Me senté sobre el colchón del cuarto donde ya me había acostumbrado a no ir, sin embargo, tras lo sucedido, no me sentía capaz de bajar y mirar el rostro de quien sea, así que solo opté por acudir al sitio que en un inicio lo destaqué como mi lugar seguro, aunque hace tiempo dejó de serlo.
Dolía de una forma indescriptible todo lo que pasaba. Creía fielmente en que el amor que Eren Jaeger me tenía era uno sincero, y ahora el destino me abofeteaba con esto, demostrándome que siempre estuve equivocado, pues el mismo Eren fue quien me confesó que me dejaba ir porque ya no me necesitaba más aquí, y eso dejaba muy en claro que solo fui un pasatiempo para ese hombre.
Quería odiarlo, quería golpearlo y gritarle en la cara por todo el daño que me ocasionaba, no obstante, ni siquiera las palabras lograban salir con coherencia de mi boca.
La simple idea de tener que aceptar que fui utilizado quemaba, ardía en mi interior tener en cuenta que simplemente él se divertía conmigo, mientras que yo me enamoré como un loco de él.
Lo entendía, si procesaba con exactitud sus palabras de desprecio y asco acompañados de un rostro cansado, pero mi tonto corazón no ayudaba, no quería aceptar que Jaeger no me amo, no quería aceptar que todas esas veces que estuvimos juntos fueron algo tan banal para él.
La puerta comenzó a ser golpeada después de unos minutos que había entrado a la habitación, y después de esa revelación ya no sabía con certeza de quién podría tratarse o que querían, ahora todo se sentía casi de forma similar a cuando llegué a este lugar, inesperado e inseguro, solo quería marcharme para dejar de sentir la agonía de tener que separarme del mafioso, aunque es seguro el hecho de hacerlo también me lastimaría.
Limpié mis lágrimas una vez que la puerta se abrió, porque a pesar de haberme mostrado realmente afectado por toda la situación, tampoco pretendía que todas las personas en la casa de Jaeger me vieran decaído. Así que traté de dar la imagen más normal que pude, intentando olvidar lo destrozado que me sentía por dentro.
Levanté mi rostro, más no esperaba encontrarme con quien yacía ahí parado. En el umbral de la puerta se encontraba Zeke, con esa presencia tan seria y misteriosa que siempre abundaba de él. Su presencia me hizo recordar que la última vez que hablamos a solas, de hecho también fue la primera, cuando me dijo que yo era alguien especial en la vida de Eren.
Supongo que él también mintió.
-¿Qué haces aquí?-Pregunté, tratando de sonar lo menos brusco posible, porque siendo sincero, mi rabia y dolor era tanto que sentía la necesidad de desquitarme con cualquiera, pero eso no estaba bien.
No me dejaría llevar por el coraje.
-Contándote algo muy personal, estoy harto de esta vida de mierda-Confesó, cerrando con silencio la puerta detrás de él-Y otra cosa, es que también estoy cansado de la terquedad de Eren.
No comprendía, y es que el rubio con cualquier cosa que dijera comenzaba de alguna manera misteriosa, además de que tampoco es como si me sintiera capaz de estar escuchando acerca del castaño, y creo que es de quien menos quería escuchar que hablen. Su simple nombre ya me causaba un dolor inexplicable.
-Eso no es de mi incumbencia, mucho menos ahora-Solté con molestia y reteniendo las frescas gotas que amenazaban por escapar.
-Sí, y sé que dices eso por lo que te acaba de decir mi hermano, pero justamente vengo a hablar contigo sobre es-
No le permití terminar lo que diría, pues antes levanté mi mano y la dejé caer sobre su mejilla, observando que por instinto se alejaba un poco, sin embargo, no me interesó en lo más mínimo si le dolía o no, pues la humedad volvió a correr por mis cachetes, por más que quise retenerla y evitarla a toda costa.
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In the hands of the enemy. (EreRi)
FanfictionUn doctor atravesando por la peor etapa de su vida, con la mínima esperanza de que su situación mejore; vive su vida sin mucha entusiasmo. Como cualquier día "normal" en su aburrida rutina diaria, sale a trabajar con pesadez mental. Sin embargo, mie...