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Ingredientes como huevos, aceite de oliva y leche, chocolate azúcar y queso crema formaban parte de una receta que había estado haciendo desde que tenía alrededor de diez años.
Hacer panqueques de chocolates con queso no era algo particularmente complicado. Sin embargo, lo verdaderamente desafiante era repetir el procedimiento durante siete largas horas.
No lo haría si no fuera porque lo más crucial en una fiesta es la comida, eso era indiscutible. Necesitaba el dinero, y tenía que admitir que la paga era buena. Desde que mi madre se enfermó, las necesidades económicas se habían incrementado. Debía comprar más medicinas, continuar pagando a la enfermera que la cuidaba y cubrir las terapias pendientes.
Además, aún tenía que ahorrar para mi próxima estadía en Colombia, lo que implicaba otros cuatro meses de trabajo.
No me quejaba ya que la escuela comenzaría próximo el verano.
Por otro lado, estaba a punto de enfrentar una dolorosa despedida. Llevaba conociendo a todos mis amigos de la cocina durante 8 años, y ya les había comunicado que me marcharía en unos meses. Recibí felicitaciones de todos por tomar la decisión de buscar mi propio camino en lugar de quedarme estancada en un solo lugar. Sin embargo, Priscilla no compartía esa alegría; dejo de hablarme durante tres. En la cocina, solo nos limitábamos a saludarnos, a pesar de que intente enviarle mensajes sin éxito.
Finalmente, una tarde, mientras terminábamos nuestro trabajo, comenzó a hablar como si nada hubiera sucedido. Opte por no mencionar la razón de su molestia en ese momento; pensé que, si llegaba el día, ella me lo contaría.
Tomamos un breve descanso de 20 minutos en el comedor. Eran las 5:30 cuando nos permitieron descansar.
Robert trajo mini barras de chocolates como regalo, apropiado para el día, ya que, en lugar de los icónicos dibujos del Reino Unido, como el legendario autobús, el guarda real y la cabina telefónica, esta vez mostraban la bandera de Reino unido junto a una foto boudoir de Amelia.
Guarde el dulce para más tarde.
—Quizás no sea fans de sus padres, pero hay que admitir que Amelia es una chica muy guapa. Ya veo porque te gusta tanto, ¿verdad? - dice Paolo, mirando la foto como si fuera la primera vez que veía Amelia. Antes de que me sonroje, Priscilla intervino:
—Me encanto el vestido uso esta mañana, se veía genial, ¿no es cierto? - dice dándome un pequeño empujón, y ya podía anticipar las bromas que se avecinaban en la mesa.
— Se veía hermosa, no solo hoy sino siempre. Pero mi momento favorito fue cuando llegaron los príncipes de Suecia- dije con cariño
—Ay si ame ese momento me encanto ver a Simón se veía tan feliz de estar aquí, le tengo tanta envidia ¿ósea como hizo para enamorar a semejante hombre? -pregunta Priscila, tapándose la cara con frustración.
—¿Viste el evento Paolo? - pregunto.
Paolo baja su revista que esta vez es la revista Socialist Standard.
— Si lo vi, para saber que meme enviaría al grupo. No me gusta hacer las cosas sin saber porque las estoy haciendo- vuelve a seguir su revista.
—Y usted, señora Rebecca, ¿Qué opina?
— Si me lo ví, y estoy de acuerdo contigo, tu princesa es muy hermosa.
—No es mi princesa- digo otra vez
— Es la princesa del pueblo- pronuncian todos al mismo tiempo lo que me hace reír.
—¿Acaso se te olvida que tú también eres parte de ese pueblo? -menciona Rebecca.
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UNA PRINCESA ENCANTADORA
Teen Fiction( LGBT) Amelia, es una princesa atrapada por las obligaciones reales. En medio de la pomposidad de un evento real, una repostera llamada Alexandra se infiltra en la fiesta gracias a un plan maestro de su amiga. Alexandra, con su encanto y dulzura ca...