Capítulo 20

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Mi primera reacción al despertar, fue percatarme de la ausencia de Jaeger junto a mí, pues esperaba que lo primero que vería al abrir los ojos, sería su rostro sonriente o quizás dormido, por eso toqué donde él se había acostado, dándome cuenta de que el puesto se hallaba frío.

Me levanté y salí del cuarto, yendo hacia el cuarto de invitados, donde se supone que había dormido el hermano del castaño, aunque fue en vano, pues al llegar y tocar en repetidas ocasiones la puerta, no fui atendido. En vista de lo último, abrí la puerta, encontrándome con que tampoco se encontraba ahí Zeke.

Fui a la cocina y tampoco había nadie.

Estuve a punto de llamarlos, sin embargo, un papel en forma de carta se encontraba pegado a la puerta, robándose por completo mi atención, me encaminé hacia este para tomarlo. Lo abrí y me encontré con un pedazo dentro de él

"Decidimos que en cuanto más pronto comenzáramos a ver cuando llevar a cabo el plan, sería mejor entonces. Eren y yo nos fuimos por la madrugada a visitar a Pixis. No te preocupes, volveremos dentro de poco".

Todo esto con el nombre de Zeke Jaeger al final de la hoja.

Solté un corto suspiro tras esto.

¿Cómo había llegado hasta esto?, me cuestioné. No tenía idea, e incluso me hacía sentir un poco desconocido conmigo mismo.

Apuesto a que si le hubieran dicho al Levi de antes que terminaría enamorándose de un mafioso, se habría molestado, pero igualmente se habría echado a reír a carcajadas por tal alucinación. Lo increíble es que esa "alucinación", terminó por ser una realidad de la que no tenía idea de en que momento avanzó tanto.

Amaba con todo mi corazón a Eren, y yo sentía perfectamente que ese hombre era el amor de mi vida, y en realidad jamás pondría en duda eso, no obstante, no podía evitar detenerme a querer recordar en que instante comencé a enamorarme como un jovencito de él, y luego caer en cuenta de lo caótico que fue.

Y aunque acababa de mencionar que se me hacía alucinante el hecho de como mi vida cambio tanto, también cabía recalcar que ya no podía ver con normalidad mi vida de antes, es decir, me gustaba como era, pero se me complicaba demasiado visualizar mis rutinas del pasado, y no por el hecho de que fueran monótonas y eso, sino más bien, porque en ellas no iba incluida cierta personita con cabellos desordenados y empalagoso.

Es decir, mi vida de ahora no se sentía tan distinta a la de antes, porque a pesar de estar en vuelto en un ambiente, que con justa razón se le puede nombrar "riesgoso", aún continuaba con mis prácticas diarias, aunque excluyendo el trabajo. Dándome cuenta así, que el único GRAN cambio que había surgido en mi vida, fue Eren.

Por un demonio, ya no podía imaginar una vida sin ese hombre a mi lado.

Justo cuando había cambiado mi pijama a una ropa casual, el timbre de mi casa comenzó a resonar con insistencia, pero siempre teniendo la peculiaridad de que sonar en repetidas ocasiones cada tres segundos, y yo conocía muy bien a la persona que acostumbraba a tocar mi timbre de esa forma.

Algunas cosas, por tanto tiempo que transcurriera, por más mínimas que resultaran, jamás se olvidarían, en mi caso, eso era la manera en que Hange llamaba a mi casa.

Me apresuré en ir a atenderle, casi en un abrir y cerrar de ojos, estando en la puerta y abriéndosela a mi mejor amiga.

Al abrirle, lo primero que hizo fue abrazarme sin decir mucho, pero no tardó tanto en soltarme para después ingresar a mi casa como si nada, con una sonrisa de oreja a oreja.

-¿Quieres algo de beber?-Cuestioné, dirigiéndome a la cocina.

-No, gracias. En realidad, venía a tratar contigo algo serio-Dijo, deteniendo mis pasos y haciendo que me sentara a un lado de ella-Pero primero, ¿cómo estás?, ¿no sientes complicado adaptarte a tu antiguo espacio?-Su sonrisa me contagió.

In the hands of the enemy. (EreRi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora