Casi sin querer

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Entramos al cuarto, torpemente, debido a los grados de alcohol que recorren nuestros cuerpos sudorosos. Besa bien, muy bien. Me gusta besarlo, tiene unos labios carnosos y una lengua suave. Le cojo de la nuca con la mano izquierda atrayéndolo aún más a mí. Tiene razón, Alessio sabe exactamente qué necesito. Y es esto, sexo, pasión, lujuria. Olvidarme de todo, evadirme de este maldito lugar. Quiero sentirme deseada, quiero que me coma, que bese cada centímetro de mi cuerpo. Quiero que me guste. Y sobre todo, quiero no querer sentirme culpable por lo que estamos a punto de hacer. TE ODIO JASON. Al pronunciar su nombre en mi mente un sentimiento de rabia e ira recorre mi piel, y casi sin querer, muerdo su labio demasiado fuerte.

-¡AH! ¿Qué coño haces?-. Grita lo suficiente como para hacer que me separe de él de un salto. 

-Eh, lo siento. Me he dejado llevar, supongo. Falta de práctica, tal vez, je je-. Intento parecer culpable. Pero sinceramente, me la suda muy mucho. Y lo nota. Se acerca a mí, recorriendo el poco espacio que había dejado entre nosotros y me agarra fuertemente del pelo, echándome la cabeza hacia atrás.

-Recuerda quién manda aquí, señorita-. La última palabra la pronuncia con un retintín que me bombardea los oídos.

-Claro, Alessio. Perdona-. Relaja la postura pero no afloja, ni por asomo, es más, tengo la sensación de que ahora aprieta aún más. Comienza a dolerme la cabeza y el cuello. Llevo mis dos manos hacia la suya en un intento de pedir que suelte. Y lo hace, pero solo para aflojarse el nudo de la corbata.

-Quítate la ropa, Emma-. Trago saliva. Por muy borracha que estuviera no lo hacía más fácil. Solo quería salir de allí, o más bien, que se fuera él. Pienso que hacía tan solo unos minutos solo quería follar. Y sí, lo digo y siento tal y como suena. Sexo sin sentimientos, sin complicaciones, sin amor, sin nada, tan solo el único objetivo mutuo de encontrar el placer. Y ahora, ahora tengo miedo. No quiero que este tío, por muy guapo y bueno que esté, me toque un solo milímetro de mi piel, no quiero sus besos ni caricias. Solo quiero que aparezca por esa maldita puerta aquel idiota al que odio tanto por no estar aquí ahora, en este instante y momento para  impedir, que esto ocurra. ¿Dónde estás Jae? Te necesito... 

Sin apenas darme cuenta estoy en ropa interior, sobre la cama, su cama. Mierda. Alessio está besando mi piel, me hace cosquillas, es, ¿agradable? Tras un rato presupongo que debo de moverme yo, coger el timón, dirigir el rumbo, pero no me sale. No puedo. Lo único que consigo es mover mis manos sobre su cuerpo y besarlo. Si besas no tienes que hablar, no tienes que dar explicaciones, todo se justifica, todo se perdona. Su voz sobre mi oído derecho interrumpe mi pequeño monólogo interior.

-Dámelo-. ¿Eing? Estoy segura de cual es mi cara en este instante, así que la cambio rápidamente por una sonrisa tímida e inocente.

-El condón Emma-. Casi estallo en una carcajada pero me obligo a mí misma a mantener la compostura. No puede ser más subrealista. Un condón, ¿en serio? me iba a librar por un trozo de latex. SALVADA POR EL CONDÓN. Grité mentalmente. Se me estaba yendo la pinza a una velocidad vertiginosa. La cara de Alessio era un poema, entre "questa ragazza è pazza" y la voy a matar.

-Pues, no tengo ni idea de donde están-. Me mira, suspira y se deja caer a mi lado. Me alegra saber que al menos es de los de "sexo seguro". No sé muy bien que hacer, debe de ser las 6 a.m. por lo menos, aunque la única luz que entra al cuarto es la que entra por debajo de la puerta. 

-Bueno, durmamos pues-. Dormir. Me gustaba como sonaba, pero no sé si quería que se quedase aquí conmigo. Aunque al fin y al cabo, no tenía compañía desde que.... en fin. Me giro sobre mi lado izquierdo dejándolo a él tras de mí. Noto como termina de quitarse la ropa para quedarse con unos slip blancos. Sí, estaba buenísimo.

No, para, basta SUÉLTAME.

Me despierto, estoy empapada en sudor, otra vez una pesadilla, la pesadilla. Escucho respirar al italiano. Creo que ya es de día. Me levanto despacio sin hacer ruido y me dirijo hacia el baño. Casi grito al verme contemplada en el espejo. Tengo varias marcas en el cuello bastante visibles, y otras dos sobre el pecho izquierdo. Dios. En ese momento mi estómago y el inmenso boquete que siento en él me recuerda que ni si quiera había cenado y que después bebí demasiado. Termino apoyada sobre el váter como quien se apoya sobre un flotador en alta mar, comienzan las arcadas y todo fluye. Después de expulsar al menos un litro de alcohol, tiro de la cisterna, me levanto como puedo y automáticamente me siento en la bañera mientras abro el grifo de agua fría, dejando que el agua me empape, como si así se llevase cada chupetón, y cada beso de la noche anterior. Al menos, permanezco así inmóvil unos quince minutos. Cuando consigo recuperar algo de fuerzas me incorporo y termino de enjabonarme y aclararme. Salgo de la bañera y dejo colgada de la alcachofa la ropa interior que aún llevaba puesta. ¿Y ahora qué?

Envuelta en una gran toalla gris abro despacio la puerta del baño, no hay nadie. Se ha ido. Por un segundo, mi graciosa mente y estúpida imaginación divagan sobre el hecho de que haya podido imaginarmelo todo, entonces piso algo en el suelo, me agacho y lo cojo, una preciosa y cara corbata de E. Marinella. No, no lo había soñado. ¿Dónde estaba?

Agotada, me acerco al borde de la cama y me dejo caer. Soy consciente de que voy a mojar la cama e incluso tintarla de rojo por el pelo, pero mientras intento sentirme con la responsabilidad de poner otra toalla o algo para no manchar nada, me sumerjo encontrando a Morfeo. Esta vez no sueño nada.



Prometo escribir más a menudo!!! He pasado una mala racha, pero he vuelto!!! COMENTAD QUE OS PARECE TODO PLISSS!!! BESITOS

Atrapada en sus manos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora