Sin dormir

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Mientras seguimos cenando y manteniendo conversaciones cotidianas, olvide por completo el tema en específico que durante toda la tarde me hacía sentir nerviosa y revuelto el estómago. Después de que termináramos de cenar, lavo los platos y Robert se despidió, a pesar de la insistencia de mamá de que podría dormir en el sofá, a lo que él se negó varias veces. Mas tarde, después de darle su medicina y acostarla, caminé hacia mi habitación, donde encontré a Priscila tumbada en su cama.

Priscila y yo compartimos la misma habitación. Mamá compro una cama para ella luego de contarnos de porque estaba viviendo en la calle.

Nuestras camas estaban al lado una de la otra. Su parte de la habitación estaba pintada de un azul cielo, con una extensión de luces blancas en el techo. En la pared donde estaba la cabecera de su cama, había fotos polaroid de toda nuestra familia. En mi parte de la habitación, estaba pintado de un delicado rosa pastel. Como decoración, colgué una cortina con corazones blancos, fucsia y amarillos. También opte por una extensión de luces blancas para suavizar los colores de la habitación. Ahorramos para comprar una mesa y un espejo redondo. Habíamos colocado estantes en el lado izquierdo para guardar nuestros productos de aseo personal y libros, con la intención de mejorar la apariencia de la habitación. Priscila agrego estrellas alrededor de estos elementos, aportando más color a la habitación.

Cuando mire el reloj, eran las 11: 30 de la noche. Me resultaba imposible conciliar el sueño, y esto no solo se debía solo a que el día siguiente tendría que preparar mil postres para una multitud de personas famosas incluyendo a los reyes, por supuesto.

Mañana si todo salía según lo planeado por Priscila, tendría la oportunidad de conocer a una persona, que, de manera sorprendente, ya me tenía profundamente enamorada sin haber cruzado una sola palabra con ella. Es asombroso como una persona puede cambiar tu mundo simplemente con su presencia.

—No dejes que ella domine tu mente, como suele hacer todas las noches- dice dándome un susto repentino. Me siento despacio en la cama, reflexionando, sobre si debí haber optado por ver la televisión en nuestra habitación en lugar de darle vueltas a mis pensamientos. Priscila también se acomoda, inclinándose para prender la lampara de la mesa de noche y sentándose a mi lado. Su cabello castaño está recogido en una trenza para dormir que descansa en su hombro.

— Pido disculpas por despertarte- murmuro con la mirada baja. Ella me responde con calma: — No te preocupes, en realidad, he estado observándote durante un rato y tampoco puedo conciliar el sueño. - sus manos están cruzada en su regazo.

— ¿Tú tampoco puedes dormir? Pregunto con una sonrisa, recordando la vez en que Priscila se quedo profundamente dormida y no escucho la alarma, lo que la hizo llegar al trabajo 10 minutos tarde. Afortuna mente, no la despidieron, ya que el inspector está enamorado de ella, pero de todas formas recibió una reprimenda.

Ignora mi comentario y simplemente voltea los ojos.

— ¿Qué te preocupa? No S
sali de mi cama para que te rías de como duermo.

— ¿No crees que lo que vamos a hacer es arriesgado?, pregunto en un susurro.

— Tal vez sea arriesgado, pero no es como si fuéramos a hacerle daño a alguien. Solo vas a entrar a su cumpleaños, ser parte de su mundo por una noche, verla y, por supuesto, tienes que hablar con ella. Estamos haciendo esto para que te acerques a ella y no suspires cada vez que la vez en el jardín o sufras cuando no está- Dice mientras oculto mi rostro en una almohada.

— A veces siento que estoy perdiendo la razón. Trabajo para alguien a quien solo veo en el jardín, sufro cuando no la veo y me alegro cada cosa que hace. Pero la quiero, aun así.

—No creo que estés loca, Amelia es tu crush. Que tu no hayas tenido la oportunidad de hablarle, es algo diferente. ¿Cuántas personas tienen ocasión de mirar en vivo y en directo a su crush? No muchas. pero eso cambiara mañana. Si las cosas no salen bien entre ustedes, porque te aterra hablarle- dice lentamente mientras acaricia mi cabello- pasaras a la siguiente página, porque de amor nadie se ha muerto. Encontraras otra persona y listo- Concluye levantando los hombros.

— Dices la verdad- respondo, reflejando cierta desilusión en mi tono, aunque trato de no demostrarlo abiertamente.

— ¿Qué postre planeas hacer mañana? – pregunta

Reflexiono por un momento antes de responder:

Los postres deben ser algo fácil de preparar, ya que no sé cuántos invitados tendremos; eso lo sabremos mañana por la tarde. El resto del personal se encargará de los almuerzos para todos los que vengan a felicitar a Amelia. Menciono:

—Estoy entre fresas con crema batida queso y chocolate rayado o royos de chocolates rellenos de queso ricotta y salsa de mora

Priscilla mordiéndose el labio, comenta: — hasta pensar en esos postres me dio hambre. Siento que no debí haberte preguntado.

No te preocupes, cualquier cosa que quieras hacer esta bien. Primero, debe ser algo fácil. Segundo, tiene que ser rápido de preparar. Tercero, nosotros te ayudaremos a prepararlos. Porque a las 9 en punto, empiezo a prepararte para la fiesta. Te vas a sorprender con el vestido que tengo en mente para ti.
Es perfecto para que bailes y conozcas a la princesa, no para que te quedes sentada en una silla.

Ambas reímos a carcajadas, llenando la habitación con risas.

— No puedo creer que quieras que entre a la fiesta ¡aunque ese siempre ha sido tu sueño! - rodeo su cuello con mi brazo y la acerco más a mí.

—Tal vez, pero yo al menos no soy la que levanta a su mejor amiga porque no puede dormir pensando en su princesa.

- Que en realidad no es mi princesa, es la princesa del pueblo. Ojalá lo fuera - menciono con cierta tristeza porque estoy segura de que mañana la princesa me ignorara en cuanto diga hola.

—No deberías de entristecerte por cosas que aún no han sucedido. Pero si puedes hacerme el favor de tomarte una foto con Kit Konnor, te lo agradecería mucho. - sonrió ella

— Esta bien lo intentare. No te prometo nada.

Luego añade: — Ahora, deja de pensar y duérmete. -Me empuja hacia atrás y cubre con el cobertor mientras se levanta, apaga la luz y regresa a su cama.

- Bien, buenas noches señora- ella tira una almohada que termina cayendo en mi cara.

Nos miramos y estallamos en risas.

- Hey, apenas tengo 27 años- menciona riendo.

- A la cuenta de tres cerramos los ojos, - propone- Uno, dos, tres.

Finaliza.

UNA PRINCESA ENCANTADORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora