Capítulo 7

350 54 80
                                    

Los latidos de mi corazón se intensificaron cuando percibí a Jaeger entrando por esa puerta. El nudo en mi garganta se apretó fuerte, con miedo de sentir que este hombre pudiera descubrir lo que estuve a punto de hacer con solo mirarme, y es que sus ojos estaban clavadicimos en mi persona, mientras sonreía con la única expresión que conocía en su semblante; pura arrogancia y una pizca de burla.

Debía ser gracioso para él secuestrar a alguien que no tendría mínima oportunidad de escapar de este lugar, en este preciso instante, yo era prácticamente uno de esos sirvientes que tenía rondando por su estúpida casa, sin embargo, yo no me encontraba aquí por gusto propio como todas esas personas parecían estar.

Se acercó a mí y por instinto, di unos pasos hacia atrás. Fue aquí cuando finalmente me di cuenta de lo muy alto que era, su figura tan imponente se hallaba justo frente a mí. Traté de no parecer intimidado al tenerlo a unos cuantos centímetros, no obstante, esto me resultaba casi imposible. Esa sonrisa que solo me demostraba superioridad y su manera tan segura de pararse; me hacía sentir una hormiga a su lado, y no lo decía exactamente por la diferencia de estatura, sino que me refería a más de un aspecto no superficial.

Su mano se fue dirigiendo de a poco a una de mis mejillas, e inevitablemente di un fuerte manotazo alejándola. Mostrándole una mirada de total seriedad que le hizo enchinar los ojos y arrugar la nariz con diversión.

-¿Tanto asco me tienes?-Preguntó, mientras fingía una voz dolida acompañada de una mirada triste.

Dejé de mirarlo y me concentré en el suelo, intentando no caer en el abismo de miedo que se hacía cada vez más grande en mi interior. Tragué saliva pensando que al preguntarme eso, seguramente no se encontraba molesto, por ende, no planearía matarme más rápido de lo que seguro ya tiene bien anticipado hacer.

Evidentemente, aunque fingiera que no, mi miedo por este hombre era monstruoso.

-¿Qué haces aquí?-De pronto, su tono de voz pasó de ser juguetón, a uno completamente serio, que no hizo más que dejarme la piel helada por unos cuantos segundos.

Me volteé en dirección a la camilla de Zeke, evitando mirarlo a los ojos por el miedo a que podría causarme verlo tan fijamente. Más no obstante, su mano tomó mi barbilla y volteó mi cara hacia su mirada, encontrándome inesperadamente con la misma sonrisa del principio. Alejé mi cuerpo, los pasos que pude dar hacia atrás, apreciando el brillo y juego deslumbrando por sus pupilas.

Definitivamente... este hombre quería burlarse de mí.

-Necesito estar viendo constantemente el estado de tu hermano, en cualquier momento podría ponerse mal-Mentí, tratando de sonar convincente.

Sus ojos por un corto instante se abrieron sorprendidos, sin embargo, no tardó tanto en volver a sonreír con cinismo.

-¿Por qué mejor no me frecuentas a mí?-Sentí mis mejillas arder ante esto, y no precisamente por vergüenza, sino por la rabia que se engrandecía en mi interior-Oh, es cierto. Tú me odias y estás asqueado de mí-Habló con tono ofendido, haciéndose el dramático.

Ignoré por completo todo tipo de contacto que intentaba tener. Lo que menos deseaba, era tener de amigo a una persona que solo quería burlarse de mi miseria, al igual que sería espantoso convivir con normalidad con el hombre que asesinó a todos mis compañeros. 

-No te ves despistado-Comentó con una de sus cejas alzadas-Pero preferiría dejar en claro lo que seguramente ya sabes o dudas-Suspiró alto, como si se hallara exhausto-Estás en mi casa, porque este es el lugar más seguro.

La impotencia subió hasta mi garganta al escuchar "es el lugar más seguro". Unas enormes ganas de golpearlo con toda mi fuerza despertaron sin previo aviso. Apreté mis puños, haciendo que mis palmas dolieran al haber encajado mis uñas en estas por defecto.

In the hands of the enemy. (EreRi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora