Gloria IV: Rutina De Entrenamiento

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Mostaz: ¡Venga, joven! ¡Despierta!

Gloria: Ya voy - mientra aún se desperezaba.

La chica bajó de su cama y vio el uniforme del dojo en el escritorio. Rápidamente se lo puso y se miró en el espejo, comprobando que todo estaba en orden. Una vez lista salió y fue a la cocina, donde desayunó con todos. Después de eso salieron a correr alrededor del Humedal Frescor. Incluso si jamás se había ejercitado bien en su vida, con todo lo que tuvo que caminar durante el desafío de los gimnasios acabó adquiriendo una forma física lo suficientemente buena como para aguantar el ritmo de la gente del dojo durante un buen rato, aunque eso no impidió que acabase cayendo al suelo derrotada mientras el resto daba todo de sí por seguir un poco más. La chica no podía explicarse como el viejo Mostaz parecía no ser afectado en lo más mínimo por el intenso entrenamiento.

Dreo: No pensé que pudieses aguantar tanto corriendo.

El chico, al que ya dejaron atrás hace rato apareció frente a Gloria y la ayudó a ponerse de pie con sus poderes psíquicos.

Dreo: No entiendo cual es el objetivo de hacernos sudar tanto. Deberían de juzgarnos por como nos desenvolvemos en combates pokémon.

Gloria: "Mens sana in corpore sano". ¿No lo has escuchado?

Dreo: Falacias. Hay gente con un estado físico deplorable que aún así es buena en los combates.

Gloria: Supongo que es verdad. Pero al menos estamos más en sintonía con nuestros pokémon al pasar por lo mismo que ellos.

En cuanto pudieron siguieron corriendo hasta llegar a la entrada del Bosque Concentración donde estaban el resto. Se tomaron un pequeño descanso y volvieron a correr de camino al Dojo Maestro. El resto del día se lo tomaron con más calma, porque según Mostaz si se estresaban no llegarían a la vejez. Eso sí, siguieron haciendo algunos ejercicios.

Los días posteriores no fueron muy diferentes. Siguieron mejorando sus capacidades físicas a la vez que entrenaban con sus pokémon, gracias a lo cual Luxio evolucionó en Luxray y Bulbasaur en Ivysaur. Algunos días también se dedicaban a conseguir comida. Además, Gloria acabó ganándose el cariño de la gente del dojo, excepto por Sófora.

Pasadas ya algunas semanas, Gloria se levantó y rápidamente se colocó el traje del Dojo Maestro para ir a desayunar. Caminaba tranquila por los pasillos en dirección a la cocina cuando se dio cuenta de que alguien estaba llamando a la puerta. Se acercó curiosa, pero rápidamente Sófora la apartó con una poderosa embestida, consiguiendo tirarla al suelo en el proceso. Su agresora se giró un momento para dirigirle una sonrisa malvada y después regreso a su actitud mona para abrir la puerta.

Sófora: Buenos días, señor. ¿En qué puedo ayudarle?

Señor: Muchas gracias jovencita, que amable eres. Pues mira, resulta que yo estaba de vacaciones por aquí cuando de repente un pokémon nos atacó a mí y a mis compañeros. Mis pequeñines huyeron despavoridos y no soy capaz de encontrarlos.

Sófora: Disculpe señor. ¿Ha probado a regresarlos a sus pokeballs?

Señor: Resulta que jamás los atrapé. Son crías de mi Dugtrio que nos acompañan en los viajes.

Sófora: Lo lamento mucho, señor, pero no creo que pueda ayudarle. Estamos muy ocupados con el entrenamiento últimamente.

Señor: Oh, es una pena. Tengo algunos pokémon a los que creo que les gustaría entrenar aquí.

Sófora: Oh, debería haberlo dicho antes, señor. En dicho caso podré sacar algo de tiempo para ayudarle con la escusa de fortalecer mi equipo. ¿Son todos pokémon exóticos, señor?

Las Jóvenes Estrellas De GalarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora