Priscila y yo nos miramos, porque de alguna manera entendemos esas palabras.
La mesa queda en silencio una vez más. Más que silencio hay una gran tensión. Rebecca limpia unas cuantas lágrimas de sus mejillas con la palma de su mano, pero parece tranquila.
— Tienes razón, no lo merezco, pero tengo que al menos llegar a conocer a mi nieto. Se que me equivoque con mis hijos, y si pudiera devolver el tiempo, lo haría. Pero puedo prometer que seria una buena abuela – dice con esperanza.
— No es algo que nos debas decir a nosotros, es algo que le debes decir y demostrar a él y a tus nietos. Demostrar que estas más estable física y emocionalmente para ellos. – Dice Paolo expresando su opinión.
— yo creo que por eso es bueno ir a terapia. - Menciono mirando a Priscila quien concuerda conmigo.
Rebecca toma una pausa antes de abrirse.
— Lo estoy haciendo, ir a terapia. No se los había dicho porque me daba vergüenza que supieran algo así de mí. – Expresa con sinceridad- dicen que las mujeres debemos de ser maternales porque tenemos la tendencia a cuidar de los demás, y yo maltraté mucho a mis hijos. No los golpeaba, pero mi psicólogo me hizo escuchar un audio del maltrato psicológico que podía sufrir una persona, y me vi reflejada allí, porque yo era la victimaria. Ellos estaban muy jóvenes para recibir tanto odio de parte de su madre. - Admite con pesar.
— Estuvo mal lo que hiciste, pero yo no diría que los odiabas. Solo no sabias canalizar tus emociones. No fue como... no sé cómo fue tu infancia, pero sé que eso pasa por brecha generacionales, y hasta que esa brecha no se rompa, el ciclo va a seguir y a seguir. - Comparte Paolo su perspectiva- por eso no tuve hijos. Yo también fui maltratado por mi padre, tanto fisca como psicológicamente. Aun puedo escuchar a mi padre llamándome inútil por no saber hacer una multiplicación. Luego fui a terapia y sané a mi niño interior.
Luego conocí a una hermosa colombiana, junto con su hermosa hija- Ríe hacia mí. - Y ellas se convirtieron en mi familia, no de sangre, pero la familia no tiene que ser de sangre o del mismo país.
— Y nosotras estamos felices de haberte adoptado- Hago una broma que hace reír a todos.
— No te olvides de mí. Tu mamá no firmo los papeles de adopción, pero me compro una cama y me dio la mitad de tu habitación, e incluso me consiguió un trabajo. No todo el mundo hace eso. - dice Priscila mientras apoya su cabeza en mi hombro.
Robert toma la palabra con determinación.
— A lo que queremos llegar con todo esto es que ya disté el primer paso. Ya has asistido a terapia, ya has sanado y pedido perdón por todo. Ya tienes un perdón. Ahora te falta uno, pero todos aquí sabemos que lo vas a lograr. Siempre estas logrando cosas. Lograste convertirte en una mejor persona a raíz de lo que paso. Vas a ver que tu hijo te va a aceptar en su familia- Expresa Robert con confianza.
— ¿En serio lo creen? - Pregunta ella mirándonos a todos
— Por supuesto que lo creemos. Va a tomar tiempo, pero incluso si tu hijo no te perdone, si lograras ser parte de su vida. - Menciona Paolo, coloca una mano sobre el hombro de Rebecca, transmitiendo su apoyo.
— Gracias chicos, por animarme. ahora si me disculpan, necesito hacer una llamada- sonríe a todos mientras se levanta, sosteniendo el celular en la mano.
— Por eso a veces no quiero tener hijos. Se que jamás los trataría mal, pero me da miedo porque sufrí mucho con mis familias de acogida, y no quiero convertirme en ellos si los tengo- comportarte Priscila con voz susurrante.
Lo sabía. Los primeros días, a Priscilla le costó mucho acercarse a nosotros tras la muerte de sus padres y de haber sido maltratada en esas casas. Cree que un día la vamos a abandonar.
— Por eso es mejor tener las tres: Estabilidad económica, estabilidad mental y sobre todo y la más importante, estabilidad psicológica. Eso lo que debe tener en cuenta ustedes. - Dice Paolo compartiendo con sinceridad.
— También, que, si no quieren ser madres, no lo sean. No es obligación de ninguna mujer serlo. No lo hagan por presión social, sino porque ustedes quieren. Porque puede pasar lo de Rebecca. Y lo que más sorprende es que Rebecca no se ve una mala persona, pero vemos que en casa era una persona muy diferente- comenta Robert con una mirada reflexiva. tal parce este tema lo ha cautivado, porque su revista ya no está a la vista.
— Yo si quiero tenerlos, pero por ahora eso no es para mí. - expreso sinceramente.
— Y los tendrás, pero primero tienes que mejorar en ti para criar de la mejor manera a tus hijos. – dice Paolo ofreciendo palabras de ánimo.
Mas adelanté, cuando Rebecca regresa, continuamos nuestra conversación sobre otro tema, evitando sobrecargarla con nuestros comentarios. Unos minutos más tarde, el timbre suena, indicando que nuestro ha terminado.
Durante el resto de turno, hago muchas notas metales para asegurarme de no dejar este trabajo. una de las principales es que era una chica de clase media y tengo compromisos financieros que cumplir.
No estoy dispuesta a hacer parte de las filas del desempleo en este momento. La otra razón es Amelia, siempre sería la más significativa para mí.
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UNA PRINCESA ENCANTADORA
Novela Juvenil( LGBT) Amelia, es una princesa atrapada por las obligaciones reales. En medio de la pomposidad de un evento real, una repostera llamada Alexandra se infiltra en la fiesta gracias a un plan maestro de su amiga. Alexandra, con su encanto y dulzura ca...