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"La vida es como un teatro, y cada día es una nueva función. Aprovecha tu papel al máximo, porque nunca sabes cuándo se caerá el telón."
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—En primer lugar, ¿son realmente necesarias las cortinas? —se preguntó el peliblanco mientras jugueteaba con el balón de baloncesto—. ¿Qué importa si la gente común nos ve? Las maldiciones y la brujería son invisibles para ellos.
—Claro que importa —respondió Geto mientras detenía el tiro que Satoru estaba a punto de encestar—. Lo que realmente frena la generación de maldiciones es la tranquilidad de espíritu de la gente, más que cualquier otra cosa.
—Para eso debemos mantener en secreto al máximo estas amenazas invisibles —continuó hablando el pelinegro—. Y no solo eso...
—Ya entendí, hombre —mencionó el albino, interrumpiendo a su amigo mientras le quitaba el balón y corría con él, lanzándolo y encestándolo—. Adaptarse a las necesidades de los débiles es como un candado.
Mientras la conversación continuaba en el salón de clases, un joven de cabello rubio salía del aula junto a su maestro.
—Entonces, Masahiko, ¿estás de acuerdo? —le preguntó Yaga al joven, quien lo miraba con seriedad.
—Con una única condición: después de esto, no me aventuraré demasiado lejos durante un mes. Es lo único que pido —sentenció con seriedad.
—Muy bien, Masahiko, entonces tenemos un trato —mencionó el maestro antes de levantarse—. Buscaré a los chicos, también deben participar en una misión.
—¿Qué tipo de misión? —preguntó inmediatamente al escuchar las palabras de su superior.
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