Capítulo 7

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Una vez le pregunté a mi mamá que significaba ser infértil. Recuerdo que se quedó inmóvil mientras limpiaba la mesa y ni siquiera me miró. Yo tenía quizá diez u once años y había visto unos papeles en su habitación donde hablan sobre estudios de fertilidad. Me preguntó dónde lo había escuchado y me apenó mucho decirle el lugar porque me sentía como un entrometido. Debí haber notado sus hombros tensos y la sonrisa forzada que me regaló antes de evadir mi pregunta. No indagué más en el tema porque pensé que no era importante, aunque sí lo era. Cuando lo pensaba con claridad los huecos entre mis padres y yo eran muy evidentes. No éramos parecidos físicamente, ella tenía un cabello castaño muy claro y mi papá lo tenía más oscuro, pero el de Alex y el mío era negro. Los ojos de mis padres eran azules, pero los de mi hermano y los míos eran color miel. Nunca presté atención, pero incluso de haberlo sabido, ¿habría existido alguna diferencia? Si mis padres nos habían adoptado significaba que nos habían elegido cuando nuestros verdaderos padres nos habían abandonado. O eso es lo que yo llegué a pensar.

🥀

Desperté aún entre los brazos de Jaimie y nunca antes me había sentido tan seguro, al menos hasta que miré hacia un lado y descubrí que Shane estaba ahí sentado en una roca, lo que me tomó por sorpresa y el salto de mi cuerpo hizo que Jaimie despertara listo para lo que fuera que nos estuviera atacando.

—Buenos días —dijo Shane con una sonrisa burlona apenas despegando la mirada de la libreta de Alex para observarnos y después retomó la lectura.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Jaimie con voz ronca.

—Dije al amanecer —señaló hacia el cielo. El sol estaba más alto así que habíamos perdido unas buenas tres horas—. Pensé en despertarlos, pero lucían demasiado cómodos.

Me miró y me sonrojé. No había nada de que avergonzarse, pero aún así lo hice. Jaimie se aclaró la garganta junto a mí y ni siquiera nos miramos, de pronto estábamos apenados y expuestos. Shane dejó caer la libreta de Alex dentro de una mochila pequeña que llevaba cruzada en el pecho, estiró los brazos y movió el cuello y los hombros en círculos.

—Tenemos que irnos —continuó—, sé dónde comenzar a buscar.

—Necesitamos comer algo —dijo Jaimie.

—Lo harán en el camino. Ya desperdicié mucho tiempo esperándolos.

🥀

El viaje no fue tan incómodo como pensé que sería. Tal vez se debió a que Jaimie y yo íbamos en la parte trasera de una vieja camioneta mientras Shane conducía. Nos dijo que debíamos mantenernos escondidos porque no sabíamos quién nos vigilaba, así que nos recostamos mirando al cielo. Fue incómodo porque el camino estaba lleno de piedras y eso nos hacía rebotar o nos sacudía con fuerza, cosa que no ayudaba para nada en mi dolor de espalda. Después de unas horas de viaje, Shane nos arrojó (literalmente) unas frituras y galletas para el resto del camino. Jaimie y yo hablábamos de cualquier cosa, menos lo sucedido la noche anterior. Es que quizá no había mucho más que decir. Él me gustaba y al parecer yo le gustaba a él, era así de sencillo.

Me contó más cosas sobre los brujos que al parecer eran llamados Raganu y existían los que usaban magia negra o blanca. La magia negra era un arte muy oscuro que a menudo se utilizaba solo para hacer el mal mientras que la blanca era una forma de contrarrestar lo que la otra causaba. Cada Raganu tenía más cercanía con un elemento en particular, en su caso era el fuego, aunque podía hacer muchas cosas más, cuando utilizaba las llamas su magia era más fuerte. Descubrí que tenía la misma edad que yo, no le gustaba mucho la naturaleza y también era pésimo jugando Héroes de Leyenda.

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