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Una vez viéndose completamente sola en aquella habitación Camila suspiró un par de segundos antes de acomodar a su pequeña cachorra sobre la cama manteniendo la palma de su mano sobre su pecho cuándo quiso amagar a llorar mientras miraba con sus grandes ojos verdes todo a su alrededor moviendo inquietamente sus extremidades causando que la Omega se acercara hasta ella apoyando la punta de su nariz contra su regordeta mejilla llenándose así de la esencia de su hija.

- ¿tienes hambre mi amor? - inquirió Camila permitiendo que en sus labios se formará una pequeña sonrisa al escuchar un leve balbuceó como respuesta sintiendo las manitos de la bebé enrredararse en las hebras de su cabello tirando un poco de el - ouch, tomaré eso como un si.

La Omega optó por tomar nuevamente a la cachorra entre sus brazos para sentarse sobre la cama entretanto buscaba una posición que le resultase cómoda antes de alzar su Jersey junto a su sujetador guiando así la boca de su bebé a su pezón sintiendo cómo está se apoyaba sobre el, empezando a succionar con añico.

Todo el tiempo que le llevo alimentar a su cachorra Camila se encargó de acariciarle el cabello, las mejillas, sus manos y pies, tarareando alguna canción que se le viniese a la cabeza en un vago intento de hacerla dormir sintiéndose realmente tan cansada, el viaje había sido largo y demasiado agotador para alguien como ella que nunca se atrevía si quiera a salir más de dos metros de su casa. No sin compañía de su alfa.

Haciendo que todo aquello fuese un desafío, que todo le costase el doble y le consumirá toda la poca energía que había acomulado.

Aunque si se detenía a pensarlo un poco más por la verdadera razón de su agotamiento sabía muy bien que el no comer por un par de días le estaba pasando factura a su cuerpo y sumándole que en ningún momento dejo de alimentar a su hija con su leche materna, Camila realmente se sorprendía de no haber caído desmayada en algún momento de aquella ajetreada madrugada.

- es hora de dormir mi ángel - exclamó llenado de besos el rostro de la cachorra entretanto volvía a cubrir su pecho, tomándose el tiempo necesario hasta asegurarse de sacarle los gases a su hija que se había quedado dormida con sus manitas aferradas al Jersey de la Omega - te amo tanto - confeso en un hilo de voz limpiando algunas lágrimas rebeldes que escaparon de sus ojos cuándo por fin después de mucho tiempo pudo sentirse a salvo.

Cuando por fin después de mucho tiempo no sentía esa sensación de asfixia que carcormia su pecho y le hacía temblar su cuerpo.

"Estoy bien"

"Mi cachorra está bien"

"Estamos seguras"

Se susurró así misma como un mantra permitiendo lentamente que sus ojos se fundieran en un profundo sueño en una incómoda posición que la hizo lamentarse en algún momento del día cuándo se despertó con un punzante dolor en su espalda baja mientras su bebé se removia en su pecho algo incómoda antes de dejar escapar un fuerte sollozó de sus labios.

Como buenamente pudo se acomodó mejor en la cama frunciendo su ceño cuándo un latigazo de dolor se apoderó nuevamente de su espalda baja sacándole un gemido de dolor mientras cerraba sus ojos, sacudiendo su cabeza para concentrarse en encontrar el causante del llanto de su cachorra. Así que uso su mano libre palmeando por encima el pañal, sintiéndolo muy cargado entendiendo quizás el porque de aquel llanto.

- lo sé mi amor, lo sé, es incómodo....tranquila mamá ya te va a cambiar - susurró como consuelo a su cachorra apoyándola sobre el colchón para levantarse de la cama y empezar a buscar en su equipaje todo lo que iba a necesitar - ¡mierda! - jadeo sintiendo el pánico recorrer por su cuerpo al darse cuenta que no había empacado lo más esencial - los pañales, dejé los pañales

Knock knock  la Omega se congelo al escuchar  unos cuantos golpes sobre la puerta mientras el llanto de su cachorra aumentaba un poco más haciéndola sentir nerviosa.

- Camila ¿todo en orden? - preguntó aquella voz, no bastandole mucho tiempo a la Omega para reconocerla

Alfa

Era la alfa

¡Dios!

- ¿Camila? - la castaña miro angustiada a su bebé, mordiendo ligeramente sus labios tomando un poco de valor para lo que estaba a punto de hacer.

Con pasos algo dudosos se encaminó hacía la puerta para abrirla y revelar así a la pelinegra que la esperaba con una mueca de preocupación en su rostro mientras mantenía en sus manos lo que parecía ser una leche de plátano junto a un paquete de galletas

- ¡Buenos días! - murmuró la mayor con una débil sonrisa en sus labios  - lo siento por tomarme el atrevimiento en llamar a tu puerta, pero escuché a tu cachorra llorar ¿esta bien?

- si...bueno.....está algo fastidiada porque su pañal está demasiado sucio - soltó un bufido de frustración - estaba...estaba a punto de cambiarla pero me di cuenta que no tengo

- ¿no tienes que? - preguntó amablemente mirando por encima del hombro de la Omega a la bebé que se removia inquieta en su cama haciendo que el lobo de la alfa aruñara su pecho al no gustarle ver las regordetas mejillas de Macarena bañadas en lágrimas

- pañales, tampoco toallas húmedas y la crema para evitar las peladuras. No sé cómo pude olvidarlas....

- ¡hey! - susurró suavemente Lauren - no pasa nada, espera aquí un momento te traeré todo lo que necesitas... ¿por que no vas quitándole el pañal sucio? Mmhh

- okey.....

- no tardo - la alfa miró lo que traía en sus manos extendiendolo hasta Camila - es para ti, como no saliste a desayunar pensé que tú, bueno solo tómalo por favor

- Gracias - respondió la Omega conteniendo la respiración cuándo recibió el empaque de galletas y la leche de plátanos en sus manos

- no tienes porqué agradecer - se limitó a decir con sus mejillas algo sonrojadas - ¡oh! Cierto los pañales - la alfa exclamó girando su cuerpo, empezando así a correr por aquel pasillo dejando a la Omega un tanto confundida.

cicatrices Donde viven las historias. Descúbrelo ahora