Ver mi nombre en esa lista no fue una novedad; desde que había entrado a trabajar en el palacio, había sido una tradición anual para mí. Lo mismo podría decir Robert, pero él no lidiaba bien con la frustración de ver su nombre allí.
Para animarlo un poco, lo invite a él ya Priscila a mi casa. Era inevitable que ella no estuviera en mi casa; sus padres habían fallecido cuando ella tenía 16 años. Paso por varias familias de acogidas, pero ninguna la adopto oficialmente. Era extraño, Priscila tenía una personalidad alegre, pero supongo que algunas personas no valoran a las personas buenas, aunque las tengan frente a ellas.
Finalmente, mi madre adopto a Priscila, aunque no de manera oficial, ya que Priscila ya era mayor de edad cuando la conocimos hace cinco años. Desde entonces, se convirtió en una hermana para mí. Aunque tenía su propio departamento, algunas veces a la semana cenaba y pasaba la noche en nuestra casa. Mientras estábamos en casa, solía acompañar a mi madre viendo La ley el orden. Mientras tanto, yo me encargaba de cocinar.
Hoy, Robert está ayudándome a preparar la cena, que consiste en arepas rellenas de pollo con guiso, apetición de Priscila a quien mi madre trata de consentir cada vez que viene.
- Espero que te pudras en la cárcel, tú eres el diablo- Grito Priscila a la televisión, Paolo y yo sonreímos ante su comentario.
- Creo que el pollo ya debe estar listo- dice Robert fijando sus ojos en la olla. Apago la estufa y me volteo cruzándome de brazos.
- Esta vez lo voy a desmenuzar yo, no dejare que te lo comas- bromeamos, recordando el día en que tuvimos que salir al centro de Londres para conseguir otro pollo, ya que él se lo había terminado comiendo mientras trataba de desmenuzarlo.
- Lo siento, pero en mi defensa- empezó el
- No tienes defensa- termino la frase sonriendo.
- Bueno, tal vez no tenga defensa contra lo del pollo, pero te ayudare a conocer a tu princesa mañana, así quedamos en paz y salvo – prometió colocando una mano sobre su corazón imitando a un niño explorador.
- Pensar en eso me pone nerviosa, no me malinterpretes. Amelia ha sido un sueño para mí, pero tengo miedo de que nos descubran o algo salga mal con los postres. Y no estoy dudando de ustedes- Añadí negando rápidamente.
- Cálmate- dice mientras sostenía mi mano, que había estado temblando hace un momento. Paolo había sido uno de los que siempre notaba mi respuesta nerviosa.
Siempre, que sentía miedo o estaba nerviosa, mis manos comenzaban a temblar. A veces, desearía ser como Priscila, quien rara vez experimentaba miedo o preocupación por las consecuencias de las cosas.
- Todos estamos dispuestos a hacer esto por ti porque te queremos. Hace mucho tiempo, has tenido un amor platónico por ella. Cada vez que sale en una revista, te quedas mirándola. O aparece en la televisión, y cuando la vez en el jardín esperando a que venga y se recueste en tus brazos- dice de forma exagerada, adoptando una extraña posición de princesa en apuros
sonreí ante su demostración teatral, porque no me siento tan ridícula cuando miro a Amelia. Solo aprovecho las ocasiones en que la puedo lo puedo hacer.
Estoy a punto de presentar mi gran argumento, pero el cuerpo de Priscila se interpuso entre nosotros rápidamente, separándonos.
—Detecté risas aquí y vine corriendo ¿de qué están hablando? – Pregunto ella, mientras yo sacaba el pollo y me preparaba para desmenuzarlo.
—De porque eres tan fea- bromee sacando una sonrisa de Robert. Priscila me miro boquiabierta y luego volteo a mirar a Robert quien desvió la mirada hacia otro lado.
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UNA PRINCESA ENCANTADORA
Roman pour Adolescents( LGBT) Amelia, es una princesa atrapada por las obligaciones reales. En medio de la pomposidad de un evento real, una repostera llamada Alexandra se infiltra en la fiesta gracias a un plan maestro de su amiga. Alexandra, con su encanto y dulzura ca...