Capítulo 10: El terreno de juego

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Inma 

Apreté el pomo de la puerta con fuerza, Daniel se estaba pasando de la raya, estaba invadiendo mi espacio tanto el personal como el laboral, cerré la puerta y me dirigí a él, como no había otra silla me quedé de pie.

- ¿Qué haces aquí?-pregunté molesta.

- No estabas en el despacho y decidí esperarte aquí, además no hay otro sitio donde sentarse-dijo Daniel.

- Eso estará solucionado mañana-dije seria.

- ¿Dónde estabas?-preguntó Daniel.

- No es asunto tuyo-dije en tono enfadado.

- Me he preocupado por ti, no sabía donde estabas-dijo Daniel.

- Tu nunca te has preocupado por mí-dije fríamente.

- Eso es mentira-dijo Daniel enfadado.

Su tono de voz cambiaba, estaba empezando a enfadarse, esta era la primera vez que hablamos desde hace casi dos años, esta conversación se estaba torciendo demasiado así que decidí acabarla.

- Levántate de mi silla-dije fríamente apoyando las manos en la mesa y quedando en frente de él.

- ¿Y qué pasa si yo no quiero?-preguntó provocándome.

- Que te obligaré a levantarte-dije fríamente.

- No lo harás y lo sabes-dijo Daniel.

- No sabes a donde puedo llegar-dije seria.

- Quiero ver hasta donde llegas-dijo Daniel desafiándome.

- Levántate de mi silla, no lo volveré a repetir-dije aún más fría que antes.

- ¿Qué pasa si no lo hago?-preguntó Daniel desafiante.

- Te agarraré bien fuerte de la oreja que estará toda roja-dije incorporándome cruzando los brazos.

- Atrévete-dijo Daniel serio.

- Está bien, tú te lo has buscado-dije divertida.

Di la vuelta a la mesa y agarré a Daniel de la oreja, se iba quejando hasta que lo aparté de mí, luego me senté en mi silla, me quejo del calor que hay, Daniel llevaba mucho tiempo sentado ahí.

- Mucho mejor-dije sonriéndole burlonamente.

Veía que Daniel se frotaba mucho la oreja, le había apretado muy fuerte la oreja, se lo merecía.

- No pensé que lo ibas a hacer de verdad-dijo aún frotándose la oreja.

- Quéjate luego de tu oreja, ahora nos toca trabajar-dije seria.

- ¿Dónde me voy a sentar yo?-preguntó Daniel.

- Te quedas de pie-dije tajante.

- ¿No me puedes hacer un hueco en la silla?-preguntó Daniel.

Eso era lo último que quería escuchar, inconscientemente me vino un recuerdo.

Daniel y yo en clase, nos estábamos besando y tocando en mi silla, le hacía un hueco en mi silla mientras disfrutábamos de la excitación, a veces era un poco incómodo porque no podíamos movernos mucho, pero nos acomodamos el uno con el otro.

Lo miré al instante y vi que me miraba suplicante, no iba a bajar las defensas, no esta vez.

- No, si quieres te sientas en una esquina de la mesa-dije fríamente.

- Al menos algo es algo-dijo Daniel.

- ¿Qué proyectos tenemos que hacer?-pregunté.

- Tienes un correo con los distintos proyectos, hay que hacer todos-dijo Daniel.

Abrí el correo y cuando lo leí me quedé de piedra, había cincuenta proyectos, y la fecha límite era de tres meses, me froté la cabeza intentando asimilar las cosas.

- Esto, esto es demasiado, muchos proyectos en tan poco tiempo-tartamudeó nerviosa.

- Bienvenida al mundo laboral-dijo Daniel sarcásticamente.

- No dará tiempo a todo-dije nerviosa.

- Dará tiempo de sobra, recuerda que lo tenemos que hacer juntos, no lo harás sola-dijo Daniel.

- Ni me lo recuerdes-dije molesta.

- Si quieres puedo hablar con el jefe y decirle que hagas los proyectos sola-dijo Daniel en tono amenazador.

Abrí los ojos sorprendida, no me esperaba ese tono de voz en Daniel, este juego se volvía más peligroso, me estaba chantajeando, había conseguido salirme con la mía antes con lo de la silla, pero ahora, el juego había cambiado, no quiero enfrentarme sola con los proyectos, es demasiado.

- Está bien, dejaré que me ayudes-dije a regañadientes.

- Me alegra que estemos de acuerdo-dijo Daniel sonriendo.

Esta vez había cedido a su ayuda, pero será la última vez, estuvimos toda la tarde viendo proyectos hasta que llegó la hora de irnos. 

Adictos al Pecado (Inma y Daniel 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora