Emma:
Tiene que haber una puta salida. Está loco, ha intentado matarme y lo volverá a hacer. Tengo que salir de aquí. Por suerte el agua ha hecho que deje de temblar de frío, aunque sigo teniendo miedo. No le tengo miedo a él. Jason solo me da asco, le odio. He tenido miedo porque he recordado...
-Sal del agua, ya se ha acabado tu tiempo-. Está loco si piensa que voy a hacerle caso, aunque quizás sería lo más lógico. Obviamente no me he quitado la ropa interior, espero que me dé algo que pueda ponerme, aunque a saber.
-¿Es que no me has oído? Que salgas del agua-. Puedo ver cómo le repatea que le ignore, me doy media vuelta dándole la espalda, y me sumerjo. Tantos años en natación me han servido de algo, claro que no es lo mismo si te obligan a tragar agua. Tiene que haber un agujero por donde sale el agua, ojalá que sea lo suficientemente grande como para que pueda pasar a través de él. He notado una vibración fuerte, se ha tirado al agua. Corre Emma, corre. Nado lo más rápido que puedo, buscando una salida, ahí está, puedo ver luz, aumento la velocidad y me agarro a las rocas de los laterales para poder pasar. Tengo medio cuerpo dentro cuando tira fuerte de mi tobillo derecho. Subo hacia arriba desde el otro lado y me agarro a un saliente de roca, respiro y me vuelvo a sumergir para soltarme de su mano. Me está haciendo daño. La única forma de que me suelte es haciéndole daño a él, si sigue tirando me va a sacar el pie. Busco rápido una roca suelta y le golpeo en la mano, que suelta mi pie. Espero el contraataque cuando se mete en la poza en la que estoy a través del agujero. Le golpeo fuerte en la cabeza. Veo mucha sangre, se ha hundido. Ya está Emma, eres libre. Observo a mi alrededor, es como otra especie de habitación en la que el suelo es el río que continúa su curso, a través de agujeros subterráneos. En los bordes hay rocas, nado hacia ellas, me apoyo y respiro tranquila. Veo su cuerpo flotando boca abajo. Está inconsciente, no sufrirá. Pff, no puedo dejar que se ahogue delante de mí. Además es el único que puede sacarme de aquí. Maldita sea. Me lanzo al agua y le doy la vuelta al cuerpo, apoyo su cabeza en mi pecho y nado de espaldas hasta las rocas de nuevo. Lo levanto como puedo, pesa mucho. Le he roto la ceja derecha, perfecto, otro motivo más para querer matarme.
Le registro los bolsillos, encuentro una navaja, me la quedo. Le quito la camiseta negra empapada y me la pongo yo, al menos estaré más tapada. Con su cinturón le amarro las muñecas por encima de su cabeza. Me subo encima de su vientre apuntándole con la navaja directamente a su cuello, espero a que despierte.
Le observo bien, tiene barba, de unos tres días, su cansancio le hace parecer mayor, cuando se enfada arruga la frente y la nariz. Es guapo, y un asesino (me recuerda mi voz interior). Desciendo con la mirada poco a poco, tiene finas líneas por el pecho, y marcas de quemaduras por las costillas. En el costado izquierdo tiene un tatuaje que le baja hasta la V perfectamente marcada. Es un trival. Me va a matar cuando despierte, la ceja rota le va a dejar una buena cicatriz. Sin querer, paso mi mano por ella, por sus labios y su pecho. ¿Qué estoy haciendo? Ha intentado matarme. Se mueve lento, abre los ojos y comienza a buscar algo alrededor.
-¡Sara, Sara!-. Está angustiado, es la primera vez que le veo así. Tarda un rato en procesar la situación una vez que posa sus ojos sobre mí.
-¿Qué me has hecho?-. Intenta incorporarse y deja de hacerlo cuando le pego el frío filo de la navaja en su cuello.
-Chist, chist, quietecito o te rajo el cuello-. Espero parecer convincente.
-¿Se puede saber qué estás haciendo? ¿Qué haces encima de mí y con mi camiseta puesta?-. Intenta parecer serio pero una leve sonrisa le delata. No sé qué cara he puesto pero no le puedo contestar, decide hablar de nuevo.
-¿Es que vas a violarme? ¿O ya lo has hecho? En ese caso podrías repetir para enterarme al menos-. Se ríe divertido, creo que porque me he puesto roja. Estúpido egocéntrico.

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Atrapada en sus manos.
Acción----------Jason poco a poco fue dejando de hacer fuerza, hasta que la liberó por completo. Una parte de Emma deseaba que no la soltase nunca, esa sensación de ser suya, estar a su voluntad, sumisa, la volvía loca. Adoraba estar atrapada en sus manos...