Como un jacinto

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Cristina se sintió alegre al descubrir esa mañana el hermoso ramo que adornaba ahora su habitación de hotel. Los delicados jacintos amarillos, sus flores favoritas, desde la infancia, parecían traer consigo un destello de alegría después de los acontecimientos del día anterior. Tras una vigorosa sección de ejercicios en el gimnasio, disfruto de una ducha relajante, saboreando la sensación de paz que esa inesperada sorpresa le había brindado.

Después de salir y vestirse con la ropa que una marca le había enviado como motivo de promoción, Cristina se sumergió en la tarea de tomar fotografías y subir un vídeo para sus redes sociales. Observo las fotos que había tomado el día anterior, pero al final las subió y sonrió. Aunque sabía que la belleza y elegancia innata de Amelia y cualidades que parecían estar más allá de su alcance, al menos Cristina tenía un consuelo: Libertad. La libertad de hacer lo que ella quisiera o no. Porque como había dicho su madre:

— No te preocupes, cariño. Tu eres hermosa y de cierto modo, es bueno tener la conexión que tenemos con la familia real, ¿no crees? Tu prima puede tener acceso a casi todo lo que desee, pero le falta libertad que tú tienes. Tú puedes ir con tus amigos a al centro comercial, ella no puede hacerlo. No necesitas seguir una agenda que dicte a donde ir. Tú tienes la libertad de vestir la ropa quieras, y salir con quien quieras, mientras que ella está atada por las responsabilidades de la corona. Recuerda, Cristina, tener libertad es un tesoro que no tiene precio. Pesada es la cabeza que lleva la corona, Cristina. Así que ya no te compares con ella.

Y así lo haría, disfrutaría de su libertad, algo que al menos tenía claro, mientras su prima, de alguna manera parecía anhelar. Después de organizar un poco su habitación, grabo un video para su canal en tik tok que ya casi contaba con casi 12 millones de seguidores. Las secuencias en sus vídeos eran increíbles, y las promociones eran lo suyo; era muy creativa en esto, y ella iba a aprovecharlo al máximo sabiendo que su prima no tenía esa libertad. Después de publicarlo, las notificaciones de me gusta comenzaron a sonar con una vibración constante en su teléfono. Sin embargo, antes de tener la oportunidad de verificar cuantos "me gusta" había acumulado su vídeo, su teléfono comenzó a sonar con insistencia, y en la pantalla, se veía la palabra "mamá".

Sin dudarlo, tomo la llamada.

— Hey mamá. ¿Qué pasa?- Cristina coloco el altavoz mientras se acomodaba sobre la suave cama y encendía la televisión. Se preguntaba si su hermano ya se había duchado o si al menos ya se despertado. Miro el reloj sobre su muñeca y se dio cuenta de que ya eran las 11 de la mañana.

— Hola mi amor. Solo quería ver como estas. ¿Cómo sigues?

— Bien mamá. Como dice el psicólogo hay días buenos y malos. Y hoy es un buen día.

— Acabo de ver el vídeo ya tienes 900 me gusta, es bueno que hayas publicado así te distraes y te diviertes corazón. Estas demostrando que los comentarios te molestan, pero los superas al siguiente día y con creces.

Si era algo positivo para ella, aunque giraba en torno a Amelia. Sabía que si no fuera prima de Amelia, no habría acumulado tantos seguidores como tenía. Conocía la lucha de muchas chicas de talla grande para ganar seguidores. Como su madre le había mencionado, era bueno pertenecer a una de las familias más influyentes de Inglaterra, aunque ella no era famosa por las razones que deseaba. Su fama se reducía a las comparaciones con Amelia. Le demostraría a Amelia aún más que ella si era capaz de lograr cosas y tener éxito. Era una forma de desquitarse de de todo lo que había sucedido en su infancia, y todo comenzaba desde esta mañana.

— Si mamá. Al menos la gente me empieza a ver a mí y a reconocerme a mí.

— Y te felicito por eso, y serás mas reconocida por ti misma, ya lo veras. Hablando de otra cosa ¿y tu hermano?

UNA PRINCESA ENCANTADORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora