Me dirijo hacia la barra, metiéndome entre el primer y segundo chico, rozándome a drede con este último.
-Un Gin-Tonic, y añádele una pizca de granadina-. Le hablo al camarero consciente de que he interrumpido la conversación que tenían, y que, seguramente, les ha molestado.
-Disculpa, señorita....
-Em, me llamo Em.
-Señorita Em, ¿es que necesita usted gafas?-. Por su acento estaba claro que deberían ser italianos, tres modelos sacados de revista, allí, bebiendo martinis por doquier mientras hacían negocios con los camellos más cotizados probablemente de toda Europa.
-¿Tengo pinta de necesitarlas, señor...?-. Me hago la interesante mirando levemente a cada uno de ellos mientras me recojo un mechón de pelo de color rojo fuego sobre mi oreja derecha, y termino por colocar mi dedo índice sobre mi labio inferior. Sonrío hacia mis adentros cuando veo que los 2 chicos del extremo tragan sonoramente saliva, pero también frunzo el ceño para mí al ver que no he producido ningún efecto sobre mi víctima, tan solo me mira fijamente, como si estuviera estudiando cada parte de mi ser. Me molesta, y carraspeo devolviéndole la mirada hasta que decide hablar por sus compañeros.
-Dante, se llama Dante, este es Fabio y yo soy Alessio, Alex para tí-. Me guiña un ojo, perfecto.
-Encantada- sonrío mientras giro la cabeza- Dante-. Puedo notar la mirada de Alex clavada en mí.
-Lo mismo digo, baby-. Casi me da un ictus al oír "BABY" y esa forma tan asquerosa de pronunciarlo. Sonrío lo más falsamente que puedo, cojo mi copa y salgo de allí casi al trote. Seguramente siguen intentando procesar la situación, al menos Fabio y Dante. Me preocupa no conseguir mi misión, tal vez Alessio no es tan tonto como los otros, tal vez sepa de qué va el asunto y vaya un paso por delante de mí. Solo hay una forma de averiguarlo.
Me siento en un taburete alto alejado del bullicio y de la barra, doy un sorbo y coloco la copa sobre la mini mesa sin perderla de vista, no quiero sorpresas.
Observo a mi alrededor, no hay demasiada gente pero la suficiente como para darte un dolor de cabeza de mil demonios. No sé cuánto rato ha pasado, ni cuantas copas llevo, busco mi reloj, mi inseparable reloj, y me encuentro con aquella zona de la piel visiblemente más clara, me lo quité después de ducharme. Mierda.
-¿Qué pasa Emm? ¿No te gusta bailar?-. Alessio se sienta frente a mí mientras me quita de la mano la copa. Lo miro seriamente con cara de "dame mi puta copa" y al recordar mi objetivo, intento suavizarla, con el resultado de una extraña mueca sin sentido, hace que se ría sonoramente.
-Vamos, conmigo no hace falta que finjas ser lo que no eres. Puedes ser tú misma-. Pone mi copa al lado de mi mano, sobre la mesa, y me mira de nuevo fijamente, como esperando algo de mí.
-¿Crees que me conoces, Alessio?-. Apoyo la cabeza sobre mi mano izquierda, mientras suspiro aburrida.
-Sé que eres amarga- lo miro- y dulce-. Levanto la cabeza para poder observarlo mejor, mientras él señala mi amarga y dulce mezcla combinada en aquel extraño gintonic.
-Continúa-. Hacia tiempo que no me interesaba por, nada.
-Sé que te has tintado el pelo para salirte con la tuya- trago saliva e intento poner una dulce e inocente cara, sin éxito, me da un ataque de risa- veo que te hace gracia, ¿eh?-.
-Culpable, me declaro completa y totalmente culpable señor-. Levanto ambas manos en señal de rendición, y Alessio tiene que hacer malabares para sujetarme del brazo justo antes de caerme de espaldas contra el suelo. Emito un leve grito, y vuelvo a reírme.
-Sigue diciéndome cómo soy, por favor, me divierte-. Casi le suplico. Se cerciora de que vuelvo a sentarme correctamente, y acerca su taburete más hacia el mío, colocando su pierna derecha sobre el palo de madera, para evitar cualquier desastre, o simplemente porque le da la gana. Miro su zapato negro perfectamente impecable, casi se podría comer sobre él. Vuelvo a mirarle y me pierdo en esos ojos de color verde esperanza, que era justo lo que necesitaba, esperanza.
-Sé que te encanta bailar- arqueo la ceja derecha en respuesta- y lo sé porque me he fijado en cómo mirabas a cada uno de ellos- señala con la barbilla a la gente que estaba bailando en aquel momento- y he visto tus muecas y gestos de desaprobación como diciendo "¿cómo puede bailar tan mal? ¿cómo puede hacer ese paso ahí?- estoy sorprendida- Pero, eres demasiado controladora, tienes que planearlo todo, pensarlo todo, que todo salga a la perfección. Y, ¿sabes una cosa? Eso es muy aburrido, es jodidamente aburrido-. Frunzo el ceño.
-Eso no es verdad, ¡sí sé divertirme!-. Levanto la voz lo suficiente para parecer convincente, a la vez que me pongo de pie mientras lo señalo con el índice de forma acusadora.
-Demuéstramelo-. Casi lo arrastro del taburete agarrándolo por la corbata y llevándolo en medio de todo el mundo. Comienzo a mover la cintura lentamente y la acompaño con el resto del cuerpo sin soltarle la corbata.
-¿Ves?-. Espero impaciente que me de su beneplácito, pero en lugar de eso hace una mueca de disgusto.
-Aburrida-. Su palabra se me clava en el costado, pero no me duele, ni me afecta para mal, al revés, me suelto el pelo y lo revuelvo con las dos manos, entonces empiezo a mover la cabeza al ritmo de la música y a la vez que doy pequeños saltitos mientras me río feliz, por primera vez en mucho tiempo. Él sonríe, y comienza a imitarme.
Nos tiramos así un buen rato hasta que casi le suplico que paremos, muerta de risa, y con la barriga llena de agujetas de tanto reírme. Salimos de la sala cogidos de la mano, y me acompaña hasta el edificio, aquel que tanto he odiado todo este tiempo, mi cárcel. Y hoy la veo un poco menos horrible.
-Por fin he visto a la verdadera Emma- casi doy un brinco al oír mi nombre al completo- no te asustes, me han hablado mucho de tí. Pero aún te falta para demostrar quién eres de verdad-.
-No sé de qué me hablas-. Me hago la loca aprovechando el alcohol en sangre que me queda, y me quito los malditos tacones, casi muero de hipotermia al tocar el suelo helado con los pies descalzos.
-Entra antes de que tenga que secuestrarte, y no creo que a Pablo le haga mucha gracia que me lleve a su juguete favorito, ¿no?-. Sonríe de lado y yo frunzo el ceño al recordar a ese cerdo. Joder, el plan, la maldita misión, mi objetivo....
-Oye, ¿ya te vas?, en fin, ¿no quieres asegurarte de que llegue sana y salva a mi celda adorada?-. Bendito sarcasmo, aunque debería de dar las gracias por tener la habitación que tengo, en lugar del cuchitril en el que estuve las primeras semanas.... gracias maldito Jason. Una leve punzada recorre mi pecho.
-Parece que no tengo elección-. Dicho esto me veo subiendo las escaleras descalza, seguida por un extraño que parece conocerme de toda la vida. Y estamos ahí, frente a la habitación, su habitación. Me tiembla la mano cuando la apoyo sobre el pomo de la puerta. Que estúpida soy, él ni se lo pensaría. Entonces Alessio me devuelve a la realidad cogiéndome esa mano y con la otra levantándome la barbilla.
-Sé que necesitas justo ahora-. Le miro sorprendida sin preveer sus intenciones a tiempo. Me besa, y sí, por unos segundos, hace que me olvide completamente de todo. Solo unos segundos. Entramos.
EY ¿QUÉ TAL? ESPERO QUE OS ESTÉ GUSTANDO TANTO COMO A MÍ ESCRIBIRLA, ESPERO IMPACIENTE VUESTRAS REACCIONES Y COMENTARIOS!!! ESTE CAPÍTULO HA SIDO ALGO MÁS LARGO QUE LOS DEMÁS, PERO LA OCASIÓN LO MERECE JEJE COMENTAD!! BESITOS.
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Atrapada en sus manos.
Aksiyon----------Jason poco a poco fue dejando de hacer fuerza, hasta que la liberó por completo. Una parte de Emma deseaba que no la soltase nunca, esa sensación de ser suya, estar a su voluntad, sumisa, la volvía loca. Adoraba estar atrapada en sus manos...