Capítulo VI.

1.1K 128 111
                                    

—¡Hola, bienvenidos! Me llamo Gracie, seré su camarera el día de hoy ¿puedo ofrecerles algo para empezar? —la camarera de la pequeña cafetería sonríe en dirección de ambos, con una libreta en una mano y una cafetera medio vacía en la otra.

—Café —dicen ambos al mismo tiempo, los ojos de cada uno parpadean al otro unos segundos antes de mirar hacia otra parte.

Osamu mantiene su vista en la taza blanca de cerámica frente a él mientras Gracie la llena, negándose a hacer contacto visual con Suna nuevamente.

La última hora había sido casi insoportable.

Cuando volvieron al coche, Suna sacó su lista de reproducción, apagó la radio y por primera vez en lo que llevan del viaje, un verdadero silencio los acompañó. Osamu creyó que le gustaría, pero la verdad es que ha sido de lo peor.

Cada poco tiempo oía a Suna cambiar de marcha, golpear con sus dedos el volante o simplemente suspirar, y deseó poder decir algo, pero no lo hizo, no pudo.

Le agradeció internamente cuando simplemente salió de la autopista sin decir nada y aparcó frente a una cafetería. Allí dentro, las conversaciones de los demás y el estruendo en la cocina, eran una buena distracción para ambos.

Un movimiento por el rabillo del ojo le llama la atención al peligris, allí nota a Suna meter un pequeño trozo de mantequilla a su café, revolviendo el contenido con una cuchara hasta que se derrita.

Osamu arrugó la nariz con asco y casi abre la boca para soltar un "¿Estás jodiendo, Suna? Añade leche como una persona normal." Pero se muerde la lengua antes de decir algo. En estos momentos, no están en posición de hacer bromas el uno al otro, especialmente después de que le dijo que no eran amigos. Que de hecho, no lo son, y nunca lo han sido. Lo cual no es precisamente una noticia, no llevarse bien ha sido la firma de Suna y Osamu desde que se conocieron.

Entonces... ¿por qué hay un agujero en el estómago del peligris que se hace más profundo cada vez que Suna le aparta la vista?

El sonido de los tacones de Gracie alerta su presencia antes de que lo haga su voz.

—¿Decidieron que les gustaría comer?

—Unas tostadas con huevo —dice Suna mientras cierra el menú— y un vaso de agua, por favor.

Gracie asiente lentamente tomando el menú del castaño con cuidado antes de girar su rostro al de Osamu.

—¿Y para usted?

—Eh... —apenas había mirado el menú, estuvo demasiado perdido en sus pensamientos para echarle un vistazo. Y eso, era decir mucho— quiero una hamburguesa, por favor... Y un vaso de agua también. Gracias —la muchacha anota el pedido en su libreta antes de tomar el menú restante y desaparecer hacia la cocina.

Una nueva ola de silencio cae entre Suna y Osamu mientras cada uno da sorbos a su café, haciendo lo posible para no mirar a la persona que está sentada frente a ellos.

Sin embargo, a pesar de sus intentos, Osamu no puede evitar mirar de vez en cuando al ojiverde que se encuentra perdido en la ventana, notando su cara tensa, como nunca antes la ha visto, y una oscuridad sobre toda su expresión en general.

Es como si hubiera una nueva pared separándolos. Osamu nunca se había sentido tan fuera de lugar con Suna, lo cual, honestamente, también dice bastante.

Miraba su café medio vacío cuando Suna finalmente habla, sonando tan tenso como su expresión demostraba.

—Mierda —dice en voz baja. Osamu escucha cómo el otro revuelve en sus bolsillos y levanta la vista para ver qué ocurre.

42 horas ; osasuna (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora