"He sido una ilusa. ¿Cómo se va a fijar en mí? Después de todo lo que le he hecho, llegados a este punto, ¿cómo compensar por el sufrimiento causado?" Con ese pensamiento en mente, esquiva la hoja y hace que la suya bese el cuerpo de ella. Otro corte que derrama más sangre. "Se ha vuelto imprudente". Corta muslo, hombro, espalda. Ella gime con cada herida. "Gemidos de dolor o gemidos de placer, para mí son lo mismo, si cierro los ojos". Siente celos de su propio acero, que acaricia la piel de ella y le provoca esos suspiros. Pero a su vez ha bajado la guardia, y el arma de su enemiga le rasga la camiseta y surca un tajo entre los pechos. Un centelleo abrasador allí donde el acero la ha marcado, y el calor de la sangre liberada le abriga el busto. "Así, con mis senos expuestos, sangrando, ¿se fijará al fin?" No lo hará; ella sigue concentrada en el letal baile. Así que sólo queda derramar más sangre. Aunque alzar el brazo le cuesta cada vez más. Hasta que, en un ataque de ella, reacciona un segundo demasiado tarde, y un tundido de la espada deja su brazo armado colgando. Las otras heridas han dolido, pero nada comparado con lo que experimenta en ese momento, el sufrimiento es tan grande que ni siquiera lo siente. Ahora es la que grita, aunque por encima de la agonía hay un deseo que le desgarra las entrañas. "Mírame". Ella, con un soberbio gesto de desprecio, la traspasa de parte a parte y la clava contra el árbol.
La sangre se derrama a borbotones por las heridas infligidas. Sin embargo, entre las espinas del dolor, siente cómo una mano le sostiene la cara con delicadeza y le alza la cara. Sus miradas se encuentran. "Me ves", piensa con júbilo. Los ojos de ella dicen: "Te veo". Sonríe con esfuerzo mientras la vida se le escapa. La humedad entre las piernas podría ser excitación sexual, u orina que se le escapa en los estertores de la muerte. Teme susurrarle palabras de amor porque no quiere romper el hechizo. Agarra la mano que ha asestado el golpe letal y lo mantiene firme junto a su corazón, evitando que libere el alma que la mantiene clavada y unida a ella. "Quédate aquí, quédate conmigo", le quiere decir. No se lo dice, no hace falta. Al final, su enemiga permanece junto a ella y sus ojos no abandonan los suyos. Ni siquiera después de que se queden fijos en el vacío.
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Desnudez desgarrada: historias Eroguro de lo macabro
Kısa HikayeCompilación de relatos breves, poemas, poesía visual,... teniendo como nexo común el eroguro, esto es, la combinación de elementos eróticos y grotescos o macabros.