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—Jungkook dame un pista

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—Jungkook dame un pista. Te prometo que no se lo diré a nadie. —Jimin le puso sus mejores ojitos de cachorro.

La boca de Jungkook se curvó en una sonrisa. Estaban haciendo progresos en el frente de menos fruncimientos y más sonrisas.

—Sería un argumento convincente si la sorpresa no fuera para ti, amor mío.

—Más razón para que lo digas. Es mi sorpresa. ¿No puedo opinar sobre cuándo y cómo se revela?

—No.

Jimin soltó un suspiro.

—Es usted un hueso duro de roer, señor Jeon.

Jungkook soltó una risa.

—Me lo agradecerás una vez que lleguemos allí. Esta es un sorpresa que hay que mostrar, no contar.

Estaban en la limusina de camino a una misteriosa cita que Jungkook había planeado. A juzgar por la ruta que estaban tomando, estaban de camino al club.

¿Era un exposición en un museo privado? ¿Una cena en alguno de esos restaurantes del que todo el mundo hablaba maravillas?

—Sí me lo dices ahora, dejaré de poner esas flores que tanto odias en los baños —dijo Jimin.

—No.

—Veré un partido de fútbol contigo y fingiré que me gusta.

—Tentador, pero no.

Jimin entrecerró los ojos.

A estas alturas no se trataba de la sorpresa. Sólo quería ver si podía hacer que Jungkook se quebrara. Tenía una fuerza de voluntad exasperante.

Suho, su chófer, estaba concentrado en la carretera. El tráfico avanzaba a paso de tortuga.

—¿Hay alguna forma de convencerte de que cambies de opinión? —Jimin se acercó más y sonrió cuando los ojos de Jungkook bajaron.

La camisa que traía puesta era considerablemente abierta por delante, dejando ver su suave y blanquecina piel.

—Lo dudo. —dijo Jungkook, una piza de desconfianza apareció en su voz. Jimin le puso una mano en el pecho y le dio un suave beso en la comisura de sus labios.

—¿Estás seguro? —su mano bajó por su estómago hacia la ingle.

Los músculos de Jeon se tensaron bajo su contacto y su garganta se flexionó cuando rozó sus erección.

Habían tenido sexo casi a diario durante el último me, pero Jimin nunca lo había iniciado en semipúblico. Él era más reservado, pero la posibilidad de que Suho se mirara en el espejo y los viera le producía una extraña e inesperada emoción.

—Jimin... —La voz de Jungkook estaba cargada de advertencia.

—Creo que te equivocas. —le besó la mandíbula y el cuello mientras bajaba la cremallera—. Creo que... —el suave roce del metal cayó entre sus piernas y palpitó—. Hay una manera de persuadirte.

Jimin se retiró y se deslizó fuera del banco sobre sus rodillas. Una cálida pesadez se instaló en su estómago cuando liberó la erección de Jungkook. Era grande y dura, y ya goteaba pre-semen, un gemido áspero llenó el asiento trasero cuando Jimin pasó la lengua alrededor de la punta.

Agarró la base del pene ajeno con las dos manos y deslizó lentamente la longitud por su garganta hasta que llegó al punto en que sus ojos se aguaron.

No era la primera vez que le hacía una mamada a Jungkook, pero nunca se había acostumbrado del todo a lo grande que era. Lo grueso y largo.

Gimió, saboreando su dulzura salada antes de pasar la lengua por la punta. Al principio con suavidad, luego con más confianza, a medida que iba cogiendo el ritmo, lamento, chupando y moviéndose hasta quedar empapado con su desatentida erección que se escondía en sus pantalones.

Cada ligero roce con Jungkook le provocaba una sacudida de electricidad.

Las manos de Jungkook se hundieron en el cabello de Jimin cuando el coche pasó por un badén, forzándolo sin querer a meterlo más en su garganta.

Jimin balbuceó, sus ahogos y gorjeos llenaron el coche mientras luchaba por acomodar los centímetros extra.

—Mierda, cariño... —Gimió Jungkook—. Eso se siente tan bien.

Jimin levantó la vista con los ojos empañados por las lágrimas de haberle penetrado tan profundamente, pero el orgullo se apoderó de él cuando vio que el placer le marcaba líneas sensuales en el rostro de Jungkook. Quien tenía los ojos cerrados y la cabeza inclinada hacia atrás. Su pecho subía y bajaba, sus músculos se flexionaban cada vez que la lengua de su prometido pasaba por la parte inferior de su polla.

Jimin aumentó el ritmo, con las manos trabajando al únisono con la boca, y justo cuando creía que Jungkook se iba a correr, sintió como agarró su cabello con una mano y le echó la cabeza hacia atrás.

Su ruido de protesta murió cuando lo levantó de su regazo y aplastó su boca contra la suya. La excitación de Jungkook presionó el cuerpo de Jimin, separado solo por la fina capa de ropa. Jimin se apegó más a él, desesperado por conseguir fricción.

Gimió.

—Vas a ser mi jodida muerte —Jungkook rozó su piel mientras su boca recorría el cuello de su prometido.

Lo tomó de las caderas, desabrochando rápidamente el pantalón de Jimin y haciendo un lado su ropa interior.

Apretó sus nalgas y jadeo completamente exitado. Jimin no tuvo tiempo de hacer más que jadear antes de que Jungkook estuviera dentro de él, llenándolo con un solo empujón.

Fated Alliances • Kookmin Au ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora