11

502 20 0
                                    

Mattheo

Me desperté con un peso quitado de encima, haber "solucionado" todo con Charlotte, me relajaba, ya que la culpabilidad se me había quitado, un poco. Aunque no me había perdonado por así decirlo,
pero me iba a esforzar por arreglar las cosas. No era normal en mí hacer aquello, pero, al fin y al cabo era una amiga importante para mí. No me quedaba con la consciencia tranquila sino hacía nada, y sabiendo que le había hecho daño.

Llamaron a mi puerta, me levanté de la cama y abrí la puerta, era Astoria. Iba con la camisa abierta dejando ver su sujetador, y con la falda mal puesta. Fruncí el ceño.

—Hola guapo, ¿puedo pasar?— Me aparté dejándole entrar a mi habitación.

Cerré la puerta de inmediato, sabía a lo que ella venía. Me giré a verla y ya estaba en ropa interior, en seguida se abalanzó a mis labios, besándome con mucha intensidad. Bajé mis manos por sus costados, y ella tocaba mi pecho desnudo, ya que yo estaba solo en calzoncillos. La empujé a mi cama, en la cual le dejé besos por su abdomen hasta llegar a su zona íntima, mientras ella suspiraba. Dejé besos y pequeñas mordidas por el interior de su muslo, alcé la mirada para verla y me miraba con las pupilas dilatadas, se removía pero la detuve tomándola por la cadera, me incliné y pasé mi lengua por sus pliegues, ella gemía alto y apretaba las sábanas por el placer causado.

—Mattheo...— gemía mi nombre. Yo seguía haciendo mi trabajo. Encorvó su espalda, soltando un último jadeo, lo que me dio a entender que se había corrido. Me puse a su altura y la volví a pesar. — Mátemela. Por favor— pedía. Abrí un cajón de mi mesilla de noche, y agarré un preservativo, el cual me coloqué.

Me acerqué a su rostro y la besé, primero con suavidad aunque fui subiendo la intensidad del beso. Metí dos de mis dedos en su vagina bruscamente, movió su cuerpo hacía delante del impulso y soltó un jadeo. Moví mis dedos en círculos, ella jadeaba, y antes de que pudiese correrse saqué mis dedos de dentro de ella. Me miró con desagrado. Pero metí mi miembro en su vagina de manera brusca y sin previo aviso, lo cual hizo que ella soltase un fuerte gemido de dolor por lo grande y duro que estaba, aunque pronto ese dolor comenzó a sentirse placentero.

Comencé a darle fuertes embestidas pero no muy rápidas sacando y metiendo mi miembro de su interior. Pude escuchar varios gemidos y suspiros por parte de ella, los cuales me pusieron muy caliente ya que eran unos sonidos muy gratificantes para mis oídos. Ambos no parábamos de respirar agitados y sobretodo ella no podía parar de gemir debido a las fuertes embestidas que le daba.

Unos largos minutos después, comencé a darme lo más rápido que pude y sentí como se le debilitaban las piernas. Entonces por fin volvió a correrse, mi cuerpo comenzó a cansarse, hasta que yo también me corrí. Entonces reduje la velocidad y dejé de darle embestidas, después saqué mi miembro de su interior lentamente.

Me levanté de la cama, y tiré el condón a la basura, antes de entrar al baño para mear y ducharme. Me hice una ducha fría. Al salir del baño con una toalla envuelta en la cadera, estaba Astoria ya vestida sentada en mi cama. Me extrañó, ya que siempre después de hacerlo se iba.

—Mattheo, quiero decirte algo— dijo nerviosa mientras miraba el suelo. Saqué el uniforme del armario, y me lo fui poniendo.

—Dime, pues— contesté con normalidad.

—Me estoy enamorando de ti.

No me lo podía creer.

—¿Es enserio? Dejé claro que sería solo sexo, Astoria.

—Lo sé, pero creo que haríamos buena pareja, ¿no crees?

—Ya, pero la cosa es que tu a mi no me gustas de esa manera. Solo para el sexo, nada más.— Ella al escuchar aquello, se levantó de mi cama con los ojos humedecidos y se marchó con prisa.

Llegaba tarde a la segunda clase de la jornada, pero aún así entré. Las clases de ese día fueron bastante aburridas.

Llegué a la cena en el gran comedor, y me senté entre mi hermano y Blaise Zabini.

—Hermano, ¿qué le has hecho a Astoria? Están todas las chicas hablando de vosotros.— Me susurró mi hermano.

—No le he hecho nada, tío. Me dijo que estaba enamorada de mí, y yo le dije que yo no. Menuda exagerada.

—Astoria es la tía mas tonta que existe, te lo advertí.— Rodé los ojos, que coraje me da que mi hermano siempre tenga razón en todo. En ese momento llegó Charlotte a la cena, y se sentó en frente mía, donde tenía a su lado a Theodore Nott y a una pelirroja.

—Chicos, menuda mañana más guay, me lo he pasado genial en herbología con Ron y Hermione, son tan majos— comentó sonriente. Pude ver como le echaron las chicas una cara de asco al igual que mi hermano, al mencionar a aquellos dos. Todos les odiábamos, por todo lo que intentan destapar de mi padre, por la de veces que lo han intentado matar, y como nos intentan dejar mal a los Slytherin como si ellos fuesen unos santos.

—Me alegro, tía. Mis clases dan asco.— Le contestó la amiga pelirroja.

—Estamos en las mismas— añadió Theo.

—Ya te digo— contestó mi hermano con la boca llena de comida, a lo que me reí.

—Oye, la fiesta de este viernes, ¿en qué sala común es?— preguntó la peli negra.

—Seguramente en la de Gryffindor, por eso puede que no nos inviten.— Respondió mi hermano. Charlotte frunció el ceño, agarró su servilleta, la hizo una bola, y se la lanzó a un Weasley a la cabeza. Este se giró extrañado.

—Nos invitáis a la fiesta de mañana, ¿no?— preguntó esta, Ron dudó pero asintió después de tragar grueso. Charlotte tenía el don de llevarse bien con la gente, pero que aún así le tuviesen respeto y le imponga a todos.

—Sí, si.— Tartamudeó el pelirrojo.— Es a las nueve.— Nos informó mirándonos a todos. Yo subí el pulgar. Charlotte giró la cabeza para mirarnos a nosotros, y levantó las cejas.

—Listo. Ya estamos todos invitados— dijo con orgullo. Reí. Se levantó de la mesa.— Bueno, chicos, nos vemos mañana en la fiesta. Estaré toda la tarde estudiando, y mañana no coincidiremos en clases. — Se fue.

ingobernable || Mattheo RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora