Capítulo 24

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Eren

Dejé caer mi mano con fuerza sobre el escritorio de Pixis, quien se exaltó tras el fuerte sonido de la madera chocando con mi palma, debido al coraje que irradiaba de mí, ni siquiera tomé en cuenta el casi insignificante dolor que se almacenó tras el impacto.

-¡¿Aún no saben quién fue?!-Exclamé con la respiración entre cortada-Han pasado casi dos malditas semanas, ¿y aún no han podido dar con el maldito soplón?-Mi paciencia comenzaba a desbordarse.

-Te recuerdo que no es un asunto que se vaya a resolver en un abrir y cerrar de ojos-Contestó el anciano con un ligero tono de advertencia que solo terminó de sacarme de quicio.

-Si tan solo permitieran que mis hombres investigaran, estoy seguro de que ya habríamos encontrado al desgraciado traidor-Alegué, recordando el hecho que ellos exclusivamente querían ser quienes dieran con quien nos delató-Pero claro, como ustedes son los policías, los santos, eso quiere decir que todo les saldrá perfecto-Alardeé con exageración, ignorando la petición de mi hermano que me mantuviera tranquilo.

-Yo sé que esto es difícil, Eren, mucho más para ti. Pero créeme, yo soy el que menos deseaba que quien llevara las consecuencias de esto, fuera alguien ajeno a nosotros-Confesó, con un leve tono de lástima en su voz.

Me volteé tras lo que dijo, en un intento de ignorar lo que soltó sin previo aviso, la sola idea de recordar que ya no volvería a ver a mi madre me estaba matando por cada día que transcurría, y el que alguien viniera a repetírmelo a pesar de que intentaba no pensar en ello, solo hacía que sintiera ganas de volver a llorar como lo hice cuando la encontré sin vida en esa fría cama.

La angustia de no tener idea de en que maldito instante podría atacarnos Reiner, o quien era le persona infiltrada o traidora entre nosotros, no ayudaba para nada a disminuir mi estrés, al contrario, solo me hacía estar a un paso de romper esta alianza con la policía y ser yo quien tomara cartas en el asunto, que a pesar de hacerlo, también resultaría demasiado complicado por todo el tiempo que nos hallábamos perdiendo.

Había llegado al punto en que deseaba morir en lugar de estar pasando por esto, sin embargo, mi sed de venganza se había incrementado de forma increíble, tanto que se había vuelto mi fuente de energía y ganas para continuar con toda esta mierda.

Por un maldito demonio, nada mejoro.

El dolor de haber perdido a mi madre me consumía de forma horrible, y ahora más con el hecho de que también el amor de mi vida probablemente me odiaba, aunque realmente me lo merecía después de haberle vuelto a mentir.

¿Pero de qué otra maldita manera lo iba a alejar si no era por las malas?, estaba casi seguro que si le hubiese dicho la verdad aceptaría seguir conmigo, y yo soy un maldito ser humano tan débil cuando se trataba de Levi Ackerman, que si me pidiera matar a alguien lo haría sin problema. Es por eso que preferí decirle algo que lo haría darse cuenta de que no lo merecía, porque solo así me odiaría, y de ese modo si me sucediera algo, entonces no se sentiría tan mal.

Necesitaba que me odiara para que rompiera todo sentimiento amoroso hacia mí, a pesar de que eso me doliera infiernos. Yo sabía que era lo mejor para su seguridad, y supongo que en realidad ese hecho tendía a ser el único por el cual no volvía a su casa a rogarle entre llantos que no nos separáramos.

¿Por qué tuve que enamorarme de una persona que no podía tener?, un ser que no le tocaría ni un solo pelo a un animal. Qué jodida era la vida, dejarme enamorarme tal cual desquiciado de alguien tan maravilloso, para luego tener que separarnos sin posibilidad de volver a estar juntos, porque sí, lo mejor para Levi, era que no volviéramos a vernos en lo que nos quedaba de vida a los dos.

In the hands of the enemy. (EreRi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora