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Tom

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En un día de lluvia abrumadora, donde la humedad ataque tus centímetros de piel y el aire frío entre por tus fosas nasales, encontrarás lo que es la frialdad que tanto deseaste.

Recordaras las veces en las que te sentiste agotada de la calidez que alguna vez te brindé, rogarás para que vuelva a ser el calefactor que te faltaba en esos días de humedad y tal vez, solo tal vez, vuelva a ser la leña de tu fogata.

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Se supone que no debería de estar aquí, que mis últimos suspiros deben de estar en el viento que alguna vez soplaron esos árboles, donde mi madre no fue capaz de aguantar más de lo que tenía que aguantar. Aguantar el sufrimiento como toda buena progenitora y no brindarle ese daño a su pequeño hijo.

Se supone que mi cuerpo estaría aplastado en contra de ese gran segmento gris, que mi sangre estaría derramada por todos lados y que no habría rastro alguno de lo que fue Tom Kaulitz. De lo que fue ese jodido bastardo bueno para nada y con enormes problemas mentales.

Se supone que no debería de estar con vida, respirando el fino aire, con ese muy conocido olor a medicina y hospital. No debería de estar aquí y sigo aquí, pero simplemente no quiero estarlo más.

Mis ojos se abrieron con lentitud, inundando mi cerebro con ese agudo dolor de cabeza y un desapacible dolor muscular por todo mi ser. Una mala noche, indica un dolor infernal al siguiente día y eso nadie puede discutirlo.

A penas y podía moverme encima de aquella rígida camilla, puesto a que los malditos dolores en toda mi anatomía, me impedían hasta respirar con toda normalidad de un ser humano. Eso y por la enorme manguera que conectaba desde mi boca, hasta mi estómago.

𝐃𝐄𝐏Á𝐑𝐓𝐄𝐌𝐄𝐍𝐓 𝟐𝟎𝟔 | 𝐓𝐨𝐦 𝐤𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora