho, tuve que agarrarlo de la oreja para levantarlo de allí, cuando vi los proyectos le respondí fríamente, y al ver que eso me estresaba me amenazó con decirle al jefe que yo hiciera los trabajos sola-dije seria.

- ¿Aceptaste?-preguntó Jim.

- No me quedaba más remedio-dije triste.

- Hay un método para calmar el estrés, se llama dar paseos-dijo Jim.

- Lo haré mañana, así me sentiré bien de este día tan estresante-dije cansada.

- Madre mía, mi parte favorita de esta historia ha sido la del apretón de oreja-dijo Jim riendo.

- Pues me costó aguantar la risa con eso-dije riéndome.

- ¿Crees que podrás aguantarle?-preguntó Jim.

- Podré, no dejaré que me detenga-dije confiada.

Jim apretó mi mano, me acurruque a él y me abrazó, mi primer día había sido estresante, necesitaba un abrazo.

- Me voy a dormir, te veré mañana-dijo Jim.

- Me iré a dormir más tarde-susurré.

- No te acuestes tan tarde-dijo Jim.

- Vale-dije sonriendo.

Jim me besó en la cabeza, se levantó y se fue a su habitación, me levanté y saqué el incienso y las velas aromáticas, me había tomado una infusión de "Buenas noches" después de cenar.

Cogí mis cascos y los conecté al móvil, busqué música relajante y empecé a meditar sentada en el suelo frío con las piernas cruzadas, cerré los ojos y me centré en relajarme, me relajé tanto que perdí la noción del tiempo.

Cuando abrí los ojos, la música había parado, me di cuenta de que no estaba sentada, estaba tumbada, las velas aún seguían encendidas, las apagué mientras que el olor de la vainilla inundaba el salón.

Me levanté lentamente y miré el reloj, eran las dos de la madrugada, menos mal que mañana no tenía que trabajar porque era fin de semana, me fui a mi habitación, cerré la puerta con cuidado y me tiré a la cama, me arropé y al instante me quedé dormida. 


Adictos al Pecado (Inma y Daniel 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora