Capítulo 9

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Los Kensington eran la realeza de la realeza entre los cazadores. Habían reinado por generaciones manteniendo el orden y las leyes claras para poder mantener una convivencia. Los cazadores los respetaban y los obedecían porque eran sabios y justos. Nunca existió un clan más grande y querido como ellos. No existía una persona en el mundo que no supiera quienes eran y cuando el linaje desapareció, los cazadores estaban perdidos. O eso es lo que me dijo Shane. Lo que quise escuchar de cualquier modo. Cuando comenzó a hablar sobre ese linaje, sobre el hecho de que al parecer Alex y yo éramos descendientes de ese clan y de cómo nuestras vidas pertenecían a un palacio, donde teníamos todas estas responsabilidades, huí. Solo me fui y lo dejé ahí porque no podía soportarlo. No estaba listo para escuchar nada como eso, ¿cómo podría? Hace un par de años todo en mi vida estaba bien, tenía a mi familia y a mi mascota y era feliz. De pronto ya era parte de un linaje de reyes y al parecer tenía un montón de deberes como guiar a los cazadores. Bueno, eso no iba a funcionar porque la realidad es que no podía guiar ni siquiera mi propia vida, ¿cómo iba a hacerlo con un montón de gente? Dejando de lado el hecho de que sabía nada sobre los cazadores y las criaturas que andaban por ahí afuera.

—¿Estás bien?

Jaimie me sacó de mis pensamientos y lo agradecí porque estaba entrando en un territorio de ansiedad en donde no quería entrar. No respondí, me abracé las rodillas y volví a mirar hacia el río. Se acercó con cautela como si tuviera miedo de que pudiera echarme a correr en cualquier momento y lo haría si no estuviera perdido o si no estuviera buscando a Alex. Se sentó en la roca a mi lado y le permití que me tomara de la mano. Me regaló una débil sonrisa, algo parecido a la promesa de que todo iba a estar bien, pero no sería así, no lo estaría nunca más.

—No tienes que hacerlo. Todo eso que Shane dijo. Podemos buscar a Alex y después volverás a tu vida normal.

—Shane dijo que los cazadores necesitan a los Kensington de vuelta, que están en guerra desde que desaparecieron... desaparecimos.

—Dean. —Jaimie miró sobre su hombro comprobando que estábamos solos antes de continuar—. No puedes confiar en Shane. Es un Odjur, inventará lo que él quiera para sus propios planes, ni siquiera sabemos si...

—Ella lo dijo también —interrumpí—, la bruja. Me llamó Kensington. A Alex también y... soy adoptado. Mis padres no son mis padres de verdad. No quiero creerle, pero lo que Shane dice tiene mucho sentido.

—Incluso si lo eres, los cazadores han sobrevivido desde que los Kensington desaparecieron. No les debes nada.

—¿Me odiarías si fuera un Kensington? —Lo miré.

Jaimie no tenía que decirme que odiaba a los cazadores, después de lo que le pasó a su familia, era más que obvio. Por un momento no me miró, se concentró en el río y pensé que ni siquiera me respondería.

—No podría —murmuró—, nunca podría odiarte, Dean.

Me sonrió con suavidad y eso me hizo sonreír también. Su mano se colocó en mi barbilla y dejé que me besara otra vez solo porque yo también quería hacerlo. Me sujetó de las mejillas y yo respiré su aliento y de pronto todo estaba bien. Yo quería esto, lo quería a él y quería estar a su lado y nunca antes me había sentido de esa forma con nadie.

—Encontraremos a Alex —susurró cuando nos separamos, con sus labios acariciando mi frente—, lo encontraremos y esta pesadilla se terminará.

Volvimos a la fogata donde Shane nos esperaba. Ni siquiera me importó que su mirada se posara en nuestros dedos entrelazados, era más que obvia la clase de relación que teníamos. No iba a esconderme, no era nada malo. Shane no dijo nada, solo volvió la vista al fuego y no hubo más sonido entre nosotros, que el crepitar de la madera.

KensingtonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora