Capítulo 8

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-Es espantoso-Critiqué de repente el objeto sin sentido que Jaeger tendía en mi dirección.

-Mentira, dices eso solo porque me gusta-Contraatacó con indignación invadiendo su varonil rostro.

Y es que esa mierda que traía en las manos era como un duende, con una boca enorme y el cabello de dicho muñeco tapaba su nariz. Sería incapaz de poder dormir tranquilo de ahora en adelante en este lugar, sabiendo que ese loco tenía ese tonto muñeco en su casa. Su sola mirada me causaba escalofríos, y su cuerpo raro, sin partes intimas, lo hacía un tanto perturbador.

En el fondo, aunque me causara gracia el hecho de que el mafioso se hallaba totalmente indignado por mi comentario dirigido a ese feo muñeco de su infancia, no dejaba de lado que hoy de nueva cuenta tampoco salí de mi habitación por gusto propio, pues terminó ocurriendo lo mismo que la ocasión pasada, fui obligado a salir de mi cueva.

Estos días lo único que había sucedido era que Eren frecuentaba sacarme a la fuerza del cuarto, llevarme a un sitio nuevo y diferente en su enorme casa, incluso más grande que el hospital en el que trabajo. Y por una maldita mierda que siempre acababa cansado de tanto caminar, y era un tanto ridículo cansarse por dar la vuelta en un "hogar", pero de igual modo debía ser entendible, pues había visto a algunos secuaces de Jaeger andar en caballos por el sitio o hasta en carros.

Una vida muy distinta a la que estaba acostumbrado, pues aunque es cierto eso de que tenía el presupuesto suficiente para darme mis lujos, esta mierda era demasiado. Prácticamente, podría escupir tal cual confirmación que este hombre cagaba dinero unas cien veces al día. Me sentía un vagabundo a su lado, y ni hablar de que la mayoría de veces usaba trajes que de lejos se les escapaba el "soy de marca". Sin embargo, creo que esto era una cosa que debía esperarme de un mafioso como el moreno, sus "negocios" evidentemente dejarían demasiado efectivo.

-Umh, viéndolo bien, si está un poco horrible-Contuve mi risa tras su comentario-Todo lo contrario a ti...-Soltó sin previo aviso, haciendo que mis mejillas se sintieran tibias.

Con su mano tomó levemente mi mentón, acariciando esta parte de mi rostro con una pequeña sonrisa. Me sentí tan malditamente molesto conmigo mismo por no estar incómodo con su tacto, era lo opuesto, mi piel ardía y picaba por seguir siendo acariciada por sus grandes manos... Quise golpearme sin piedad.

Sin verme tan afectado por su toque sobre mí, tomé su mano y la acaricié lentamente, retirándola de mí con sumo cuidado y sin lucir molesto por su acción. Cosa que ocasionó un apagón de golpe en la sonrisa y en los brillantes ojos de Eren. De algún modo que no me complació, me sentí mal por ser el causante de esa expresión apagada. Y mi estúpido corazón parecía ser otro humano pensante, pues me dictaba a disculparme y hacerlo sentir bien.

No me gustaba este sentimiento.

-Hace unos días creo haber conocido a tu madre-Mencioné lo primero que cruzó por mi cabeza cuando me sentí abrumado.

-¿En serio?-Sus ojos ahora se veían expectantes-Bueno, tomando en cuenta que te he estado dejando ir a la cocina cada que se antoja, y ella vive aquí, además de que ya le he hablado de ti... Entonces me resulta evidente que en un punto ella te habría encontrado.

-Ajam...

Mis ojos se desviaron hacia un lejano exterior, aún me hallaba un poco culpable por haberlo alejado de esa manera. Aparte, de que no me gustaba mucho tener conversaciones tan largas con él, aunque por desgracia, ya habíamos hablado más de lo que hubiera deseado. Y es que este maldito no se cansaba de insistirme en todo lo que quería conseguir. Estos últimos días había estado pegado a mí como garrapata, al contrario de otros días en los que ni siquiera se dignaba en aparecer.

In the hands of the enemy. (EreRi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora