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Charlotte

Al despertar no me acordaba de quien tenía a mi lado dormido era Mattheo. Me paré a mirarlo, llevaba mi sudadera verde y debajo la verdad que no quise mirar ya que sus calzoncillos estaban por el suelo.

Aquella mañana me preparé lo más rápido que pude ya que iba a estar toda la mañana entrenando. Pensé en despertar a Mattheo, pero a lo mejor era más incómodo hacerlo yo.

Entrene durante toda la mañana. Y al acabar el entreno, después de tener mi discusión diaria con la entrenadora, me percaté de que Mattheo estaba allí esperándome.

Tuve una estúpida conversación con él, la cual me sacó de quicio. No soportaba a los chicos que no sabían que querían. Yo también estaba confundida con lo que estaba pasando con él últimamente, pero es que él no paraba de contradecirse. Me decía unas cosas y después hacía todo lo contrario. Yo la verdad es que cuando me besaba con él era diferente a con el resto, lo disfrutaba, pero tenía claro que aquello no iba a llegar a ningún lado, y que así no íbamos a volver a ser los amigos que fuimos antes.

Me dijo que fuese a su cuarto a por los apuntes de DCLAO, pero antes busqué a Harry.

Lo encontré en una mesa del patio.

—Harry.

—¿Qué tal, Charlotte?— Me saludó contento.

—Bien, bien— sonreí.— Oye, la próxima vez que falte a una clase, ¿me podrías dar tú los apuntes?

—Hoy me dijo tu padre que te diese los de Defensa contra las Artes Oscuras, pero Riddle me dijo que lo hacía él.

—Joder...— resoplé.— Bueno, gracias. Nos vemos.— Se despidió con la mano.

Me fui apresuradamente en búsqueda de Mattheo. Este día estaba siendo un no parar, estaba de un lado para otro. Fui a la sala común, a la zona de las habitaciones de los chicos. Llegué a su puerta y llamé.

Abrió la puerta y se dio la vuelta de inmediato, sin ni siquiera saludar. No quise entrar. Aunque este me hizo una seña con la mano, y finalmente pasé.

Agarró una pastilla y un vaso de agua, tragó grueso. Me senté en su cama, sin decir nada. Este agarró unos folios y me los extendió, antes de poder agarrarlos, los dejó caer al suelo. Mi cara cambió en seguida. Esto si que no, a mi este imbécil no me iba a tratar así solo por decirle lo que no quiere escuchar.

—¿Qué haces?— dije calmada pero lo suficientemente seria como para que a este le cambiase la expresión. Este chico era tan extraño, era imposible de saber lo que iba a hacer ni que actitud iba a tener en ningún momento, era ingobernable.

Se agachó y recogió los papeles, cosa que me sorprendió. Aún agachado subió su mirada, mientras me pegaba un repaso con la mirada. Me comencé a poner nerviosa, me sacaba y metía los anillos sin parar. No me podía creer que Mattheo me estuviera poniendo así, hacía años que no me ponía un tío tan nerviosa.

Le quité de las mano los papeles, y fingí leerlos. Aunque noté como se levantaba y clavaba su mirada en mí. Levanté la mirada y mantuve su mirada, este inclinó la espalda poniéndose a mi altura. Seguí manteniendo su mirada, aunque si seguía así sabía lo que iba a pasar después. Entonces baje mi mirada, mirándome las manos. Mattheo agarró mi mentón, obligándome a mirarle de nuevo.

—Eres incapaz de mantener mi mirada de lo nerviosa que te pongo— dijo, con sus ojos clavados en los míos. No contesté.— Charlotte, no te puedes resistir, y lo sabes—. Pasó su pulgar por mi labio. Por Merlín, me estaba volviendo loca. Respiré hondo, intentando no delatar lo tensa que estaba.

ingobernable || Mattheo RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora