Paz

111 10 51
                                    

— Su alteza- pronuncia la voz de una mujer al abrir la puerta. A pesa de mi estado de ánimo después del desagradable encuentro con Karim, decido hacerla pasar.

— Cuando la escuche mencionar que — Su novio la está buscando- no pude evitar rodar los ojos ante la idea de que ese individuo pudiera ser mi novio. La idea de que mi madre pudiera emparejarme con alguien como el me resultaba incomprensible.

Rápidamente aclaré mi voz y respondí, enfatizando mi desacuerdo:

--Él no es mi novio.

Mientras hablaba, observe a la mujer que acaba de entrar a la sala. Era una joven de piel bronceada, con penetrantes ojos castaños claros y una figura esbelta. Su vestimenta consistía en un elegante vestido con escote en v que caían en suaves pliegues sostenido por finos tirante, sin mangas. Su maquillaje estaba perfectamente coordinado con su tono de piel, resaltando sus mejillas con un suave rubor rosado y sus labios con un brillo sutil. Un collar de cadena con un encantador diseño dorado de mariposa adornaba su cuello, y sus dedos lucían una selección de anillos minimalistas.

 La mujer irradiaba belleza y estilo.

Con timidez responde: — Lo siento. Es que él te está buscando. Discúlpame.

— Cierra la puerta- digo con urgencia. Ella obedece rápidamente, cerrando la puerta con cuidado. Ambas quedamos en silencio por un momento. Comienzo a limpiar mi rostro sintiéndome avergonzada de que una desconocida me vea llorar.

Rebusca en su cartera y saca una pequeña bolsa Ziploc, la abre y saca un pequeño pañuelo. --Aquí tienes, a veces viene bien.

— Gracias- tomo el pañuelo y continúo limpiando mi rostro.

— ¿Enserio tienes bolsas con pañuelos en una cartera? - digo con sorpresa.

— De hecho, tengo de todo en esta cartera. Priscila siempre me llama abuela. - muestra una hermosa sonrisa. Veo sonrisas casi a diario, pero esta se lleva el puesto número 1.

— ¿Priscila? - pregunto con interés- ¿Qué más llevas en esa cartera?

— Mi mejor amiga, y, de hecho, mi cartera nos ha salvado la vida varias veces. Llevo desde pinzas hasta un cortaúñas. - ambas reímos ante esto.

— Me imagino que, si pudieras guardar toda tu casa en tu cartera, lo harías- bromeo

— Pues estas en lo cierto, y eso es lo mismo que me dice Priscila. - dice respondiendo tímidamente.

— Tienes un aura que hace sentir mejor a la gente- digo mirándola fijamente a lo que puedo notar un ligero sonrojo.

— Me alegra haberte echo sentir mejor. ¿quieres que te traiga algo de tomar? Hay agua, gaseosa o ponche. - la agarro suavemente de la muñeca para evitar que se vaya hacia la puerta, quedando muy cerca. No quiero estar sola con mis pensamientos de nuevo. — no, por favor- puedo asegurar que con tacones o sin tacones somos de la misma estatura. También que sus ojos son increíblemente hermosos, pero ¿qué me esta pasado? - pregunto en mi mente

— Quédate, deseo hablar con la persona que puede llevar hasta una peluquería en su cartera- digo rápidamente para ocultar el rubor en mí.

— No me tiente princesa Amelia- dijo, guiñando un ojo juguetonamente.

— Solo Amelia, por favor- dije, soltando su muñeca.

— ¿Podríamos sentarnos, solo Amelia? es que tengo tacones y no los uso mucho, y me canso- Observó su pie extendido. Jamás alguien había demandado algo, aparte de mi hermano y mi padre claro. Pero por lo general, era lo contrario, yo demandaba y los demás hacían. Por fin, podía ver que alguien me mostraba un trato normal.

UNA PRINCESA ENCANTADORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora