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La gala tenía lugar en el salón de baile del club, pero no podían moverse ni un metro sin que alguien los detuviera para saludar a Jungkook.

—¿Desde cuándo eres socio? —preguntó Jimin después de salir de otra conversación sobre la bolsa—. Parece que conoces a todo el mundo. O ell mundo parece conocerte a ti.

—Desde los veinte años. Es la edad mínima para ser miembro. —una sonrisa irónica se dibujó en la boca de Jungkook—. Eso no impidió que mi abuelo tratara de conseguir una membresía para mí cuando tenía dieciocho años, pero hay cosas que ni siquiera el abuelo Jeon podría hacer.

Era la segunda vez que mencionaba a su abuelo, la primera vez fue en la sesión de fotos.

El imponente Jeon Seun, el legendario hombre de negocios y fundador de JeonGroup, había muerto en verano de un ataque al corazón. Su muerte había acaparado los titulares durante más de un mes.

Jungkook había asumido el cargo de director general años antes de la muerte de su abuelo. Ocupando los tres puesto: director general, presidente y presidente de la junta directiva.

—¿Lo echas de menos?

—Echar de menos no es la palabra adecuada —la voz de Jungkook carecía de emoción—. Me crió y me enseñó todo lo que sé sobre los negocios y el mundo. Lo respetaba, pero nunca habíamos estado cerca. No de la forma en que se supone que los abuelos y nietos deben estar cerca.

—¿Y tus padres?

—Están haciendo lo de siempre. Ya lo verás.

Pasarían Acción de Gracias con ellos en Bali.

Un bar estilo Art Decó ocupaba toda la pared oriental, botellas de licor de alta gama había detrás.

La animada música de la banda de jazz bailaba sobre el suave tintineo de las copas y las elegantes risas. El salón de baile se elevaba cuarto pisos hacia una cúpula de cristal.

—¿Está a la altura de tus expectativas? —la mano de Jungkook se detuvo en la parte baja de la espalda de Jimin.

El rubio asintió con la cabeza. Jungkook y él pasaron la primera hora mezclándose con los otros miembros del club.

Hacia el final de hora, Kim Dang, un negociante, lo apartó para hablar de negocios. Jimin aprovechó para ir al baño y con ello con la compañía del esposo de Kim.

—Me encanta tu atuendo —dijo mientras se arreglaba su cabello.

—Gracias. Lo vi en la Semana de la Moda en Seul y pensé que sería perfecto para esta noche.

—Tienes razón. Jungkook no puede quitarte los ojos de encima —sonrió, con un rastro de tristeza cruzando su rostro—. Tienes mucha suerte de tener una pareja tan atenta.

El esposo de Kim Dang, Henri, era muy bello, pero parecía profundamente infeliz.

—No todo es sol y rosas. Jungkook y yo tenemos nuestras diferencias.

—Las diferencias son mejor que nada —murmuró Henri. Ambos salieron de baño, pero este se detuvo en la entrada del salón de baile—. Lo siento, me ha empezado a doler la cabeza. ¿Puedes decirle a Dang que me he ido a casa?

—Por supuesto, pero ¿no preferían decírselo tú? Estoy seguro de que querrá saber si no te sientes bien.

—No. Una vez que se pone en modo negocios, es imposible apartarlo. Lo dejaré con su trabajo. Fue un placer conocerte, Jimin.

—Espero que pronto te sientas mejor.

—Espero que pronto te sientas mejor

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Fated Alliances • Kookmin Au ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora