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Charlotte

Desperté con mi cuerpo enredado al de Mattheo. Nuestras piernas entrelazadas, sus brazos rodeando mi espalda, y mi rostro a la altura de su pecho. Me estiré separándome un poco de su cuerpo. Giré mi rostro para observarlo, y ya me estaba mirando él a mí, lo que me hizo asustarme y ponerme la mano en el pecho.

—Joder, Mattheo— suspiré. Él soltó una pequeña risa.

Volví a girarme para mirar hacia la pared, quería dormir un poco más. En ese preciso instante noté la mano de Mattheo sobre mi cintura, con esta me acercó a su cuerpo. Mi culo estaba, literalmente, rozando todo su miembro. Volví mi cuerpo, mirándolo a él. Sus ojos se clavaron en mis labios. Puse mi mano sobre su cintura, acercándolo a mí, haciendo que nos quedásemos pegados.

—Creo que nos podemos saltar la primera clase— dijo con una sonrisa pícara. Antes de yo poder decir nada, Mattheo me agarró por la cintura y me besó con fuerza. Con sus brazos cogió mis piernas y me enganchó a él. Mis manos se apoyaban en su espalda desnuda, acariciando sus músculos y él me apretaba contra su torso, noté como su pecho subía y bajaba a una rapidez inaudita.— Te juro que intento resistirme a ti. Pero no puedo, necesito tocarte, besarte...

Sus ojos me miraban de una forma tan intensa que sentía que me deshacía ante él.

—Fóllame, Mattheo— respondí lascivamente sin pensar. El calor que sentía dentro de mí era tan fuerte que yo tampoco me podía resistir a él.

Se puso encima mía, agarró mis brazos con sus manos impidiéndome tocarlo y siguió besándome, mordí su labio y como respuesta él restregó sus partes contra las mías. Cuando noté su erección contra mí, saltaban chispas, quería sentirlo más fuerte, más dentro...

Mattheo soltó mis brazos y tras besarme por todo el cuello, bajó hacia mi cintura para quitarme sus calzoncillos que llevaba yo puestos. Levanté mi cadera y dejé que lo hiciera, él los tiró al suelo y me abrió las piernas con fuerza, con tanta pasión que dejaba ver las ganas que tenía de hacerlo.

Tocó mis muslos, subiendo su mano cada vez más hasta casi llegar a mis partes intimas. Con tan solo dos dedos agarró mi tanga y me lo quitó. Con su pulgar comenzó estimular mi clítoris en círculos. Me retorcía de placer, con mis jadeos pudo entender que me estaba gustando ya que aumentó la velocidad.

—Más rápido— le supliqué.

Su dedo se movía entre mis pliegues, al escuchar mi súplica no solo aceleró, sino que metió uno de sus dedos en mi interior. Lo hizo lentamente, creando un contraste que me volvió loca.

Siguió tocándome, arqueé la espalda de placer y solté un alto gemido. Cuando Mattheo metió otro dedo más dentro de mí, sabía que me iba a correr pronto. Hizo movimientos de arriba para abajo. Estrujé el edredón con las manos, hasta que con un último gemido llegué a mi clímax.

Antes de que pueda recuperar la compostura, observé como se incorporaba y se quitaba la ropa interior. Me levanté inmediatamente para poder tocarlo, para poder devolverle todo el placer que él me había hecho sentir, pero me empujó hacia la cama poniéndose de nuevo encima mía.

Él estaba llevando totalmente el control, me estaba dominando y moviéndome con una facilidad admirable. Volvió a agarrar mis brazos con sus manos, lo besé con fuerza, quería que se percatase de lo cachonda que estaba.

—Quiero follarte, Char— susurró con muchísimo deseo. Fue la primera vez que me llamó "Char", vaya, tenía que ser en ese momento. Aunque no niego que aquello me hizo enrojecerme.

—Hazlo.

Mattheo me soltó y abrió el cajón de su mesita, cogiendo un preservativo. Se lo puso con rapidez y yo no pude evitar mirarlo, su cuerpo sudado, musculoso...

ingobernable || Mattheo RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora