Capítulo XII.

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—¿Y? ¿Qué piensas?

Osamu pasa por debajo del umbral, analizando minuciosamente cada detalle de la habitación tan rápido como puede. El interior parece ser un concepto abierto con pequeñas divisiones arquitectónicas. La sala de estar y la cocina fluyen entre sí sin problemas, con una isla que divide el espacio. A la izquierda de la sala hay un pequeño rincón de lectura, con un cómodo sillón de mimbre y una estantería de medio tamaño que parece estar bien surtido. Separando el rincón de lectura del resto de la cabaña, está la escalera, que Osamu predice que va al baño y al dormitorio principal. Entre las paredes, grandes ventanales ofrecen una hermosa vista al bosque, mientras que la chimenea cruje silenciosamente en la sala de estar debido al fuego. Osamu piensa que podría vivir en este espacio por el resto de su vida.

—Es hermoso, Tsumu —murmura el peligris, finalmente dejando su maleta y bolso en el piso para poder observar todo a mayor detalle. Primero camina hacia la sala de estar, pasando sus dedos sobre la manta que cubre el respaldo del sofá—. ¿Esto es para ti y para Sakusa?

—No, es para ti y para mí —responde yendo hacia la cocina. De la nevera saca una botella, mientras le hace un gesto sobre su hombro a su gemelo—. Saca un par de copas, por favor.

Osamu cruza la cocina buscando en los pequeños muebles hasta que logra dar con las copas, de allí toma dos y los deja sobre la isla.

—¿Tú y yo? —pregunta confuso.

Atsumu le dedica su familiar sonrisa mientras descorcha el vino. Osamu, al verlo, se siente como en casa.

—Es tradición que no podamos vernos antes de la boda, así que después de la cena de ensayo, Omi y yo nos despediremos hasta la ceremonia de mañana, y nosotros... —relata mientras llena la copa del peligris— tendremos una despedida de soltero versión privada—. Mañana podrás tener la cabaña para ti solo, porque estaré en mi luna de miel, y con suerte, echando un polvo.

Osamu le sonríe mientras levanta su copa, chocándola con la de Atsumu.

—Suena como un buen plan —murmura luego de dar un gran trago, apoyando sus codos sobre la isla—. No puedo creer que te vayas a casar mañana.

—Sí bueno, eso es noticia vieja —el ojimiel agita su mano mientras sus ojos inquisitivos se encienden con maldad—. Preferiría saber cómo fue el viaje con Suna. ¿Finalmente se están llevando bien? La última vez que te llamé parecía que se estaban divirtiendo.

Osamu se detiene con su copa de vino a medio camino hacia sus labios. Parte de él quiere contarle todo a su gemelo, porque siempre le ha contado hasta el mínimo detalle. Por otra parte, nunca ha tenido un secreto, sin embargo, Atsumu y Sakusa lo que menos necesitan antes de su boda es estar estresados porque los padrinos tuvieron una noche de borrachera en Cleveland.

—No diría que nos estamos llevando bien precisamente —responde el peligris tomando un sorbo de vino entre oración—. Estamos... un poco mejor, supongo. Pero no tanto.

—¿En serio? —cuando Atsumu levanta una ceja, su gemelo puede detectar un indicio de decepción en su voz—. Pero Suna dijo...

—¿Qué dijo? —Osamu pregunta rápidamente, Atsumu muerde su labio inferior y se encoge de hombros con sutileza.

—Nada, supongo... No lo sé, escuché a Omi y Suna hablar por teléfono anoche, pero no pude entender mucho, sonaba como si estuviera en un bar.

La nueva información hace que Osamu se tense. Suna había llamado a Sakusa mientras estaban en el bar... Suna sintió la necesidad de llamar a Sakusa mientras estaban en el bar. ¿Qué había sido tan urgente que necesitaba hablar con su mejor amigo en ese mismo momento?

42 horas ; osasuna (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora