Capítulo 19

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Bebí con tranquilidad el cálido té en una de mis tazas favoritas, relajándome finalmente ahora que tenía presente el hecho de que mi Eren se hallaba en el cuarto, buscando que ropa mía podría quedarle un poco, aunque dudaba demasiado que eso fuera posible, pero preferí no continuar peleando con él.

Afuera de mi casa ya estaba un carro esperando a Zeke y Eren, sin embargo, el rubio aún no llegaba a pesar de haber avisado que no tardaría mucho.

Fuera de eso, supongo que después de tanto tiempo, podría decir que estaba pasando por un momento realmente pacífico. Aún tenía clavada la espinita de si el castaño en realidad actuaría bien a la hora de hablar con el general, no obstante, confiaba en el moreno, y si él ya había mencionado que colaboraría en el plan de su hermano, entonces yo me sentía seguro de que no cometería ninguna estupidez.

Deje salir un suspiro lento de mis labios, mientras me recargaba en el respaldo de la silla al escuchar los insultos del ojiverde, (que irónicamente hace unas horas juzgaba a Erwin por ser mal hablado), iban dirigidos hacia todas mis prendas.

A diferencia de él, yo no acostumbraba a tener montones de trajes o cosas por el estilo para ponerme, debido a que casi no salía. Otra cosa es que mi ropa tendía a elegirla tomando en cuenta si me sentía cómodo o no, por lo que resulta evidente que tenía mucha variedad en mi closet, de lo casual a lo formal, sin llegar a ser extremo en el último aspecto. Además, ni siquiera importaba mucho el tipo de ropa que usara, las tallas seguro ni le entraban.

Era enorme por donde quiera que lo vieran.

Me levanté del asiento cuando escuché algunas cosas caerse, ruido que evidentemente era proveniente de mi habitación.

Con un poco de gracia me asomé con cautela por la puerta, encontrando mi peor pesadilla. En ese instante mi sonrisa se borró y sentía ganas de maldecir a Jaeger.

Todas las prendas estaban regadas por donde quiera que voltearas, si tratabas de desviar la vista para evitar ver esa horrorosa escena de suciedad, terminabas encontrándote con más desorden que a cualquiera les pondría los pelos de punta. Mientras que el mafioso se quitaba con coraje una de mis camisas que no le abotonaba.

-¡¿Qué hiciste, tonto?!-Interrogué perdiendo la paciencia.

-¡Nada me queda!-Su cara me causó gracia, pero traté de no reír para seguir luciendo indignado.

-Eso no significaba que tuvieras que destruir mi cuarto-Me crucé de brazos, viéndolo fingir hacerse el desentendido.

-No tengo idea de como pasó esto-Seguí aguantando las ganas de reír-Te juro que solo saqué un pantalón, no tengo idea de como salió lo demás del closet-Comenzó a recoger de forma inocente toda tela a su alcance.

-Sí, claro-Rodé los ojos, siendo ganador de una mirada de perrito triste.

El castaño, a pesar de a veces ser tremendamente intimidante, otras veces solo se comportaba como un niño pequeño, lo que en ocasiones no me hacía más que carcajearme... Así lo amaba como un desquiciado.

Continuo con la tarea de recoger todo el desorden que hizo, bajó mi dura mirada que seguramente solo se hallaba haciéndolo sentir presionado. Decía lo último porque cada cierto tiempo me miraba de reojo, y al hacerlo, trataba de recoger con más rapidez todo lo tirado.

Tan tierno...

Un ruido proveniente de la entrada se hizo presente, haciendo que dejara de apreciar a Jaeger.

Pronto se escuchó la voz de Zeke ingresar, saludando desde algunos metros de lejanía. Al instante, los ojos del mafioso brillaron, seguramente creyendo que le había traído ropa. Cuando su hermano entró, traía consigo una bolsa, pero fue cuestión de segundos para que la expresión de Eren se transformara a una de asco.

In the hands of the enemy. (EreRi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora