Culpa

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Con una sonrisa sutil, observo la elección estratégicamente buena del individuo, una decisión sabia, pero llena de consecuencias para aquellos cercanos.

Se levanto de la mesa con calma, mientras la mirada del otro hombre reflejaba confusión, y el temor, una mezcla de angustia y arrepentimiento se mostraban en sus pupilas dilatas. Preguntándose porque se le había ocurrido hacer tales acciones el hombre ya era una persona lo suficientemente madura, él sabía que sus acciones no solo tendrían graves repercusiones legales, si no que su vida personal se vería alterada de formas que no se podía siquiera imaginar. Quizás podía escudarse con que necesitaba dinero, pero ahora se replantea varias cosas.

— No debería involucrar a mi familia.

— Ciertamente no me gustaría hacerlo, pero la seguridad y felicidad de tu familia dependerá de las acciones que tomes. Tú tienes el control. Aceptas las pocas consecuencias que te ofrecen, o ya sabes que puedo hacer. Ese niño que tienes es muy lindo.- Dijo, como siempre con su arrogante y brillante sonrisa.

Afuera la algarabía del día se escuchaba se filtraba a través de la bonita casa de cristal del hombre. Risas y cánticos llenaban el aire, creando un fuerte contraste con el tenso intercambio dentro. La brillante luz del sol bailaba en las paredes transparentes, pero el bullicio festivo apenas lograba penetrar la atmósfera cargada que se había instalado.

— ¿Y si yo digo le digo a todos los que estás haciendo?

El hombre de 25 años rodó los ojos y luego se rió de él.

— Eres idiota si crees que te van a creer. Yo hago muchas cosas por las personas, mientras que tu desprestigias a alguien solo porque te cae mal. No creo que con esa fama que tienes ahora, alguien vaya a creerte.- su voz se torno oscura, mientras miraba al hombre con desprecio.

— ¿Porque te interesa? Solo es alguien que solo se la pasa paseando y haciendo. No es obligatorio que me caiga bien.

— Tienes razón, no es obligación que te caiga bien, pero si es tu obligación y deber respetar, te guste o no. Y si vuelves a decir algo malo, me obligaras a hacer algo igual de malo que tus palabras. Créeme no quiero hacerlo.

El hombre escucho las risas de su hijo y esposa, mientras se preparaban para salir. Su hijo estaba particularmente emocionado por este día, ya que se reuniría con algunos compañeros de su escuela. Qué casualidad, o no, era la escuela en donde por supuesto, un familiar de las personas que menos quería en el mundo estaba estudiado. El hombre cerro los ojos, como quisiera devolver el tiempo, en poco tiempo su vida, y reputación estaban por el suelo.

Los abrió de nuevo, y con un suspiro respondió: — Bien, estoy dispuesto a rectificar cualquier malentendido y disculparme. Pero espero que mi familia este a salvo, yo cometí el error yo lo rectificare. ¿Algo más que necesites?

— Claro, que necesitare algo. Pronto te lo diré.


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—Señorita Priscila, ¿recuerda lo que paso? - Dijo Abigail, la oficial de policía, quien tenía su abundante cabello recogido en un elegante moño, mientras anotaba en una agenda las respuestas.

Priscila recién había despertado del sueño por la alta dosis de morfina. Tenía varios moretones en el rostro y los brazos; y su labio estaba rojo. A pesar de eso, no mostraba traumatismos ni en el cráneo ni en los ojos. Los médicos aseguraron que, en general, estaba bien y que su rostro se recuperaría en unas cuantas semanas. Mientras tanto, me cuestionaba sobre lo sucedido esta tarde y, al mismo tiempo, me intrigaba el motivo por el cual Priscila estaba vestida como yo, con el mismo peinado. Aunque solíamos coordinar nuestros atuendos, nunca llegábamos a vestirnos de manera idéntica.

UNA PRINCESA ENCANTADORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora