Enfrentamiento

102 10 78
                                    

5,4, 3, 2,1...

—Buenos días, su alteza. Debe levantarse y prepararse. Su madre desea verla en 30 minutos. Ya he seleccionado su atuendo: hoy no tiene deberes reales, así que no será necesario usar vestidos ni faldas. Un simple pantalón y blusa serán adecuados- anuncio Nancy, mientras deslizaba las cortinas de mi habitación.

Sali de la cama y agradecí una vez que terminé de arreglarla. Tome una ducha rápida, luchando por mantenerme despierta mientras me vestía. Anoche me había quedado despierta viendo los videos de Alexandra y dándoles "me gusta".

Aparentemente lista, baje al comedor. Aunque no tenía ganas de desayunar, me obligue a comer tostadas y huevos rápidamente. Hoy Enmanuel, estaría haciendo ejercicios de matemáticas con papá, mientras Enmanuel se quejaba. Camine por el largo corredor y toque la puerta de la oficina de mi madre, quien me invito a pasar. Me quede unos centímetros alejada del gran escritorio en el que ella estaba sentada.

— Amelia, buenos días. ¿Cómo has amanecido hoy?

— Buenos días mamá. Estoy muy bien- respondí, pensando en Alexandra.

— Me alegra escuchar eso. Significa que saliste de tu rutina y podrás cumplir tus deberes reales de manera óptima. Pero quería hablar contigo sobre algo que me preocupo porque no estaba presente- ella saco una revista detrás suya. La portada mostraba a los príncipes de Suecia y a las princesas de España, incluyéndome a mi hermano en un bar local. Decidieron llamar a la fotografía "la princesa borracha". Me acerque y tome la revista de la mano de mi madre. Odiaba profundamente a los fotógrafos por crear falsos rumores.

— Mamá, no estaba borracha, te lo aseguro. Admito que tomé, pero lo hice con moderación. Además, jamás me emborracharía delante de Enmanuel. - dije indignada.

— Comprendo tu punto, Amelia. Pero debes recordar que tu posición implica responsabilidades. No podemos permitirnos mostrar algo como esto especialmente con los demás príncipes. La atención mediática que recibimos es constante. No te estoy prohibiendo que te diviertas, pero te pido que lo hagas con precaución - dijo con severidad.

Deje la revista sobre la mesa. El humor que tenía esta mañana se había esfumado. Camine hasta situarme frente a mi madre.

— ¿Hay algo más que desees discutir o puedo retirarme?

— De hecho, sí, hay un asunto adicional que debemos abordar. Te recuerdo que el lunes debemos asistir a la en la cumbre de la vida marina, así que es fundamental que tengas tu discurso preparado para esa ocasión. Partiremos mañana por la noche a Preston Sands. Además, planeamos invitar a Karim, así que te pido que seas más amable con él. Me conto que anoche no estuviste presente en la fiesta; ni siquiera cortaste el pastel ¿podrías explicarme donde estabas anoche?

Esto era increíble. Ahora tenía un príncipe que se hacía pasar por mi guardaespaldas.

— No puedo decírtelo, pero pase tiempo con alguien que realmente se molestó en conocerme. No me trato como un objeto de compra y venta.

— Él ya me explico porque hizo esto y no veo la razón para que estés molesta. Entiendo tus preocupaciones, pero él se disculpó y prometió demostrar cuanto lamenta sus acciones. Deberías darle una oportunidad.

— ¿Como esperas que haga eso? Sabes muy bien cómo es su país y como es el nuestro. Me sorprende que quieras que me acerca a él. - respondí con frustración.

— Quizás necesitas a alguien que pueda controlarte para evitar que cosas como las que dice la revista vuelvan a suceder. siempre has sido alguien difícil de manejar, siempre haces un problema de todo, cuestionas todo. ¿No te das cuenta de quién eres?

— Se quien soy, y precisamente por eso no quiero estar con él. Puedo tomar un cargo que no deseo perfectamente sin su presencia o renunciare a la línea de sucesión, si tengo que estar a su lado.

— No me amenaces, Amelia. - tomo mi brazo con firmeza, mientras sus ojos verdes me miraban fijamente- por si no lo sabes, en nuestra vida, debemos hacer sacrificios. Ese es nuestro deber. - sus labios rojos se fruncieron esta vez. Solté mi brazo de su agarre.

— El ultimo matrimonio concertado que tuvimos en la casa real fue en 1981 y salió bastante mal, y si me obligas que casarme con Karim, sin duda será muy controversial.

Después de un momento en el que nos miramos fijamente, me dirijo hacia la puerta. Justo antes de girar el pomo, su voz suena de nuevo.

— Amelia, no quiero ningún conflicto el lunes entre tú y Karim. No importa lo que sienta por él, te ruego que lo mantengas en privado.

Me giro para responder:

— Entiendo madre. Se cómo mantener una fachada y sonreír ante los demás.

Mi madre me miro incrédula y esbozo una sonrisa falsamente. Dio media vuelta y se posiciono en medio de su escritorio, cruzando los brazos.

— Siempre haciéndote la sufrida, ¿verdad? ¿quieres ver lo que es sufrir? – se dirige hacia la ventana— hay gente muriendo de hambre, hay personas en hospitales luchando por sus vidas, y viven muchos en la pobreza, pero oh, pobrecita Amelia, la niña que vive en un palacio, la que tiene un personal completo para servirle, pobrecita ¿verdad?
La niña que luce el ultimo iPhone, y viste ropa de marca todos los días.

Mi madre tenía una habilidad innata para hacerme sentir diminuta, mientras al mismo tiempo me dejaba sin derecho a expresar mi enojo por cualquier motivo. Lo cual lograba irritarme aún más.

— Lamento ser humana y no la máquina que quieres que sea. A veces siento que eres un monstruo que intenta controlarnos a todos, y nos sofoca- Ella se acercó rápidamente a mí, con una mirada cortante, alzo su mano y me dio una cachetada.

Las discusión entre nosotras era frecuente, pero nunca antes me había golpeado.

— ¡ No me hables de esa manera! recuerda quien soy yo para ti. - puse la palma de mi mano y volví a mirarla desafiante.

Separe nuestra mirada cuando papá abrió la puerta.

— Amelia, cariño, retírate. Necesito hablar a solas con tu madre. Ayúdale a tu hermano con los ejercicios.

Camine hacia el salón de estudios, donde se encontraba Enmanuel sumido en su tarea, concentrado mientras escribía en su cuaderno. La luz tenue de la mañana se filtraba a través de los grandes ventanales. Verlo tan inmerso en sus deberes me hizo reflexionar en la idea de si sería justo que renunciara a mi línea de sucesión. Recordé el momento en que, a los 10 años le grito al camarógrafo que no quería más fotos durante un acto benéfico, lo que resulto en un fuerte regaño por parte de mamá. No podía evitar preguntarme cuanta presión caería sobre sus hombros si tomara esa decisión. 

Dedicado a todos los que aun no se han ido de esta historia. 

Gracias.

UNA PRINCESA ENCANTADORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora