Mi habitación

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Nota: Escuchar la cancion antes de leer.

A las 3: 40 de la tarde, mi último grupo de visitantes, se fue después mi orgulloso recorrido por el majestuoso palacio. En un amplio salón, Enmanuel y los guardaespaldas me ayudaron a organizar las flores que tanto el como yo habíamos recibido. Nos sorprendieron con hermosos regalos; no solo ramos elegantes, si no también elogios, dulces y hasta cartas de niños disfrazados con ingenio de la guardia real. La escena fue tan encantadora que no resistí la tentación de cargar a algunos de esos pequeños, y Enmanuel se unió compartiendo risas y alegría con la gente.

Vi a Andalucía. Aunque se notaba que Enmanuel deseaba estar cerca de ella, su partida inminente con sus padres para disfrutar el ultimo día libre antes de clases le impidió quedarse mucho tiempo. Se notaba cierta tristeza en sus ojos, pero al mismo tiempo, esto lo motivo para el regreso a clases.

Deje a Enmanuel con los demás integrantes de la familia en la gran sala, despidiéndome alegando que estaba cansada. Me encamine a mi habitación, sintiendo la atenta mirada de Liam, con quien no compartíamos una relación cercana. La decisión de mi tía Ingrid de alejarse de la vida pública por amor y no sentirse cómoda con la constante atención lo afectaba, lo cual entendía.

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- Edward- Salude con voz animada al llegar a la puerta de mi habitación, procurando no ser vista por el otro grupo de visitantes que había entrado. Esta vez, la guía seria dirigida por mis padres.

- Señorita Amelia, felicidades por dirigir el desfile, nos dejó muy impresionados.

- ¡Gracias! No lo hubiera logrado sin la ayuda de todos ustedes. Gracias por cuidarme durante las prácticas para el desfile.

- Fue un gusto acompañarla. Si realiza un trabajo tan increíble, espero que Dios me dé la oportunidad de verla reinar cuando llegue el momento. Hará un maravilloso trabajo, al igual que su madre. -hizo una inclinación rápida, antes de volver a su postura seria-Ahora, no me puedo mover de aquí. Usted sabe las reglas. Mi deber es protegerla cuando algunos de sus familiares no están adentro. Y si la señorita allí adentro es su amiga, solo llámeme si necesita algo. - Continuo con firmeza, pero su mirada reflejaba una mezcla de lealtad y amistad.

Con una sonrisa, recordé hace unos minutos cuando me acerque para pedirle que ocultara a Alexandra en mi habitación, me miro con cierta incredulidad, pero al final acepto: - Todo estará bien te lo prometo. Te quiero. - mencione con una sonrisa abriendo la puerta. Al cerrarla escuche un -yo también- seguido de una risa ahogada.

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Entre con una sensación de anticipación y emoción, deseando pasar el resto de tarde con ella. Sin embargo, al no encontrarla, mi preocupación creció. Mientras colocaba las flores en la mesa de noche, revisaba en cada rincón, desde el baño hasta el closet, y detrás de la pequeña puerta tras del espejo. Al no encontrarla d inmediato, me quité el chaleco, me senté en la cama, y con una mezcla de ansiedad y anhelo me senté en la cama.

Con el celular en mano, marque su número. Cada digito ya muy familiar después de tanto tiempo sus dígitos. En las noches, después de llegar a casa me sumergía en la melodía de su voz a través de los videos, como un suave arrullo antes de dormir. Al llevar el teléfono a mi oreja, una sensación acariciante en mi pie me hizo saltar y ponerme de pie. El sonido del teléfono resonó, y de repente, la sorpresa me hizo apagar el celular y colocarlo en la mesa. Mientras negaba suavemente, me arrodille junto a mi cama. Fue entonces cuando su cabeza emergió, con una sonrisa juguetona iluminando su rostro. Mi corazón latía con una intensidad incontrolable.

UNA PRINCESA ENCANTADORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora