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—Tienes sangre en mi camisa, Jae

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—Tienes sangre en mi camisa, Jae. —subió sus mangas, ocultando la mancha de sangre—. Y ese es el tercer golpe.

Jae lo miró fijamente, con una expresión amotinada bajo la sangre y los moretones. Estaba atado a una silla, con los brazos y las piernas atadas con una cuerda. Era el único de sus cómplices que seguía consciente.

Los otros dos se desplomaban en sus asientos, con la cabeza ladeada y la sangre golpeando el suelo en un constante goteo. Varios de ellos se doblaban en ángulos antinaturales.

—Hablas demasiado. —Jae escupió una bocanada de líquido rojo.

Lee Jae. Ex-convicto con una hoja de antecedentes penales kilométrica, bolas de acero y un cerebro del tamaño de una nuez.

Jungkook sonrió y volvió a golpearlo.

Su cabeza se echó hacia atrás y un gemido de dolor llenó el aire.

A Jungkook le dolían los nudillos magullados. La sala apodada en broma la "Celda de Redención" de su cuartel general de seguridad privada olía a cobre, a sudor y al espeso y empalagoso aroma a miedo.

Habían pasado dos días desde el intento de robo en LuxeGen Creations, más tiempo del que habían retenido a alguien.

Los contactos policiales de Jungkook hacían la vista gorda a las actividades que él hacía, pues les ahorraba tiempo y mano de obra, y solo él sabía cuándo poner el límite.

Fated Alliances • Kookmin Au ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora