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Sehun subió las escaleras con dificultad. Últimamente, para él todas las noches habían sido miserables, pero esta había batido todas las marcas. Su vida se estaba convirtiendo en un infierno y al parecer no podía hacer nada al respecto.Se había pasado toda la noche pensando en Luhan. Lo mejor hubiera sido que se quedara en su oficina, pues la gente le hablaba y le hablaba y él no escuchaba; sus empleados le hacían preguntas y él no respondía. Había deambulado por el salón como si no tuviera idea de hacia dónde iba ni de qué hacía allí. Por suerte, Irene no estaba presente. Se habría muerto de risa.Todo porque Luhan quería un hijo. O porque él quería hacerle un hijo a Lu.Sehun no podía creerlo, pero después de toda una noche en la que prácticamente no había pensado en nada más, se había dado cuenta de que se había vuelto loco: quería darle hijos a Luhan.

Deseó que en ese mismo instante se lo llevaran el diablo y todos los demonios. A él ni siquiera le gustaban los niños, y allí estaba, pensando en tenerlos, en plural. Debería ingresar voluntariamente en un manicomio. No, lo que necesitaba era una buena noche de sueño. Estaba agotado, idiotizado por el cansancio. Sin duda, alucinaba. Ocho o diez buenas horas de sueño y lo vería todo bajo una nueva luz. Recorrió sigilosamente el estrecho pasillo, en el que la alfombra amortiguaba sus pisadas. Aunque era una precaución innecesaria. La mayoría del personal estaba tan cansado que no les despertaría ni el paso de un tren de carga. Sehun entró en su habitación, encendió la lámpara que había en la mesa que estaba junto a la puerta y se dirigió al vestidor a través del baño. Mientras se quitaba la ropa, no dejaba de repetirse que no podía hacer el amor con Kuhan hasta que encontrara al reverendo y registraran el matrimonio. Pero el cuerpo de Sehun no se andaba con melindres. La sola idea de hacer el amor con Luhan le provocó una monumental erección. No tuvo más remedio que sonreír. Probablemente era la primera vez que estaba prácticamente listo para el ataque amoroso y sin embargo se iba a acostar solo.

Pensó en Luhan, que debía de estar durmiendo profundamente en su propia cama. No le llevaría mucho tiempo llegar hasta la casa de Bella. Podría volver a ponerse la ropa en unos pocos minutos. No tenía nada de malo aparecer en la alcoba de su esposo. Aunque en realidad Luhan no era su esposo, nadie sabía eso y tenía la intención de arreglar ese asunto a primera hora de la mañana. O de la tarde. No importaba esperar un poco más o un poco menos, con tal de que al final todo funcionara bien. Llegó incluso a descolgar otra vez los pantalones, pero en lugar deponérselos comenzó a recitar una letanía de maldiciones, se quitó la ropa interior, recogió la lámpara y se dirigió a la habitación. Tenía que meterse en la cama y dormirse antes de que terminara haciendo alguna locura. Estaba a medio camino de su destino cuando se dio cuenta de que Luhan estaba durmiendo en su cama. Al instante su cuerpo reaccionó como puede imaginarse. Sehun no sabía cómo había conseguido entrar sin que nadie le viera. Luego miró su ropa que había dejado muy bien doblada sobre la silla. No era el mismo conjunto que había usado durante la noche. Obviamente, debía de haber regresado a la pensión de Bella y luego cambió de opinión.

Sin duda, su maravilloso primito había pensado en la fabricación de bebés tanto como Sehun.Tenía que despertarlo y obligarlo a regresar a su propia habitación. Pero, cuando iba a hacerlo, frenó en seco. No podía despertar a Luhan y reprenderlo por dormir en su cama estando completamente desnudo. Menudo papelón. Corrió al vestidor y se puso ropa interior y una bata. Luego se sentó en el borde de la cama de tal manera que su erección fuera lo menos evidenteposible, y sacudió a Luhan para despertarlo. Lu se fue despertando gradualmente. Cuando lo vio, sonrió.

—He vuelto.

—Eso veo, pero no puedes estar aquí. Tienes que marcharte antes de que alguien se dé cuenta.
—No me quiero ir. —Luhan bostezó—. Vine a decirte que he estado pensando en lo que dijiste sobre el bebé.

—Te dije que lo discutiríamos por la mañana.

—Pero no tenemos que discutir nada. Ya lo he decidido. Por eso he regresado. Quiero empezar ahora mismo. Esta noche.

El miembro de Zac ardió y el hombre se revolvió con incomodidad, intentando someterlo. Estaba terriblemente acalorado.

—Pronto amanecerá. —La excusa para no hacer nada resultaba tan carente de convicción que ni él mismo se la creyó—. He estado levantado toda la noche.

—Jay dice que eso no representa ninguna dificultad para los hombres en estos menesteres.

—¿Qué dice? —Sehun no había entendido nada.

—Hablo de mi hermano. Una vez lo oí charlando con Jhony, mi otro hermano. Dijo que los hombres podían hacer un bebé a cualquier hora del día o de la noche.

Con aquellos comentarios, el hombre se iba excitando más y más.

—Realmente no creo que...

—¿Acaso no te gusto?

—Claro que sí.

—Jay dijo que las parejas de uno siempre eran las que se resistían, y que los hombres no necesitaban ningún estímulo.

La temperatura de Sehun subió por lo menos otros cinco grados. Se dijo que los hombres de la familia Ling hablaban demasiado, en especial cuando Luhan podía oírlos.

—Me gustas mucho. Apenas puedo controlarme en esta situación, pero quiero que tú estés seguro de...

—Estoy seguro. —Luhan retiró las sábanas—. Mira, estoy desnudo.

Y así era. Aquellos cuerpo firme y juvenil con el que él llevaba semanas soñando estaba ahora ante sus ojos. Lo único que tenía que hacer era alargar la mano y poseerlo. Sehun pensó que iba a explotar. Aunque nadie le había contado nunca nada sobre el particular, en aquel momento quedó convencido de que la excitación sexual era muy peligrosa, que podía matar a un hombre. Casi podía sentir cómo comenzaba a derretirse por dentro. Una gota de sudor rodó por su nariz. Tenía que liberar el torturado y torturador pene, quitarse la ropa interior, o moriría.Sehun levantó la sábana.

—Cúbrete —dijo con una voz cargada de emoción—. Una visión como esa puede hacer que un hombre muera de la impresión.

—No quiero que te mueras. Quiero que tú...

—Ya sé lo que quieres, pero tienes que estar completamente seguro. Mañana sería tarde, ya no podrías dar marcha atrás.

Luhan dejó escapar una risita de placer que lo hizo detenerse.

—No tienes que temer que cambie de opinión. Y ya puedes dejar de esconder tus sentimientos tras esas tontas observaciones. Sé muy bien lo que estoy haciendo.

—No estoy tratando de esconder nada. Bueno, eso no es del todo cierto, pero no es lo que crees.

El hombre se puso de pie, le dio la espalda a Lu, metió la mano por debajo de la bata y se bajó los calzoncillos hasta los tobillos. Luego dejó escapar un suspiro de alivio. Siempre de espaldas a Luhan y con la bata bien cerrada, se sentó de nuevo en la cama. Cuando se volvió hacia Luhan, el había vuelto a retirar las sábanas.

—¿No quieres venir a la cama conmigo?

—Yo... tú... por Dios santo, ¡deja de tentarme de esa manera!

—Jay dijo que un hombre no es capaz de resistirse ante el cuerpo de un doncel.

—Tus hermanos hablan demasiado.

Luhan no se movió y Sehun sintió que ya no podía seguir negándose a semejante invitación.

—Que quede constancia de que lo intenté. Pero la carne es débil.

Se levantó, se quitó la bata y se metió en la cama.

—¡Santo Dios! —Luhan le había visto la entrepierna.

—Se suponía que no debías mirar.

—Pero antes no era así.

—Porque antes no me habías torturado ni provocado de esta manera.

—¡Santo Dios!

—Deja de gritar ¡Santo Dios! como un virgen asustado o voy a comenzar a sentirme culpable de nuevo.

—¿Te sientes culpable con frecuencia?

—Esta es la primera vez.

—Entonces me alegra.

—A mí no. Esta sensación me despierta muchas emociones encontradas.

Luhan se estiró, ofreciéndose.

—¿Podemos empezar ahora?

—Espera un minuto. Necesito acostumbrarme a la situación. El bebé no tardará más en llegar si nos tomamos unos cuantos minutos para hacer las cosas bien.

—¿Hay una manera apropiada de hacerlo?

—Bueno, tal vez no se trate de una manera apropiada. Cada cual lo hace a su manera.

—Debí preguntarle a Irene sobre tu forma particular de hacerlo. Así estaría preparado.

Sehun se sonrojó de la cabeza a los pies. Tomó la mano de Luhan y comenzó a besarle los dedos.

—No necesitas preguntarle nada a nadie. Contigo ha de ser necesariamente distinto, porque eres especial, diferente a todos.

Luhan se sintió como un rey mientras Sehun le besaba los dedos, demorándose en cada uno, como si necesitaran atención individual. Luego le besó nudillo tras nudillo. Luhan nunca habría pensado que Sehun pudiera tener tanta paciencia. No estaba seguro de que el mismo la tuviera. Quería que su hombre pasara cuanto antes a la parte de los abrazos y los besos. Era terrenoconocido, y sabía que le gustaba. Ahora Sehun le estaba besando la palma de la mano y una sensación bastante deliciosa se proyectaba a lo largo de sus extremidades. Pero eso era apenas el preludio de las sensaciones que lo asaltaron cuando él le besó la muñeca y luego la parte interna del brazo. Luhan casi se desmaya. Sehun comenzó con los dedos de la otra mano y Luhan se dijo que era una manera bastante placentera de hacer un bebé. Se preguntó si todos los hombres usarían ese método. No podía entender cómo alguien podía considerar eso como un sufrimiento. A el no le importaría tratar de hacer un bebé todos los días.

Cuando los labios de Sehun llegaron a la parte superior del brazo, la intensidad de sus sensaciones hizo que Luhan dejara de pensar en cualquier otra cosa distinta a lo que le estaba ocurriendo. Tenía miedo de haberse extralimitado al meterse en la cama de Sehun sin ropa. Pero ahora se alegraba de haberlo hecho, pues la sensación de su piel desnuda contra las sábanas volvía su piel más sensible a los labios de Sehun. Luhan se acaloraba, pensaba que ya no podría aguantar más. Sehun le estaba besando los hombros, los lados del cuello y la parte superior del pecho y todo ello le provocaba accesos de deseo que recorrían todo su cuerpo. Luhan nunca había pensado que pudiera sentir algo ni remotamente parecido a aquello. Aunque no sabía exactamente qué era, el deseo sexual lo hacía estirarse, ansioso por agarrar a Sehun y apretarlo contra el. Pero no lo hizo. Todo lo que su esposo había hecho hasta ese momento era maravilloso. Si había una manera apropiada de hacer bebés, Luhan no quería que Sehun se saltara ningún paso. Hasta ahora le había gustado todo.

Él le lamió un pezón con su lengua tibia y húmeda y Luhan creyó levitar sobre la cama. Luego Sehun chupó el pezón suavemente, metiéndolo por completo en su boca, y Luhan pensó que se iba a morir de placer. Agarró a Sehun del pelo, pero luego lo soltó por miedo a arrancárselo, dado el grado de enloquecimiento que experimentaba. Luhan bajó las manos por el cuello de Sehun, sobre sus hombros y por la espalda. Se sentía como un chico licencioso, regocijándose al acariciar el cuerpo de un hombre y deleitarse con el placer que le producía lo que él le estaba haciendo. No sabía que se pudiera gozar tanto. Incluso pensó que sería pecado o algo similar. Pero no podía evitarlo. La parte del sufrimiento debía de venir después. Los labios de Sehun abandonaron luego el pezón, pero dejaron una estela de besos a lo largo del pecho, el cuello y la mandíbula para enseguida besarlo con fuerza en los labios. Luhan se entregó. Pasó los brazos alrededor de Sehun, apretó el cuerpo de su marido contra el suyo y lo besó con toda la felicidad y la excitación que sentía en su corazón. Se sintió aliviado al ver que Sehun no parecía ofendido por su descaro. De hecho, parecía que lo había alentado todavía más. El hombre deslizó sus brazos por debajo del cuerpo de Luhan y lo estrechó entre ellos hasta que pensó que no podría seguir respirando.Pero respiraba, jadeaba, gozaba. Otro tópico, otro mito caía ante su excitado cuerpo. Luhan no tenía por qué ser pasivo, podía tomar la iniciativa en el encuentro erótico, y eso no molestaba Sehun, sino todo lo contrario. Sintiendo una extraña humedad entre las piernas, lo envolvió en sus brazos, se apretó contra él y lo besó con todas sus fuerzas.

Notó un objeto duro y caliente que hacía presión contra su abdomen... se detuvo un instante, pensó y sonrió, rojo de deseo. Luhan sabía de qué se trataba. Tal vez aquello tuviera que ver con la famosa parte de sufrimiento que al parecer tenían aquellos encuentros. Pero enseguida alejó ese pensamiento. Hasta que llegara ese instante, solo quería placer, y lo estaba obteniendo. Besó a Sehun por toda la cara y  no permitió que nada le detuviera, pues eso también le proporcionaba íntimo cosquilleo.Seguiría gozando cuanto pudiese hasta que llegase la hora del dolor. Sehun soltó una carcajada.

—No tienes que ir tan rápido. Tenemos toda la noche.

Luhan no quería confesarle que estaba tratando de embriagarse tanto con sus besos que no sintiera el dolor que le esperaba.

—Ya está amaneciendo —dijo Lu en medio de los besos—. Hay que levantarse en una hora.

—Hoy no hay que levantarse. —Sehun tenía la cara de Luhan entre sus manos y en ese momento le estampaba un beso en la punta de la nariz—. Hoy puedes pasar toda la mañana en cama.

—¿Se tarda toda la mañana hacer un bebé?

—Todo el tiempo que quieras, el que desees.

Empezó a ponerse un poco más nervioso. Al final no iba a estar tranquilo hasta que llegaran a la parte del sufrimiento. Entretanto, le encantaba estar junto a Sehun, que lo abrazara, que le besara los párpados. Se sentía en cierto modo indecente, y le gustaba.  Sin duda no estaba bien que a el le gustaran las mismas cosas que a un chico pagano. Pero le gustaban. Se olvidó completamente de cualquiera, pagano o no, cuando Sehun comenzó a mordisquearle el lóbulo de la oreja. Casi se sintió mareado.
—¿Mordiendo la oreja se engendran mejor los hijos?

—No exactamente, pero así es más divertido.

Sí que era divertido, o mejor dicho, algo mucho más que divertido, pero se estaba poniendo cada vez más nervioso porque pensaba y pensaba en la parte dolorosa. Debía de ser verdaderamente horrible si había quienes para evitarlo renunciaban a lo que Sehun le estaba haciendo en ese momento. Cuando Sehun comenzó a besarle de nuevo el pecho, Luhan pensó que no podía haber nada más maravilloso que eso. Pero luego los dedos de Sehun comenzaron un delicado recorrido por su cuerpo, por los costados, por el vientre. Al ver que no se detenían en el ombligo, el cuerpo de Luhan se puso rígido. Las manos masculinas hicieron un rápido recorrido por la cadera, bajaron por la pierna y cruzaron por detrás de la rodilla. Todo eso encendió su cuerpo hasta extremos inimaginables.Sehun intuía las preocupaciones de su esposo.

—No tengas miedo. Yo te avisaré cuando te puedas sentir incómodo.

Es decir, habría dolor. Su madre tenía razón. Iba a tener que sufrir. Muy bien, pero disfrutaría de antemano hasta la última gota de placer que pudiera. Luhan envolvió a Sehun con sus piernas y eso le brindó la deliciosa sensación de ser tan mundano y provocativo como él. Los dos eran iguales y Luhan lo podía seguir paso a paso. De pronto, Sehun deslizó la mano entre los muslos de Luhan, se quedó paralizado, tenso, en espera del temido dolor.
—No te va a doler —susurró Sehun.

Luhan quería creerle, pero estaba asustado. No pudo evitar ponerse aún más tenso cuando el dedo de Sehun le penetró. La sensación que experimentó fue tan novedosa, tan intensa, que casi le parecía dolorosa en el primer instante. Luhan contuvo el aliento, pero pasado un segundo no sintió ningún dolor, solo la excitante sensación de que algo se movía dentro suyo. Luego Sehun tocó una protuberancia íntima y Luhan creyó volar. De manera instintiva había cerrado las rodillas con fuerza, pero poco a poco se fue relajando. Cuando Sehun volvió a tocar ese punto ultrasensible, Lu sintió una oleada de indecible placer que le recorrió de pies a cabeza. Y después otra, y otra más. Sehun siguió moviéndose dentro de Luhan hasta que las oleadas comenzaron a ser más y más seguidas. Ahora parecían casi maremotos, cada uno más fuerte que el anterior, y todas las oleadas le arrancaban un gemido de placer. Súbitamente, las sensaciones se convirtieron en una avalancha de gozo irresistible, continuada, tan asombrosa que al cabo de unos minutos Luhan pensó que no podría soportarlo más. Casi inconsciente, pronunció el nombre de Sehun, mientras se movía contra su mano. Cuando pensó que ya no aguantaba más, las olas lo arrastraron y Luhan sintió que todo su cuerpo se estremecía con una descarga mayor que todas las demás. Lu se sentía flotando en las alturas, y su hombre seguía moviéndose sobre el. Notó que Sehun retiraba el dedo y su acción era reemplazada casi de inmediato por una presión mayor. Volvió a ponerse tenso.

—Esto sí dolerá un poquito —le advirtió Sehun—. Pero solo un poco. Después nunca más te volveré a hacer daño.

Sehun estaba tratando de tranquilizarlo lo más posible. Lu también procuró ser valiente. Esta era la parte que la primera vez no le gustaba a nadie; la que todos tenían que soportar al menos en una ocasión en la vida. Bueno, pues entonces lo haría. Lo que más quería en el mundo era tener un bebé. El dolor que le causó la embestida de Sehun fue agudo, pero breve. Pasó casi antes de que Luhan se diera cuenta. Ahora Sehun se estaba moviendo dentro de el tal como había hecho antes, solo que esta vez Luhan sentía cómo se ensanchaban sus entrañas para abrir campo a una parte mucho mayor del cuerpo de su marido. Sehun levantó las caderas para poder penetrarlo más profundamente. Luhan ayudó todo lo que pudo,sabía que el bebé debía crecer en el fondo de su cuerpo, protegido de todo peligro. Pero no pasó mucho tiempo antes de que Luhan se olvidara totalmente de los bebés y del dolor. Las oleadas de placer comenzaron de nuevo, y esta vez eran más intensas. Luhan no entendía cómo era posible, pero Sehun le estaba demostrando rápidamente que hacer un bebé era mucho mejor de lo que se imaginaba. Y además, el encuentro parecía estar afectando a Sehun de la misma manera en que le afectaba a el. Él ya no era el tranquilo maestro que controlaba el cuerpo de Luhan. La pasión su marido parecía crecer al mismo ritmo de la de Luhan, y su respiración se volvía cada vez más entrecortada, mientras que sus movimientos mostraban creciente agitación. Poco a poco sus embestidas se volvieron más rápidas y lo penetraba cada vez más profundamente, como si quisiera llegar al corazón mismo de su ser. Luhan sintió que perdía el control a cada entrada de su hombre. Lo único que existía en el mundo eran Sehun y el, sus cuerpos íntimamente fundidos, mientras flotaban cada vez a más altura, sobre una cima de sensaciones que amenazaban con superar todo pensamiento consciente. Luhan se pegó a Sehun con desesperación. Él era su salvavidas, su ancla, su norte. Estaba seguro de que, sin él, saldría volando hacia el espacio y se desintegraría en una infinidad de partículas microscópicas. Se abrazó de forma enloquecida a Sehun, trató de absorberlo, de volverse uno con él, hasta que sintió que sus cuerpos comenzaban a derretirse en una única masa de pasión.

Luego, justo cuando Luhan alcanzó el borde mismo de la conciencia, sintió que comenzaba a flotar una vez más, arrastrado por un oleaje liberador que resultaba demasiado exquisito para describirlo con palabras. De pronto notó que Sehun se ponía tenso, muy tenso, lo oyó jadear y luego sintió el espasmo de su cuerpo al tiempo que liberaba su semilla dentro de su cuerpo. Por fin se sintió casado.

Al cabo de unos minutos, Luhan preguntó con voz satisfecha:

—¿Eso es todo lo que se hace para hacer un bebé?
Sehun no sabía cómo interpretar esa pregunta. No sabía si es que esperaba algo más, si se sentía decepcionado por su forma de hacer el amor. Nadie se había quejado nunca de sus prestaciones eróticas.

—A veces hay que hacerlo otra vez. ¿Crees que podrías soportarlo?

—¿Ahora mismo?

Sehun estaba cada vez más confundido.

—Bueno, tal vez no en este mismo momento.

—¿Cuánto se supone que hay que esperar?

El tahúr se incorporó apoyándose en un codo.

—No tienes obligación de hacerlo de nuevo si te resultó una experiencia desagradable...

—No, eso no es lo que quise decir. Todo lo contrario. —Se puso muy colorado—. Me gustó mucho. Esperaba que no tuviéramos que esperar demasiado antes de poder intentarlo de nuevo.

Sehun lo besó en la nariz y le apretó contra él.

—No vamos a tener que esperar mucho tiempo.

—¿Te saltaste algunos pasos?

Sehun se incorporó otra vez, de nuevo asaltado por las dudas.

—¿Por qué?

—Solo pensé que, si te has saltado algo para no dañarme, me gustaría que lo intentaras la próxima vez. Ahora que ya no tengo miedo, estoy seguro de que voy a disfrutarlo todo.

—Haremos lo que podamos. —Sehun le acarició el cuello con la nariz—. Pero no soy de hierro, ¿sabes? Tengo que descansar de vez en cuando.

—Pero no demasiado tiempo ¿verdad?

—No. De hecho, ya me estoy sintiendo notablemente descansado. En caso de que no hagamos un bebé a la primera oportunidad, es posible que tengamos que hacer esto muchas veces más. Minho y Taemin tardaron seis años en concebir a su primer hijo.

—Espero que no tengamos que esperar tanto tiempo.

Sehun se dijo que tampoco sería tan malo pasarse seis años haciendo el amor con aquella criatura maravillosa. Estaba a punto de embarcarse en lo que esperaba que fuera un largo periodo de ensayos para lograr el bebé ideal, cuando se abrió la puerta de la habitación con estruendo. Sehun levantó la vista y vio en el umbral a un hombre alto y delgado, con una barba larga y negra, que lo observaba como si fuera un demonio recién salido de los infiernos. ¡Cielo santo! Sehun se dijo que no debió hacer el amor con Luhan antes de asegurarse de que el matrimonio quedara legalmente registrado. Ahora el mismísimo Satanás estaba en el umbral de su puerta, listo para llevárselo a sus dominios.

Luhan ( Libro 7- serie 7 novios)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora