Atrapada.

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Me muevo muy rápido, el viento impacta fuerte contra mi cara, veo coches, ¿es una carretera? Hay demasiada oscuridad, duermo… Estoy flotando sobre unas escaleras, no puedo moverme, ¿qué me pasa? Tengo miedo.

Abro los ojos lentamente, todo da vueltas, tengo la cara pegada al suelo, estoy boca abajo, tengo mucho frío, y una extraña sensación, me hormiguean las manos; consigo apenas incorporarme. No sé dónde estoy, hay algo pegado a mi boca y mis manos están atadas. Quiero gritar, salir de esta habitación, no hay ventanas, está vacía y todo es blanco. El corazón se me va a salir del pecho, ¿Qué coño hice anoche? Escucho pasos, alguien va a entrar, decido hacerme la dormida.

-Pff Jason, está tardando mucho en despertarse, ¿y si te has pasado?-.

-¿Qué dices?, no digas tonterías, le di lo suficiente. Ayúdame a levantarla-.

Están de espaldas a mí y a la puerta, son dos tíos, a juzgar por sus voces no tienen más de 25 años. Una de ellas me suena. Tengo que salir de aquí. Se agachan a la vez, uno me coge las piernas y el otro por debajo de los hombros, me levantan y se dirigen a la puerta blanca también de la habitación. Salimos al pasillo, es mi momento. Sacudo fuertemente las piernas y consigo soltarme de ese, solo queda uno. Este por la sorpresa, baja la guardia lo suficiente para darme tiempo de ponerme en pie, quitarme esa cosa gris de la boca e intentar salir corriendo. Me sujeta uno por el pelo, al otro, que es rubio le lanzo una patada en la boca del estómago, mientras hecho la cabeza hacia delante para coger impulso y soltarle en la nariz un buen cabezazo al que me sujeta por detrás. Maldice llevándose las manos a la cara. Salgo corriendo por el largo pasillo, hay puertas por todas partes cerradas, todas blancas excepto una, que es negra, sigo corriendo y bajo las escaleras como puedo intentando soltarme de las cuerdas que sujetan aún mis muñecas. Las tiro al suelo y sigo corriendo, estas escaleras no acaban nunca. Escucho jaleo y sé que vienen detrás de mí, por lo que aumento la velocidad cuando un disparo, y el continuo dolor agudo de mi brazo me hace gritar y caerme rodando hasta el final.

-¿¡Pero qué haces!? ¡Podrías haberla matado!-.

-Marc, me parece increíble que aún dudes de mi excelente puntería, así se le van a quitar las ganas de correr-  Se ríe de una forma que hace que me estremezca, a la vez que apreto los dientes para evitar chillar. Me arde el brazo y estoy sangrando mucho.

-¿Se puede saber a dónde ibas estúpida niñata?-es el moreno, al que el tal Marc ha llamado Jason, me mira con odio mientras sostiene aún la pistola en su mano izquierda.

-¡Socorro!- consigo apenas chillar, me muero de dolor.

-Jajajaja, ¿de verdad crees que van a oírte?, estás muerta rubia, despídete del mundo-. Sonríe de lado mientras le pasa la pistola a Marc. Se agacha a mi lado, me coge un mechón de pelo y lo huele. Hago un intento de pegarle con la mano derecha, la otra no la puedo mover. Me la agarra antes de que pueda si quiera rozarle y con la otra me coge del pelo desde la nuca atrayéndome hacia él.

-M-u-e-r-t-a- . Declara en mi oído izquierdo, deleitándose con cada letra. Un escalofrío me recorre todo el cuerpo. Se pone en pie levantándome del pelo a la misma vez.

-Marc, cúrale la herida, solo le ha rozado-.

-Lo siento Jason, hazlo tú, Steve me necesita-, y desaparece saliendo por una puerta gris. Jason resopla, aún me tiene sujeta del pelo y de la muñeca derecha. Me mira, por primera vez a los ojos, los tiene marrones, muy oscuros, como su mirada, fría.

-¿Qué coño hago contigo ahora eh? Deja de mirarme-.

-¡Suéltame!- Intento escapar de él, pero estoy atrapada en sus manos. Me lleva a rastras hacia las escaleras, como ve que no estoy por la labor, se inclina y me levanta sobre su hombro izquierdo.

-¿Qué haces? ¡Déjame en paz, que me sueltes!- Soy consciente de lo poco que le importan mis palabras, al igual que sigo teniendo el vestido negro ajustado, apenas me tapa hasta la mitad del muslo y estoy descalza, mis tacones y el bolso han desaparecido. Mientras subimos intento analizar el espacio, buscando un modo de escapar de allí. Miro al suelo, estoy dejando un hilo de sangre. Abre la misma puerta blanca en la que me desperté, entra cerrándola a su paso de un portazo, y me tira contra el pequeño colchón de la esquina. Emito un gemido de dolor agarrándome el brazo. No para de sangrar.

-Apreta con fuerza, ahora vengo-. Sale cerrando. Todo me da vueltas, no entiendo nada, no sé qué pasó en la discoteca, ni dónde estará John, ni cómo he llegado aquí. Me falta el aire, estoy mareándome. Cierro los ojos, esperando que todo sea una pesadilla.

JASON

Esto es increíble. Se nos ha ido de las manos. Nunca había fallado, el plan se ha ido a la mierda y encima la muy estúpida no para de dar el coñazo. Tenía que haberla dejado en aquel callejón y nada de esto habría pasado. O tal vez haberle disparado en la cabeza y todo solucionado. Tengo que buscar unas gasas y algún desinfectante, aunque no haya sido profunda, habrá que coser seguramente. Al menos el haber hecho tres años de la carrera de medicina me sirvió de algo, lástima que no acabase. En fin, ya eso da igual. Solo quiero acabar con esto y desaparecer. Abro la puerta, creo que ha perdido el conocimiento, la cojo por los hombros, está muy pálida y tiene sangre por todas partes. Le hago un torniquete con el cinturón de mis vaqueros y comienzo a desinfectar. Decido coserle lo mejor que puedo para evitar que quede una cicatriz fea, aunque no debería de importarme, por suerte sigue sin despertarse. No la soporto. Y eso que parecía simpática. Claro que cuando bebemos todos lo somos, y más si nos drogan jeje Está abriendo los ojos, 3, 2, 1 y comienza a chillar, estúpida predecible niñata.

-¡Cállate! Solo te he cosido la herida- Mira su herida cerrada y lo manchada de sangre que está, luego posa sus ojos sobre mí con rabia, los tiene marrones por fuera y rodeando la pupila se vuelven verdes. No le doy miedo, aún.

-No me toques cabrón, no te atrevas a acercarte-. Entorna los ojos y se pone sobre sus rodillas, dispuesta a atacar. Me hace gracia verla así, con el forcejeo se le ha roto el vestido por el lateral, dejando ver apenas su suave piel, el recuerdo de anoche me invade. Intento escapar y le humillo.

-Das asco, mírate, pareces una vagabunda jajaja-. Se percata de la rotura y de lo manchada que está, me dedica una mirada de odio y todo pasa muy deprisa. En un segundo se oye un ruido sordo y su mano impacta fuertemente sobre mi mejilla izquierda. Hija de puta, no sabe con quién se ha metido. Le cojo del brazo herido, chilla pero me da igual,  se va a enterar. Bajamos las escaleras, ella comienza a llorar, no sé si de miedo o de dolor. Me ha dejado marcada la cara y ahora me toca mover ficha a mí.

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Atrapada en sus manos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora