Eso era cierto, y al mismo tiempo no lo era. Difícil de explicar, en todo caso. Sehun ni siquiera estaba seguro de entenderlo él mismo, porque era incapaz de explicarlo con palabras. Era solo una sensación que estaba presente desde que tenía memoria. Sehun quería eludir la respuesta a toda costa.
—No estamos hablando acerca de lo que yo pienso de mí, sino de lo que piensa la gente que de veras importa. Ellos no tienen nada que ver con casinos y salones de mala nota. Y en especial tienen muy mala opinión de en que trabajan para nosotros. Ya sé que eso es injusto, pero no viene al caso. No hay nada que ni tú ni yo podamos hacer para cambiar esa realidad.Luhan se quedó callado. Sehun sabía que Luhan estaba reflexionando sobre lo que él acababa de decir. Y, a juzgar por su expresión, le estaba costando trabajo digerirlo. Mientras el muchacho pensaba, su primo siguió hablando.
—No voy a tratar de convencerte de que regreses a Virginia, aunque le dije a la señora Thoragood que lo haría. Sería lo mejor para ti, pero entiendo por qué no quieres hacerlo. Yo hui de mi familia más o menos por las mismas razones.
—Entonces comprendes que...
—Claro que lo entiendo. ¿Por qué crees que no te envié de vuelta en cuanto llegaste? Yo sabía que estaba mal no hacerlo, pero también sabía que me habría muerto si hubiese tenido que pasar el resto de mi vida con DongWook y Jinki. Los quiero mucho, pero no puedo vivir con ellos.
—Entonces, ¿por qué me estás echando ahora?
Luhan se daba cuenta de que Sehun hablaba en serio. En otras ocasiones había logrado esquivar sus argumentos y salirse con la suya, pero sabía que esta vez no podría hacerlo. Toda la velada, el barco, la cena, la seriedad de la expresión de Sehun, era una escena final. Por mucho que se negara a hacer lo que él le pedía, no seguiría actuando en el Heaven. En eso Sehun no transigiría, lo veía muy claro. Tal vez podía regresar a la residencia de Bella o ir con Jun, pero para el se había acabado la cantina.
—No te estoy echando, pero tú no eres como Irene y como yo. Realmente no eres tan distinto de tu familia. Tienes las mismas creencias. Quieres la misma clase de vida. La única diferencia real es que aspiras a que te traten como a una persona, no como a una cosa. Por lo demás, quieres que tu marido llegue a casa todas las noches y se acueste a tu lado. Te rompería el corazón que pensara siquiera en estar en otra parte. Esperas que asista a la iglesia y sea un miembro activo de su comunidad.
—¿Qué tiene eso de malo?
—Nada, pero no vas a encontrar esa clase de hombre en el Heaven.
—Tú estás en el Heaven.
Sehun soltó una risa amarga.
—Deja de pelear contra la realidad, Luhan. Tú perteneces a un mundo y yo pertenezco a otro. Y nada nos unirá nunca.
—¿Y qué pasa con todas las cosas buenas que haces por los demás?
—Eso no cuenta. Hago cosas buenas, pero para la clase equivocada. Y eso no es todo. ¿No te has fijado en la calle donde está el salón? ¿Has visto quiénes son mis vecinos? Otras tabernas, salones de juego, puntos ilegales de venta de licor, lugares como la Casa Salem, antros donde algunos infelices son drogados para despertarse luego en un barco con destino a la China. Ahí es donde trabajo, la que va allí es la clase de gente que frecuento todos los días. Al parecer soy como mi padre, solo que carezco de algunos de sus rasgos más abominables. No soy la clase de persona que debería conocer alguien decente.
—Eso es ridículo. Tú eres tan bueno como cualquiera, y eso incluye a los Thoragood.
Sehun no sabía lo que se necesitaría para que Luhan lo viera tal como era. El chico se había hecho una imagen de él y no quería cambiarle por nada del mundo. Al menos era una imagen positiva. Le resultaba bastante agradable saber que al menos había una persona que solo veía bondad en él. Y aunque eso no cambiaba nada, sin duda lo hacía sentirse mejor. Pero que él se sintiera bien no iba a ayudar gran cosa a Luhan.
—Me alegra mucho que pienses así. —Sehun le apretó la mano—. Me encargaré de que lleven tus cosas al Hotel Palace a primera hora de la mañana. Jun y Yixing cuidarán bien de ti.
—Pero yo no puedo permitirme el lujo de quedarme allí, ni siquiera podría pagarlo aunque siguiera trabajando en la cantina.
—No te preocupes. Te tratarán como a un miembro de la familia. Además, en pocos días te encontrarán un empleo como niñero o como compañía de Yixing.
—¿Y qué pasará si no voy?
—No tienes otra opción. La señora Thoragood vino a verme, flanqueada por su ejército de damas adustas y puritanas. ¿No entiendes lo que eso significa?
Luhan negó con la cabeza.
—Significa que te están ofreciendo una última oportunidad de salvarte. Si rechazas esta ocasión, te darán la espalda.
—Pero ellas no me han ayudado en nada.
—La señora Thoragood persuadió a Bella para que te permita vivir de nuevo en la pensión. La señora Wellborn y la señora Lee te van a contratar cada una media jornada. Personalmente creo que deberías mandarlas al demonio e irte directamente al Palace, pero eres tú quien tiene que decidir.
—Yo preferiría seguir haciendo lo que estoy haciendo ahora.
¿Por qué no se daba por vencida? ¿No se daba cuenta de que la situación era tan difícil para él como lo era para ella? Si aceptaba lo inevitable, es decir la realidad, sería mucho más fácil para los dos.
—Maldita sea, Luhan. Usa la cabeza. Los hombres juegan partidas enconadas por ti. Por ti, algunos se tirotean en la calle. Antes de que te des cuenta, tu nombre andará de boca en boca por toda la costa. Y cuando eso ocurra no importará cómo seas de verdad. Solo importará lo que la gente diga de ti. Ya sé que has traído cientos de clientes nuevos, y si fuera un egoísta puro no te despediría. Sé que voy a ganar menos dinero, pero también sé que, de continuar igual, pronto estarías acabado, y no quiero que ocurra tal cosa.
Luhan hizo un gesto de obstinación. Pese a la penumbra reinante, Sehun podía ver que estaba molesto y que al muchacho le costaba trabajo dominar su temperamento. Ante el silencio enfurruñado del joven, el hombre volvió a la carga.
—Ya sé que ahora no lo entiendes, pero no hay otra solución.
Luhan no respondió. Solo se quedó mirándolo con ojos en los que brillaba el resentimiento. Sehun temió que se echara a llorar. Si empezaban a aparecer las lágrimas, sería mejor que se tirara por la borda y empezara a nadar hasta la playa. No sería capaz de soportarlo. Si lloraba podría prometerle cualquier cosa que quisiera y acabarían en una situación peor que al comenzar la noche.
—Mi opinión es que deberías trasladarte al Palace en cuanto regresemos. Pero tú verás. Decidas lo que decidas debe hacerse mañana mismo, como muy tarde. No tiene sentido esperar más.
El chico seguía mudo, se miraba las manos, posadas sobre el regazo. Sehun se sintió como un villano y le dieron ganas de estrangular a la señora Thoragood por haberlo puesto en aquella abominable situación. Pero no debía culpar a la bruja. Él era el único culpable de que las cosas hubieran llegado a ese punto, por no haberse ocupado bien de Luhan desde el comienzo. Tal vez habría sido imposible obligarlo a regresar a Virginia, pero sí podría haber hecho algo mejor que llevarlo a la residencia de Bella Holt. Podría haberse asegurado de que Luhan encontrara un trabajo decente. Pero el tahúr exageraba al culparse. No era malo ni inmoral querer tenercerca a Luhan porque le agradaba, porque disfrutaba de su compañía, porque le fascinaba su inocencia. El apuesto jugador nunca había conocido a nadie tan inocente como su primo, alguien tan incapaz de ver en los demás algo distinto a la bondad. Eso le parecía asombroso, abrumador y en cierta medida también aterrador. Constantemente temía por el. Hasta ahora Luhan había logrado sobrevivir, pero era un milagro. Sehun no se podía engañar pensando que quería tenerlo cerca para protegerlo, porque en realidad lo había dejado al cuidado de Bella. Y para colmo le había dejado empezar a bailar. Le había dejado mudarse a la cantina. ¡Menuda protección había brindado a la inocente criatura! Quería tenerlo cerca, pero no demasiado, le encantaba y a la vez le espantaba verlo bailar. Entonces, ¿qué demonios sentía por el? No tenía ni idea y eso le molestaba más que cualquier otra cosa. Luhan rompió al fin su silencio.
—¿Podemos subir a cubierta?
—Pensé que tenías frío.
—Ya no.
Lo ayudó a subir las estrechas escalerillas. Después de estar tanto tiempo sentados, fue extraño caminar, en especial con el movimiento del barco, que atravesaba un mar medianamente agitado por las olas. La noche estaba sorprendentemente clara. Un ferry se alejaba de la costa.Las luces resplandecían a lo largo de los muelles. Algunas de ellas eran verdes y rojas, y proyectaban suaves rayos de color sobre el agua. Las calles de la ciudad que subían por las colinas brillaban como constelaciones de estrellas. Al otro lado de la bahía, las luces de Berkeley les hacían guiños desde las laderas más altas. Junto a ello, las masas de tierra oscura y lanegrura del cielo creaban una sensación solemne y misteriosa de inmensidad y soledad.Luhan llevaba su chal sobre los hombros, sin envolverse. Fue directamente hasta la barandilla, junto a la borda.
—Es difícil imaginarse que exista tanta agua. —Se dio la vuelta para mirar hacia el océano por encima de la bahía—. ¿Alguna vez te has preguntado qué hay allá lejos, más allá de lo que puedes ver, al otro lado del océano?
—He visto a suficientes chinos aquí en San Francisco como para imaginarme cómo es.
—Pero hay más cosas en el mundo aparte de China. O la India. O el Imperio Otomano. Mucho más, y nunca he visto nada de eso.
Sehun lo miraba, encandilado sin darse cuenta.
—La mayoría de esos países no te gustarían.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque allí no les gusta que nadie sea libre. En algunos lugares ni siquiera dejan que salgan a la calle.
Luhan se volvió para mirarlo con ojos penetrantes.
—¿Qué pretendes? ¿Tratas de hacerme pensar que mi padre no es tan malo después de todo? ¿Intentas, una vez más, convencerme de que vuelva a Virginia?
—No, lo que te digo es cierto. Muchos países son así de horribles para las mujeres y donceles. En cuanto a tu padre, sin duda es demasiado dominante, pero te ama.
—¿Cómo sabes lo que pasa en esos países? —Luhan seguía mirando al mar inmenso, sin darse la vuelta.
Sehun soltó una carcajada. La gente siempre se sorprendía cuando veía a un jugador que parecía saber algo más que las reglas del póquer.
—DongWook se encargó de que yo recibiera la mejor educación que el dinero puede comprar. Incluso me envió a Harvard antes de que yo huyera a Nuevo México y quedara atrapado en medio de una ventisca con Jun. Además, aquí llegan barcos de todo el mundo y se pueden aprender muchas cosas sin demasiado esfuerzo, simplemente escuchando con atención.
Se acercó para colocarse junto a el en la barandilla. El viento estaba arreciando, pero Luhan no parecía tener intención de ponerse el chal. De repente se volvió para quedar frente a Sehun.
—¿Por qué me has traído aquí? Podrías haberme dicho todo eso en la taberna.
—Ya te lo dije. Quería que tuviéramos una velada tranquila.
—Entonces podríamos haber subido al segundo piso, o salir a la calle, o ir a casa del señor Thoragood. A miles de lugares. ¿Por qué traerme a un barco? Normalmente esto se considera un gesto romántico y no estoy seguro de que yo ni siquiera te agrade. Para ti soy un dolor de cabeza. No lo niegues. No tiene sentido tratar de no herir mis sentimientos. Yo sé que he sido una carga para ti desde el momento en que llegué a la ciudad. Sé que no lo creerás, pero la verdad es que nunca quise convertirme en una carga. Mis intenciones eran buenas, pero las cosas no funcionaron como esperaba. Todos esos hombres comenzaron a seguirme y luego todo el mundo se puso muy melindroso. Nunca pude comprenderlo, aún no sé qué he hecho de malo.
—¿De verdad no lo entiendes?
—No. Ellos tampoco estaban haciendo nada malo. Si alguien debería haberse molestado era yo. Ya sé que no se considera apropiado hablar con desconocidos, pero la gente debe comunicarse, eso es bueno, no es malo. ¿No es peor para mi reputación estar aquí en este barco contigo?
—Yo soy tu primo. Además, está la tripulación.
Luhan se volvió de nuevo hacia el mar.
—Supongo que no tiene sentido seguir hablando. Por fin te estás deshaciendo de mí. ¿Por qué me has traído aquí? ¿Para qué querías llenarme de buena comida y mostrarme esta maravillosa vista? ¿Fue para suavizar el golpe y que no me sintiera tan rechazado?
—No, no fue por eso.
—Porque si ese era el propósito, has fallado. Nunca en la vida me había sentido tan rechazado. No me aprecias, ni siquiera te parezco bonito.
Sehun lo agarró de los brazos y le hizo volverse hasta que quedó frente a él.
—Estás loco. Todo el mundo sabe que eres hermoso. Deslumbrante. E increíblemente agradable. ¿Por qué crees que hay tantas peleas? Nadie hace eso por otros. Sin duda lo habrás notado.
—Los demás, puede, pero tú no piensas que yo sea deslumbrante.
—Claro que lo pienso.
—No es cierto. Nunca has tratado de seducirme. Ni siquiera has querido darme un beso.
Sehun no dijo nada, solo se quedó mirándolo, mientras se preguntaba qué iría a decir a continuación aquella endemoniada belleza.
—Estoy seguro de que no crees que sea tan ingenuo como para no saber cómo funciona el mundo. Incluso en Salem los hombres seducen a los chicos y luego tienen que casarse porque van a tener un bebé. La gente también se besa en mi pueblo, ¿sabes? Papá no, porque dice que... No importa lo que papá diga. Pero yo lo he visto. He visto a parejas besándose, y parece muy agradable. Una vez le pregunté a Mary, una de mis mejores amigas allá en casa, y me dijo que besarse era una de las cosas más maravillosas del mundo.
—¿Nadie te ha besado nunca?
—No.
—¿Ni siquiera tu precioso Ezequías?
—Él está de acuerdo con papá y piensa que un ministro no debería...
—Ya sé lo que piensa. ¿Y ese maldito idiota ni siquiera te tocó la mano alguna vez?
—No.
Sehun extendió las manos y Luhan puso las suyas encima. Las manos de Sehun eran grandes, fuertes y cálidas. Los dedos del hombre se cerraron sobre los suyos y la presión agradó sobremanera a Luhan. Sentir el contacto de otra persona era una agradable sensación. Cayó en la cuenta de que su padre nunca lo había tocado, es decir, que no lo había besado ni acariciado como hacen todos los padres con sus criaturas. Y desde luego, ningún joven se había atrevido a tocarlo nunca.
—No te sueltes. —Se alarmó al notar que la presión disminuía—. Me gusta esto. ¿La gente normalmente se toca mucho? —Hasta ahora nunca había pensado en eso, pero no recordaba ver a mucha gente tocándose.
—Algunas personas se tocan todo el tiempo. Otras no tanto. Eso depende de lo que les guste.
—Creo que a mí me gustaría que me tocaran mucho. ¿Eso me convierte en una mala persona?
—No, según mi parecer, te convierte más bien en una persona normal. Desde luego, no creo que la señora Thoragood esté de acuerdo.
—A mí no me importa la señora Thoragood.
Y era cierto. Nunca le había importado. Luhan no entendía por qué Sehun se preocupaba tanto por aquella espantosa mujer.
—Aquí es un personaje...
—Tal vez va a sonar horrible lo que voy a decirte. —Luhan le hablaba ahora rehuyendo su mirada—... ¿Serías tan amable de poner tus brazos alrededor de mi cuerpo? Una vez vi a Mary y su novio haciéndolo y parecía gustarles mucho.
Sehun lo miró con una expresión extraña.
—No tienes que hacerlo si no quieres. Solo pensé que sería agradable y, como no conozco a nadie más a quien pueda pedírselo...
Seguía sin mirar a Sehun a los ojos. No sabía cómo había reunido el coraje suficiente para hacerle semejante petición.
—Me encantaría hacerlo. —Sehun hablaba con más suavidad que nunca. Luhan jamás lo había oído expresarse con tanta delicadeza—. Pero será mejor que te envuelvas en ese chal. Cada vez hace más frío.
Luhan no sentía el frío. Al contrario: la excitación, combinada con el calor que le causaba la vergüenza, le hacían arder de pies a cabeza. Y pese a todo, lo abrazó. El abrazo de Sehun fue en extremo suave y Luhan se preguntó si lo estaría haciendo a regañadientes. ¿Aquello era algo malo?
—Tienes que relajarte y recostarte un poco en mí. —La voz de Sehun era apenas un susurro en medio de la brisa.
Luhan no se había dado cuenta de que estaba tan rígido. Y tan asustado. ¿Y si Sehun solo estuviera haciendo eso porque el se lo había pedido? De repente, Luhan pensó que quería que él de verdad quisiera abrazarlo. No solo porque el nunca había recibido un abrazo, sino porque desde el momento en que lo vio por primera vez, había anhelado que aquel hombre le abrazara. Ya era hora de que afrontara la verdad, que reconociera que se había enamorado de Sehun desde que lo vio. No se había dado cuenta plenamente hasta ese momento, pero ahora tenía muy claro que habría sido imposible que se enamorara de Ezequías o de cualquier otro. Había ido hasta California porque inconscientemente sabía que tenía que comprobar cómo era Sehun, el hermoso joven que viera años antes, antes de poder hacer cualquier otra cosa. Pero se encontró con Sehun y tardó en saber cómo era de verdad. Y lo había comprendido justo cuando lo echaba de su trabajo, de su fascinante cantina. Luhan estaba enamorado de Sehun Choi y no podía irse sin tener al menos una prueba, aunque fuera pequeña, de que el le gustaba al menos un poco. Una persona no ama a otra persona porque eso sea lo más razonable. Si así fuera, el habría amado a Ezequías. Tampoco se enamora porque otros quieran que lo haga. De ser así, Sehun amaría a Irene. El amor es azaroso. Y en su caso, en su relación con Sehun, no parecía existir en las dos direcciones, sino solo en una. Luhan lo amaba, pero él no correspondía a ese amor.
Le hizo caso y se recostó en su pecho. Le gustaba el calor de aquel cuerpo. Le gustaba sentir la fuerza de aquel hombre. Le gustaba notar su formidable estatura. No le importaba lo más mínimo ser mucho más bajito que él. Tal vez acabase con tortícolis de tener que mirarlo hacia arriba, pero estaba dispuesto a soportarlo con tal de tener los brazos de Sehun a su alrededor, de sentirse seguro y protegido. De pronto, Luhan reaccionó. Se dijo que no estaba seguro y protegido. Sehun solo lo estaba abrazando porque el se lo había pedido. Al día siguiente tendría que marcharse de su lado, porque él, precisamente él, lo obligaba.
—¿Y querrías darme un beso?
Luhan no se conocía a sí mismo, podía creer lo que estaba diciendo. Era increíble que acabara de pedirle a Sehun que le besara. Era asombroso que el cielo nocturno no se hubiese iluminado con el reflejo de su vergüenza.
—¿Por qué me pides algo así?
—Nunca me han besado. Y si voy a tener que casarme con un hombre rico y formal, es posible que ese hombre también sea enemigo de las tentaciones de la carne, y entonces nunca sabré qué se siente cuando te besan.
—Ningún hombre puede casarse contigo y ser enemigo de la carne.
—Ezequías podía.
—Eso quiere decir que no es un hombre, sino un muerto viviente, que no se ha dado cuenta de su verdadera condición.
Luhan pensó que Sehun no quería besarlo, y por eso procuraba alargar la conversación. No debería sorprenderse por ello. Nadie más lo había besado nunca. Tal vez la razón no era que todos esos jóvenes le tuvieran miedo a su padre. Tal vez simplemente no era un chico al que apeteciera besar, y punto.
—No soy yo quien debería darte tu primer beso —dijo Sehun al fin—. Esa sagrada misión tendría que corresponder a algún chico que sea tan inocente como tú, alguien que esté tan deslumbrado con tu belleza que ni siquiera piense en lo que está haciendo.
—¿Pero de verdad no puedes hacerlo? Preferiría que me besara alguien con experiencia.
No. A juzgar por la expresión de Sehun, era evidente que no podía. Pero a la vez parecía apesadumbrado.
—La experiencia nunca puede remplazar al sentimiento de...
—Ya sé que no te gusto, pero...
—Eso no es cierto. Me gustas mucho, mucho más de lo conveniente.
—Entonces, ¿por qué te resulta tan difícil besarme?
—Lo difícil es no besarte.
—¿Sí? Pues yo quiero que lo hagas. Yo...
—Me podría gustar tanto que sería incapaz de detenerme.
Pese al creciente frío de la noche, Luhan estaba a punto de estallar en llamas.
—¿Entonces te gusto? ¿Crees que soy bonito?
—Siempre he pensado que eres muy hermoso. Todo el mundo lo piensa. Deberías prestar atención a Irene.
—No me importa lo que diga Irene. Solo lo que digas tú.
—¿De verdad no había ningún joven en Salem que te gustara más que el resto? Tal vez si tú...
—¿No crees que si hubiese encontrado en Salem a alguien a quien pudiese amar, ya estaría casado? Deja de inventar excusas y bésame de una vez.
Sehun lo estaba mirando ahora de una manera muy peculiar. Por un momento Luhan pensó que tal vez había sido demasiado osado. A los hombres les gustaba dar el primer paso, llevar la iniciativa. Hasta la menor sospecha de que estaban siendo manipulados los espantaba como el ruido ahuyenta a los ciervos... Pero los temores de Luhan se disiparon cuando de pronto lo envolvió entre sus brazos y lo besó. No lo besó en los labios, tal como el esperaba, sino en la punta de la nariz. Fue una sensación curiosa, pero le gustó. Luego le besó los ojos. Esoera algo que nunca le habían hecho a Mary. Luhan se preguntó qué habría pensado su amiga del asunto. Sin embargo, a medida que pasaban los segundos, cada vez podía pensar menos en otra cosa que no fuera lo que le estaba sucediendo en ese momento. Le gustaba que lo besaran con los ojos cerrados. Sehun lo tenía envuelto entre sus brazos de una forma muy placentera. El percibía su fuerza y se sentía increíblemente seguro. Deslizó los brazos alrededor del cuello de su primo. Por un momento temió ser demasiado atrevido, pero ya había perdido la vergüenza, así que no le importaba mucho lo que pudiera pensar su amado. La opinión de Sehun ya era mala de por sí. No tenía nada que perder. Luhan se dijo, entre beso y beso en la nariz, que Sehun estaba acostumbrado a tratar con personas muy poco recatadas, por así decirlo. Debían de ser las que de verdad le gustaban. Posiblemente con las que estuviera menos familiarizado fueran los vírgenes nerviosos, tímidos y dados a ruborizarse. Seguro que con quienes solía estar se les ocurrían cosas más imaginativas y estimulantes que pasarle al hombre los brazos por el cuello. Ahora Sehun le estaba besando las orejas y el experimentó una serie de estremecimientos que subieron y bajaron por su columna vertebral. Si no recordaba mal,a Mary tampoco le solían hacer eso. Estaba seguro de que Mary se lo habría contado, si hubiese tenido una experiencia tan absolutamente deliciosa. Notó la respiración de Sehun en su oído, luego en la nuca, y todo su cuerpo pareció derretirse. Pensaba que besar era hacer un par de chasquidos con los labios y poco más. Tenía que contarle a Mary lo que se estaba perdiendo.
Luego Sehun lo besó en los labios. Aquello no tenía nada que ver con un parde chasquidos. Al principio Sehun solo le rozó la boca, mientras jugueteaba con las comisuras de sus labios. Luego le lamió los labios. De manera lenta, minuciosa. Los labios de Sehun eran templados y suaves, amables e insistentes, firmes y húmedos. Luhan nunca había pensado que los labios pudieran ser tan sensibles. Para tratarse de una parte tan inocente del cuerpo, escondían todo un tesoro de sensaciones. Si Sehun no le hubiese estado abrazando, Luhan estaba seguro de que se habría derrumbado. Se sentía como si estuviera hecho de temblorosa gelatina. Una sucesión de pequeños choques eléctricos comenzó a estallar en cada parte de su cuerpo, hasta que todo el estuvo incendiado, excitado, sensible. Se sentía caliente y frío al mismo tiempo, tenso y desmadejado, petrificado por lo que le estaba ocurriendo, pero ansioso por recibir más y más y más. Notaba que las manos de Sehun lo sostenían por la espalda, acunándolo, apretándole contra él. Era imposible no darse cuenta de que pecho hacían presión contra el pecho de Sehun. Luhan no solo nunca había sabido lo que era un beso, y por supuesto su cuerpo tampoco sabía lo que era tocar el cuerpo de un hombre como Sehun. Sus pezones nunca habían estado apretados contra un pecho masculino. Una cantidad de sensaciones, sentimientos y deseos que Luhan nunca antes había experimentado fueron despertando de su largo periodo de hibernación y se apresuraron a salir a la superficie de su conciencia. Todo su ser fue invadido por sentimientos que le resultaban no solo novedosos sino tremendamente excitantes. Una especie de calor líquido parecía fluir desde el fondo de sus entrañas y cubrir cada parte de su cuerpo.
Sehun se apropió de su boca y Luhan sintió un estremecimiento que casi lo levanta del suelo. Estaban alcanzando un grado de intimidad que le volvía loco. En ese momento, Sehun parecía pertenecerle y el parecía pertenecer a Sehun. Luhan se sorprendió devolviéndole los besos con una voracidad y una entrega nacidas de años de privación. Luego la lengua del hombre invadió la boca de Luhan y el sintió que la tormenta eléctrica que estalló en su interior terminaría por consumirlo hasta que no quedaran más que cenizas y humo. LUhan jadeaba. Entonces Sehun se apartó. Fue una acción repentina y brusca. Luhan sintió como si inesperadamente lo hubiesen separado de la fuente que le daba vida. Su corazón latía muy rápidamente, no podía respirar. Se sentía mareado. Ahora agradecía el viento frío que venía del mar, pues eso lo ayudó a recuperar la compostura. Le sorprendió ver que Sehun parecía estar tan agitado como el. Respiraba rápidamente y con dificultad. Aun en medio de la oscuridad, Luhan podía percibir la tensión de su cuerpo rígido; la percibía incluso en la luz que despedían sus ojos negros. Después de una larga pausa, durante la cual se fue regularizando la respiración de Sehun, su cuerpo pareció relajarse un poco.
—Ya no puedes decir que nunca te han besado.
Luhan estaba muy conmocionado y Sehun solo un poco menos afectado por aquel encuentro amoroso. Luhan apenas pudo emitir un susurro.
—Gracias.
Enseguida se dijo que era una tontería decir eso después de lo que acababa de suceder. No solo parecía inadecuado, sino que la palabra gracias no reflejaba ni remotamente lo que estaba sintiendo. Pero probablemente era mejor reservarse todas esas impresiones, no confesarlas, pues aquello era el final y no un comienzo. Y desde luego no era lo mismo. Sehun sonrió con cierta tristeza.
—Es hora de que regresemos.
Todavía parecía algo agitado, pero se estaba recuperando más rápido que Luhan.
—¿No nos podemos quedar un poco más? Es una noche tan hermosa y la ciudad está maravillosa vista desde aquí.
—Cada vez hace más frío.
—Me envolveré en el chal. Pero no nos vayamos todavía.
—Está bien. Pero vamos a sentarnos. Al menos así podré abrigarte con una manta.
Luhan se dejó conducir hasta una especie de banco que había en la parte trasera de la embarcación. Sehun comenzó a envolverlo en la manta más grande que Luhan había visto en la vida.
—Siéntate conmigo. —Luhan y le tendió la mano—. No sería divertido estar solo.
Los dos acabaron tapados por la manta, casi acurrucados. Luhan se recostó contra él y Sehun le pasó el brazo por la espalda. Luhan se imaginó que debía de tratarse de un abrazo más bien fraternal, pero como nunca había estado en una situación semejante, le pareció bastante placentero. Luhan era tristemente dichoso.
—Todo parece tan grande.
Miraba hacia el mar y las montañas graníticas que formaban la entrada a la bahía. Más allá se extendía el océano, perdiéndose hacia tierras distantes y exóticas que solo podía imaginarse de manera muy vaga. Sobre su cabeza se extendía un techo infinito de estrellas. La luna, inmensa, se situaba en el horizonte y proyectaba su reflejo sobre las olas de la bahía, en permanentemovimiento. Se sintió diminuto e insignificante. Aquella era la velada más trascendental de su vida. Había tomado una decisión: de alguna manera, algún día, se casaría con Sehun Choi.
¡Eres un pobre imbécil! ¿Qué demonios crees que estás haciendo sentado aquí, en medio de la bahía, con un chico adormilado entre tus brazos? Un doncel inocente, ingenuo y confiado, para más señas. Deberías hacerte examinar la cabeza. Tienes que llevarle a casa, meterlo en su cama y sacarlo de tu vida. Deberías hacer cualquier cosa menos sentarte aquí como un idiotaenamorado, a prolongar un momento que sabías que tenía que terminar incluso antes de que comenzara. Tú eres demasiado listo para esto, Sehun Choi. Hasta hoy nunca habías perdido el tiempo con una quimera imposible. Sehun se odiaba intensamente, pero no podía moverse. Lo de esa noche no había salido como había planeado. Esperaba que Luhan diera guerra, que se resistiera a marcharse de la cantina. Sin embargo, el pareció saber desde el comienzo que porfiar no tendría sentido. Por otra parte, él no esperaba sentirse tan deprimido ante la idea de que Luhan se marchara. Lu había perturbado su vida desde el instante en que entró en su taberna. Debería sentirse aliviado al pensar que por fin se iría.
Y cierta forma se sentía aliviado. Luhan representaba una enorme responsabilidad... pero le entristecía verlo partir. Aquella criatura era capaz de conmover a todo el mundo, de hacer que cualquier grupo en el que entrase se sintiera como una pequeña familia. No es que a Sehun le fascinara la idea de pertenecer a una familia, pero era agradable que la gente pensara en la cantina como se piensa en un hogar y no como un lugar donde detenerse momentáneamente antes de encontrar algo más serio. De alguna manera, Luhan conseguía que todo lo que tocaba pareciera respetable. A Sehun le hubiera gustado darse un puñetazo. Detestaba la idea de caer en la trampa de la respetabilidad. A él no le importaba lo que pensara la gente. No tenía intención de seguir más reglas que las suyas propias... pero detestaba que la gente despreciara a sus chicos. Por lo general conseguía hacer caso omiso de las habladurías sobre Irene y el personal, y hasta olvidaba lo que se decía por ahí de sus empleados. Pero Luhan había puesto la cuestión sobre la mesa con más violencia que nunca. Olvidar que murmuraban sobre su primo no era nada fácil. Había heredado de su madre cierto apego a la vida social, pero también tenía muchos rasgos de su padre, lo que le permitía no tomarse muy en serio aquella milonga de la respetabilidad. Él era un marginal, un disidente. Siempre lo sería. No tenía sentido dar una batalla cuyo resultado ya estaba decidido.
—Regresemos a tierra —le dijo Sehun al capitán, cuando este apareció en la cubierta—. Va a amanecer en un par de horas.
Cuando el barco comenzó su lento viaje hacia la costa, Sehun se dio cuenta de que, por primera vez en casi ocho años, durante aquella velada no había tenido entre sus manos ni una carta, ni un par de dados ni una ruleta. Y no los había echado de menos lo más mínimo.