Capítulo II.

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Su traje se encuentra perfectamente guardado en la parte superior de la maleta, mientras que los anillos de Atsumu y Sakusa se encuentran en pequeñas cajas de terciopelo resguardadas en los bolsillos más pequeños de su maleta. En lo que respecta a la preparación física, Osamu está listo para un viaje de costa a costa. En cuanto a la preparación mental, es algo de lo que no está muy seguro.

—¿Qué estás haciendo? —pregunta Suna de manera incriminatoria ante la mano estirada de Osamu hacia la radio del coche. Aunque los ojos verdes de Suna están ocultos detrás de sus gafas y su cara está girada hacia el largo camino que tienen por delante, de alguna manera se las arregla para captar sus movimientos por el rabillo del ojo. Y eso irrita a Osamu hasta el fondo.

—¿Cambio la emisora de la radio? —el peligris responde luego de un momento, dándole una mirada desconcertada—. No sé porqué escuchas esta extraña emisora de viejos, pero...

—En primer lugar... —las manos de Suna giran ligeramente el volante para guiar el coche por la curva de la carretera— no es una estación de radio, es mi lista de reproducción en Spotify, puse una conexión Bluetooth en Stevie hace un año. En segundo lugar...

—¿Stevie? —repite incrédulo el peligris, torciendo su cuerpo lo mejor que puede para mirar directamente a Suna—. ¿Le pusiste nombre a tu auto? ¿Eres uno de esos tipos? —el ojiverde le da una mirada a Osamu y luego vuelve a prestar atención a la carretera antes de responder.

—En segundo lugar —continúa el castaño retomando lo antes mencionado, ignorando su comentario mientras su mano derecha reajusta su cambio de marcha— el conductor escoge la música —ante sus palabras, el peligris hace una mueca mientras se acomoda en el asiento con los brazos cruzados.

—Así que escucharemos "Tiny Dancer" todo el viaje.

—No, todo el viaje no —Suna mueve la manilla de cambio de dirección con su mano llena de anillos  antes de comprobar sobre su hombro para cambiar de carril. Osamu lo mira, sus ojos echan un vistazo a los músculos tensos del cuello del castaño mientras Suna continúa—. Escucharemos otras canciones también.

—Grandioso —el peligris exhala lentamente y apoya su cabeza en la cabecera del asiento, cerrando los ojos mientras la voz de Elton Jhon continúa sonando por los altavoces—, realmente lo estoy deseando.

—Tal vez deberías tratar de dormir —Suna murmura mientras su voz se tiñe de irritación a la vez que The zombies suena de fondo—. Creo que estarás de mejor humor después de una siesta.

Osamu reajusta sus brazos cruzados mientras murmura una corta respuesta.

—No me digas qué hacer —aún así, cierra los ojos nuevamente girando su cuerpo hacia la ventana en un intento de conciliar comodidad y sueño.

Estar en un viaje con Suna ya le está dando una migraña palpitante y sólo llevan menos de dos horas en la carretera, dormir durante la mayor parte del viaje es su mejor opción para ser capaz de sobrevivir.

A pesar de hacer el intento de dormir, su teléfono vibra en su regazo y Osamu mira la pantalla ahora iluminada mordiendo el labio inferior al visualizar el nombre de quien le escribía. Abre su teléfono rápidamente y lee el mensaje mientras un sentimiento de culpa comienza a acumularse sobre él.

«¿Qué vas a hacer esta noche? ¿Quieres ir a cenar?»

—¿Qué pasa?

—¿Mh? —el peligris levanta su cabeza moviendo sus ojos en dirección a Suna, quien le mira de reojo. La constante vigilancia le es molesta a Osamu, pero el ojiverde no se da cuenta, o elige ignorarla.

—Pregunté qué está mal. Tienes una mirada extraña en la cara —las palabras de Suna son acompañadas del tamborileo de sus dedos contra la palanca de cambio—. ¿Todo bien? ¿Son Sakusa y Atsumu?

42 horas ; osasuna (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora