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Charlotte

Me tocaba clase de defensa contra las artes oscuras. Entró Mattheo a clase, tarde como siempre. Se sentó a mi lado, yo ni le miré. El profesor, mi padre, comenzó a explicar el temario, y ahí me acordé que aún nos faltaba comprar un libro, ya que ayer no fuimos. Odio tenerlo de pareja, es un chico tan desagradable y egoísta, no me siento cómoda con él, a solas. Es todo muy incómodo.

—Bueno, vais hacer una redacción sobre una maldición, con vuestras parejas. Debéis elegir una maldición y explicarla ante vuestros compañeros. Tenéis la tarde de hoy y la clase de mañana para hacer la redacción en parejas.— explicó el profesor. Menuda mierda. Pero bueno, me tocará hacer como si nada.

—¿La hacemos esta tarde en la biblioteca?—preguntó, yo asentí sin expresión. Este resopló ante mi expresión.

—Bueno, después de clase voy a estar con una amiga. ¿Vamos después de cenar?— Me acordé.

Había quedado con Luna después de clases. Hace unos días me dijo que necesitaba opinión sobre un tema, pero que las chicas de su casa no la aconsejaban bien nunca. Así qué fui de camino a quedar con ella en los jardines exteriores, en las mesas de picnic.

—¡Hola Char!— me saludó Luna desde un banco en el que estaba sentada. Éramos amigas desde que ella entró a la escuela, ya que tiene un año menos que yo. La tuve que guiar por la escuela una vez que se perdió e hicimos buenas migas, desde entonces nos llevamos muy bien.

—Hola Lunita— le fui a dar un gran abrazo. Desde que empezaron las clases no habíamos hablado mucho, así que me hacía mucha ilusión quedar con ella y ponernos al día.— ¿Qué tal estás?

—Bien, aunque necesito hablarte de un tema.

—Claro, dime.

—Es que, a ver, me está empezando a gustar mucho un chico, pero tú estuviste con él y no sé si te molestará que salga con el.— Fruncí el ceño. Lo último que me esperaba que me fuese a hablar Luna era de chicos.

—¿Quién es?

—Es Oliver.

—¿Oliver Wood?

—Sí— abrí la boca sorprendida. Nunca me habría imaginado a ellos dos juntos.

—No me importa para nada, solo fueron un par de  besos y ya está. Ay Luna, estoy muy feliz por ti. Pero, ¿has hablado alguna vez con él o habéis tenido una cita?— pregunté. Ella se puso nerviosa, y comenzó a reír.

—Quería haberte preguntado antes, pero, ya llevamos varias citas. Aunque, solo nos hemos dado un beso.— Sonreí de oreja a oreja al verla tan feliz. Luna ha pasado por cosas muy duras, y aquí en la escuela la han tratado muy mal. Y me alegra mucho ver que por fin es feliz, y se le nota.

—¿Y habéis hablado de tener algo serio?

—Lo hemos hablado, pero todavía queremos conocernos en profundidad.

—Bueno, Luna, espero que todo os vaya genial y que salga bien. Aunque te advierto que tengas cuidado, porque Oliver quiere hacerlo todo muy rápido, y si no te sientes preparada para hacer algo con él cuando te lo diga, díselo. No te fuerces a hacer algo que no quieres.

—Gracia por el consejo, Charlotte. Lo tendré en cuenta.

—Y recuerda que me puedes contar lo que sea, cuando sea— le sonreí con complicidad, ella me devolvió el gesto.

—Me tengo que ir, Oliver me espera— agregó y me abrazó como despedida. Tras aquello miré como se iba. Era una niña tan buena, que espero que Oliver le trate bien. No se merece nada malo en su vida.

Me quedé allí un rato, pensando en lo ocurrido ayer con Lorenzo. Estuve toda la noche dándole vueltas a que hacer, y decidí esperar a que me pida una disculpa, hablar con él sobre esas actitudes que tiene, y aclararle por milésima vez que no somos nada y que no puede ser tan posesivo y celoso.

Miré el reloj y vi que ya había pasado un cuarto de hora de la hora en la que había quedado con Mattheo. Fui rápido a la biblioteca, y allí estaba, sentando en una de las mesas del final de la sala con un libro de artes oscuras en sus manos. Me acerqué a  dónde estaba y puse todas mis cosas en la mesa antes de tomar asiento a su lado. Este me miró de reojo antes de subrayar algo que estaba leyendo en el libro.

—Perdona por el retraso, me despisté— dije.

—No pasa nada. He pensado que podríamos hacer la redacción sobre el "Imperio" ya que no es tan popular como las otras.

—Me parece bien.— Asintió y comenzamos a buscar la información en los libros de texto de la biblioteca. Estuvimos una hora leyéndolos y subrayándolos.

Cogí un papel y me puse a dividir los apartados que íbamos a redactar, mientras Mattheo terminaba de buscar libros que nos diesen la información suficiente. Esta era la parte mala de la asignatura, los trabajos, eran muy largos, menos mal que nos daban una semana para hacerlo.

Pasó un buen rato, y vi a Lorenzo entrar a la biblioteca, se le veía agobiado. Me vio y fijó su mirada en mí y fue directo a donde yo estaba junto a Mattheo, con el que no había cruzado palabra en todo ese rato.

—Charlotte... ¿Podemos hablar, por favor?— me dijo en un tono seco. Miré de reojo a Mattheo, el cual estaba muy pendiente de la situación. Por debajo de la mesa mis manos no podían dejar de moverse temblando y mis piernas se movían sin parar.

—No creo que sea momento— logré decir. Este se percató de lo que estaba haciendo, vio los libros de textos y a Riddle a mi lado.

—Riddle, ¿te importa?— le dijo educadamente, agarrándome del hombro para llevarme con él. Miré a Mattheo mordiéndome el labio con nervios. Mattheo al contrario que yo, estaba muy relajado y serio en su sitió, mi miró y después lo miró a él.

—Sí, tenemos que acabar el trabajo. Hay otros momentos en los que podéis hablar, ahora mismo Lupin está ocupada. — Sentí todo mi cuerpo relajarse cuando Lorenzo me soltó el hombro y se fue. Lorenzo podía ser muy violento y cruel cuando quisiese, pero cuando se trataba de los Riddle, no se atrevía a plantarles cara ni a llevarles la contraria. Les teme.

—Gracias— me salió decir. Nada más decirlo me arrepentí, pero aunque en no lo supiese me había salvado de una buena. Este me miró y sonrió de lado.

—Ese tío es un imbécil. Va de tipo duro pero nada más le hable seco, se caga y se va.

—Ya, bueno...— Miré al suelo.

—No sé que sois, pero, acaso que te quieras muy poco, deja a ese tio.— Aunque lo que estaba diciendo fuera cierto, me jodía que diciéndome eso parezca que le importe. Me limite a no contestarle y seguir escribiendo la redacción.— ¿Qué te parece si seguimos mañana? Estoy hambriento y se me caen los ojos de sueño.

—Mejor.— Recogimos todo, y salimos de la biblioteca. Nada más salir estaba Lorenzo, Mattheo al verlo resopló.

—¿Qué haces todavía aquí, Lorenzo?— le pregunté disgustada.

—Esperarte, venga, ven conmigo.— Me volvió a agarrar. Miré a Mattheo y estaba observando la escena, y antes de yo pronunciar palabra. Este soltó el agarre al darse cuenta de algo. Mi padre acababa de aparecer.

—¿Qué pasa aquí?— preguntó mi padre, ya que era de noche y estábamos tres alumnos en el pasillo. Lorenzo se dio la vuelta y se fue. Vi como Mattheo al ver aquello dijo "CA-GA-DO" haciendo mímica.

—Hola papá— saludé a mi padre.

—¿Qué hacéis aquí a estas horas?

—Pues estábamos haciendo la redacción que nos has mandado para DCAO— contestó Riddle, mi padre asintió sonriente.

—Me alegro de que seáis buenos alumnos, pero ya es tarde, iros a vuestras habitaciones.— Me dio un beso en la cabeza como despedida, y le dio una palmada en la espalda a Riddle. Sin pensarlo dos veces, me volví y me fui a las habitaciones.

ingobernable || Mattheo RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora