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Jason:

Tras tragar saliva sonoramente, le dirijo una mirada que intenta reflejar lo enfadado que estoy, y digo intenta sí, porque me altera demasiado, pero a la vez me hace gracia la actitud tan estúpida que adopta cuando bebe.

-¿Nunca habías bebido eh? Pareces una cría-. Me mira muy desafiante desde mi cama, está sentada con las rodillas cruzadas y su cara infantil reposa sobre sus manos.

-Eres un aburrido, vives amargado. ¿Es que no sabes divertirte?-. Eso me ha ¿dolido? No, es demasiado insignificante para mí como para que me afecte.

-Cállate-. Suena más brusco de lo que esperaba. Incluso puedo apreciar el leve respingo que da su cuerpo. Me arrepiento de inmediato, casi sin darme cuenta me planto delante suya y le levanto la cara con mi mano derecha. Veo una pequeña gotita recorriendo su barbilla que la delata. Como un imbécil pongo cara de pez en un intento de verla sonreír. ¿Qué coño estoy haciendo?

Y funciona, ella se ríe, es una risa fresca y sonora, es música para mis oídos, es paz para mi alma. Y yo, feliz, suspiro aliviado.


Se levanta de golpe y comienza a dar pequeños saltitos de un lado a otro. Parece un cervatillo. Me coge de la camisa.


-¡Vamos, venga, baila conmigo! No, ya sé, ¡ponme música!-. La miro perplejo, definitivamente está muy borracha. La cojo al vuelo de la muñeca justo una milésima de segundo antes de que se estampe contra el suelo. Ella ni se inmuta, sigue saltando.

-Eh, ¡eh! Venga, siéntate. Ya has bailado bastante-. Algo me decía que no se iba a dar por vencida.

-¿Es que me vas a dejar con las ganas John ?-. ¿John? ¿Había dicho John?

-¿Cómo me has llamado?-. Se ríe y se pone a bailar. -Emma estate quieta, para ya-. Es inútil, la cojo fuerte del brazo atrayéndola hacia mí. -He dicho que pares-.

-¡Suéltame!-. La suelto y se cae al suelo de golpe, creo que se ha puesto a llorar. Perfecto. Se está tapando la cara con ambas manos. Son las cuatro y media de la mañana y estoy haciendo de niñera, cojonudo. Estoy perdiendo facultades a velocidad de lince, Marc tiene razón.

Me siento en el suelo junto a ella, e intento despacio quitarle las manos de la cara, pero reacciona haciendo más fuerza aún. Pongo los ojos en blanco, es una niña chica, y me saca de quicio a cada momento. Aunque admito que prefiero verla hacer el tonto a cuando se pone seria.

-Emma ya está, venga...-. Vuelvo a tirar de su pequeña mano y me sorprende abalanzándose sobre mi, quedando sentada a horcajadas encima mía.

-Ahora estás bajo mis órdenes jeje-. Su intento de risa maliciosa me provoca una carcajada la cual consigo contener mordiéndome la lengua. Veo esa sonrisa propia de un niño chico cuando consigue aquel juguete que tanto desea. Me quedo mirándola en esa posición, es mona, no. Es guapa, muy guapa. Tiene unos grandes ojos marrones verdosos, que junto a sus largas pestañas, consiguen hacer que tenga una mirada preciosa. De pronto su imagen de niña pequeña pasa a la de una mujer adulta en cuestión de segundos. Pone sus finas manos en mi pecho y comienza a desabrocharme los botones de la camisa gris, sin descanso, como si se le fuera la vida en ello. Mis ojos pasan de sus dedos rápidos hasta su delicada cara. Se está mordiendo el labio inferior y sus ojos están brillantes y concentrados en el último botón. Me mira, quiero que siga, me arde todo el cuerpo, necesito tenerla, tocarla, hacerla mía y poseerla. Quiero tirarle de su larga melena rubia, recorrer cada centímetro de su piel, morderla, y sobre todo, quiero callarla sellando sus labios con los míos, incluso ahí seguro que protestaría. Frunzo el ceño.

Atrapada en sus manos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora