Visita

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Terminamos en la caseta del palacio, disfrutando de nuestros sándwiches del Subway que habíamos traído. Enmanuel intento arrebatarme el celular antes de que papá  lo detuviera en sus manos. Cuando me lo regreso le envié un mensaje a Alexandra. Mientras esperaba respuesta encontré distracción en acariciar al gato, que rara vez se dejaba de tocar por alguien que no fuera mi hermano. Además, aproveche para repasar el discurso que tendría que dar en la cumbre. Aunque no era necesario memorizarlo, mamá insistía en que lo revisáramos una y otra vez.

— ¿Puedo hablar con ustedes?

— Claro, Rose, entra. Te pedí un sándwich vegetariano - informo mi padre levándose y corriendo una silla para ella.- El ambiente se lleno de tensión.

— Gracias Esteban, eres muy amable-menciono mamá con un toque de tristeza,  primera vez que expresa esa emoción.

— De nada. También traje limonada, sé que no te gusta la Coca-Cola. Además, ya les conté a los niños y ambos prometieron no tener rencor con ninguno de los dos- nos mira antes de mirarla—también pienso que necesitaran ir a un psicólogo, pero antes estaba pensando en si quieres decirles algo, esta vez sin discutir y sin dar golpes.

Mama y yo sostuvimos intercambiamos miradas antes de que ella la apartara. Papá no solía intervenir en nuestras discusiones, pero si daba consejos después escuchar ambas partes. A pesar de todo, esta familia no se a desmoronado mas de lo que ya está. Le debemos mucho a él.

— Siento mucho haberte golpeado. El tema del divorcio a estado rondando todo el día y me desquite contigo. Fue un error y lo lamento.

— No sé si disculparte. Jamás puedo decirte nada porque siempre crees que estoy haciendo un drama. Eres tu la que tiene que irse no papá. El al menos siempre ha estado con nosotros. En cambio, tu tienes una relación inexistente con tus hijos frente a la cámara y me obligas a tener un matrimonio cuando el tuyo se está acabando. - exclame alterada, levantándome y saliendo de la caseta, mientras papá me llamaba para que regresara.

Recibí el mensaje de Alexandra indicándome que podía ir a su casa. Rápidamente me dirigí a mi habitación, tome una chaqueta con capucha y regrese al automóvil. Los guardaespaldas nos seguían de cerca.

Al llegar a su casa, toque el timbre observando aténta a mi alrededor. Ajuste la capucha sobre mi cabeza y note que los guardaespaldas se habían dispersado, dejando solo uno que estaría en contacto con los demás en caso de algún "incidente contra la corona".

Dirigí mi mirada hacia la puerta, cuando se abrió, y allí estaba, una joven que contrastaba notoriamente con Alexandra. Su tez era pálida, sus ojos de un profundo tono castaño. Pude notar su expresión de sorpresa al cruzar nuestras miradas.

— Hola, mucho gusto. Creo que me he equivocado de puerta- dije con pena mientras tomaba mi celular para verificar.

— Si, es aquí. Hola, su alteza real. Soy Priscila, mucho gusto. Alexandra saldrá en un momento- finalizo con una reverencia.

— Gracias, pero no hay necesidad de reverencias.

— Oh, lo siento. Es que es la primera vez que llega la princesa de Inglaterra tocado esta puerta, apenas salgo de mi aturdimiento.

Sonreí al escuchar la voz de Alexandra, apareció vestida con pantalones blancos y una blusa verde. Su cabello rizado ahora estaba recogido en una coleta alta.

— Hola Giselle ¿Cómo estás? – sonríe ella. Definitivamente me gustaba verla sonreír.

— Estoy bien, un poco desanimada. ¿Tienes jardín trasero? ¿podemos hablar allí?

UNA PRINCESA ENCANTADORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora