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Tom

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¿Quién iba a pensar que llegaríamos aquí, después de tanto amor y odio a la vez? Donde las velas se apagaban y se encendían, a medida que uno de los dos soplaba con fuerza. Los bufidos de rabia
que nos provocaban las murallas.

¿Fui valiente? ¿Enfrenté lo que me asustaba? Lo hice gracias a ella, gracias a la luciérnaga que habitaba en sus hermosos ojos dorados. La que ahora se convirtió en una estrella y nos ilumina a ambos por igual.

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¿Cómo fuiste capaz de hacerme algo como esto? Isabelle Zanetti, yo confiaba en ti y me has decepcionado de la manera más cruel del mundo. Ya no puedo verte de la misma manera y lo mejor será que nos separemos.

Hasta quiero llorar de la maldita impotencia que me provoca tu traición, tu deshonra hacia mi persona y en como te burlaste en mi jodida cara. No, estoy seguro de que voy a necesitar un tiempo después de esto.

— No lo puedo creer, en serio. Estoy muy herido contigo, Isabelle.—
Dije mientras tapaba mi rostro y de paso me tiraba a la cama. No han pasado ni dos semanas desde que Isabelle volvió a Alemania junto a mi y ya me lastimó.

— No exageres.—

¿Qué no exagere? Literalmente es lo peor que me han dicho en toda mi vida. Ni siquiera el que me saquen en cara lo narcisista que soy, me ha herido tanto como esto.

— No exagero, te digo como me siento.—
No podía ver a Isabelle debido a las manos en mi cara, pero pude sentir su cuerpo subiéndose encima del mío, quedando sentada en mi abdomen. Sus manos no tardaron en quitar las mías de mi rostro, haciendo que la mirara.

𝐃𝐄𝐏Á𝐑𝐓𝐄𝐌𝐄𝐍𝐓 𝟐𝟎𝟔 | 𝐓𝐨𝐦 𝐤𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora