Capítulo 4

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Mi cabeza dolía y no pude ver nada al abrir los ojos.

Me sentía adolorido de todo el cuerpo, entonces, me percaté que mis manos estaban atadas por detrás de mi espalda. La horrible sensación de estar en un piso helado invadió mi espalda completa, ocasionando que me levantara de golpe con el objetivo de quedar sentado, y de paso, dejar de sentir la heladez en mi cuerpo.

De pronto, llegaron los recuerdos de lo que había sucedido antes de encontrarme en estado.

Por supuesto, que al volver a caer en cuenta de todo lo vivido hace poco, lo primero que hice fue querer desatar mis manos con ímpetu, sintiendo ansiedad al no saber dónde mierda me encontraba. El hecho de tener una bolsa cubriendo mi rostro no ayudaba para nada en que me sintiera tranquilo, al contrario, mi corazón comenzó a palpitar rápido y un ligero dolor se almacenó en mi estómago, empeorando mi dolor de cabeza. Sentir miedo impidió el que pudiera emitir algún sonido fuerte con la intención de ser escuchado y ayudado.

La sensación de no tener idea de que hacer invadió todas mis capacidades, impidiendo que intentara ponerme de pie e inspeccionar el lugar a como pudiera, o que tan siquiera distinguiera olores cercanos. Mi cuerpo prácticamente se desprendió de mis pensamientos, causando que en mí solo existiera la viva necesidad de escapar del punto desconocido, sin siquiera saber el motivo de mi estancia aquí, o si de verdad era yo la persona que debería estar aquí.

Estar encerrado en un sitio desconocido y atado a quien sabe qué cosa, sin ninguna posible escapatoria, hizo evidente el pensamiento de que iba a morir.

Estar encerrado en un sitio desconocido y atado a quien sabe qué cosa, sin ninguna posible escapatoria, hizo evidente el pensamiento de que iba a morir

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Escuché ruidos cercanos, al parecer desde afuera del paraje donde me hallaba.

De inmediato, me puse alerta.

Sin poder hacer más que sentarme, me quedé en la posición de antes, solo que ligeramente más derecho.

Antes todo era oscuro y ahora podía ver a través de los hoyos de lo que parecía ser un costal. Quizás eso se debía al hecho de que la luz de donde me encontraba podía estar apagada, y mientras dormía, alguien vino a encenderla. Mediante los pequeños hoyos del costal, noté que todo el lugar estaba pintado de blanco, no se veía ningún objeto alrededor de estas cuatro paredes, solamente una pequeña ventanilla en una de las esquinas más lejanas, además, de que estaba situada muy arriba, en donde me resultaba imposible de subir sin ayuda de algo o alguien.

Levanté con fuerza mi cuerpo del piso, ya que al haber estado sentado por tanto tiempo, mis piernas se encontraban un poco dormidas. 

Escuché que lejos se escuchaban murmullos, suponiendo que estos venían más alejados de la puerta blanca a unos escasos metros de mí. Aproveché la distancia para correr un poco a ella, pegando mi oído a esta, oyendo que efectivamente la voz no estaba cerca. Corrí de inmediato hacia la ventana de antes, con la ridícula razón de intentar ver algo "saltando" con las manos atadas.

In the hands of the enemy. (EreRi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora